miércoles, 4 de julio de 2007

El Espíritu Espera por la Palabra

Génesis 1:1-3 dice: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra। Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz”.




Estas son palabras majestuosas. El astronauta Armstong, el primer hombre que fue a la Luna, leyó estas palabras en su viaje de regreso a la tierra. Sus palabras parecieron resonar de estrella en estrella, en la infinita inmensidad de los cielos.

Yo estaba leyendo esas palabras una vez más, meditando en la majestad de la Creación de Dios, cuando descubrí algo nuevo, al menos para mí. ¡Quedé sorprendido! Permítame comenzar por enumerar las cuatro declaraciones que se encuentran en estos versículos.

1. Dios creó los cielos y la tierra.
2. La tierra estaba desordenada, vacía, oscura y sin vida.
3. El Espíritu de Dios estaba presente, moviéndose sobre las aguas.
4. Dios habló y el Espíritu de Dios comenzó a actuar.

Fíjese en lo siguiente. La tierra estaba desolada, mas sin embargo, el Espíritu de Dios se encontraba allí. Él estaba callado y moviéndose en la oscuridad, pero todo estaba desordenado. El Espíritu no estaba poniendo las cosas en orden. ¿Por qué? ¿Qué era lo que Él estaba esperando?

Por cuánto tiempo se mantuvo allí el Espíritu de Dios, no lo sabemos. Pero eventualmente, Dios dijo: “Hágase la luz”. Cuando Dios dijo esas palabras, le dio la señal al Espíritu para que comenzara a obrar, “y se hizo la luz”.

El Espíritu no hizo nada hasta que Dios habló. Él no actuó por sí solo, independientemente. Él no fue quien inició la Creación. Él esperó por la Palabra Divina y no hizo nada sin ella. Eso es precisamente lo que dice la Palabra en Juan 1:1-3, “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.

Las palabras de Juan son un comentario acerca de las primeras palabras que encontramos en el libro de Génesis. Juan mueve las cortinas a un lado para mostrarnos más detalles de lo que sucedió en la Creación. En realidad, podemos decir que Juan re-escribió Génesis 1:1-3. Donde el libro de Génesis dice que Dios habló, Juan dice que fue el Verbo o la Palabra. La Palabra Viva (el Verbo) le ordenó al Espíritu que hiciera la voluntad del Padre. Más adelante, Juan dice que la misma Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros.

El Espíritu Santo esperó por la Palabra (el Verbo). Estudiando las Escrituras, me he dado cuenta de que el Espíritu siempre espera por la Palabra. La Palabra nunca está sin el Espíritu y el Espíritu no opera sin la Palabra. En el libro de Apocalipsis encontramos siete cartas que Jesucristo dirigió a siete iglesias (Apocalipsis 2:1). Sin embargo, el versículo 29 dice: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.O sea, que el Espíritu habla a través de la Palabra. Es una asociación permanente. Isaías 48:16 dice: “Acercaos a mí, oíd esto: desde el principio no hablé en secreto; desde que eso se hizo, allí estaba yo; y ahora me envió Jehová el Señor, y su Espíritu”. ¡La Trinidad en perfecta armonía! La única rivalidad que existe en la Trinidad es que cada uno de ellos hace la voluntad del otro.

El Salmo 33:6,9 dice: “Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, Y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca... Porque él DIJO, y fue hecho; El MANDÓ, y existió”. Juan 1:1,3 dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios… Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. 2 Pedro 3:2 dice: “para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros apóstoles…”. Hebreos 1:2 y 11:3 dicen: “…en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo…” y “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios...”.

Isaías 55:11 nos dice que Dios hace cosas por medio de su Palabra. “Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”. Dios no sólo hizo la Creación de esta manera, sino que generalmente todo lo que Él hace comienza con la Palabra. El Salmo 29, en su totalidad, celebra el poder y la majestad del SEÑOR con diez cosas que ocurrieron por medio de Su Palabra. El Salmo 107:20 dice: “Envió su palabra, y los sanó, Y los libró de su ruina”.

Esta ley también se aplica a la Palabra escrita. En el principio, el Espíritu de Dios obró por medio de la Palabra Viva, y hoy Él obra por medio de la Palabra escrita.

El Salmo 119:50 dice: “Ella es mi consuelo en mi aflicción, Porque tu dicho me ha vivificado”. Este salmo dice que las Escrituras están compuestas por la ley, los testimonios, los estatutos, y los preceptos. La Palabra escrita es donde la fuente de vida de Dios se hace disponible. Éste es el recurso que Él le ofrece a la humanidad. La Biblia deletrea claramente nuestra salvación en nuestras dificultades. Éste es el medio que el Espíritu Santo utiliza para renovarnos. La Biblia es diferente a cualquier otro libro. Isaías 8:20 dice: “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido”.

Cuando Cristo vino al mundo como la Palabra (el Verbo), dijo citando a Isaías 61:1, “El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí…”. Jesús habló acerca de Sus palabras. Él dijo: “El Espíritu da vida…” y “las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”, Juan 6:63. “El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna…” Juan 5:24. El Espíritu Santo trabajaba junto a la Palabra Viva y ahora trabaja junto a la palabra escrita. La labor del Espíritu es estrictamente la Palabra de Dios. Él no escucha otras voces. La Palabra también está supuesta a ser asunto también. El secreto de nuestras obras es el Espíritu.


Permítame Hacer Algunas Observaciones


1. La Biblia, la Palabra escrita de Dios, es un organismo vivo. La sangre de Jesucristo fluye por ella, y Dios ha soplado en ella el soplo de vida. Esto no existe hoy día porque la iglesia lo ha preservado. La Biblia ha preservado la iglesia. Las cosas vivas no tienen necesidad de ser preservadas, sólo las muertas. La Palabra de Dios no es un fósil, ni una momia, sino un libro viviente con una voz para el día de hoy.

Si la Biblia no sólo es un documento antiguo, la iglesia tampoco es un museo donde se exhibe la Biblia. Los predicadores liberales detestan la idea de la redención por medio de la sangre. Ellos se han inventado un nuevo evangelio sin sangre, una religión sintética que sólo tiene agua en sus venas. Una Biblia sin sangre y una religión sin sangre, no tienen vida. Estos predicadores han tratado de infundir vida por medio de razonamientos, educación, políticas, criterios seculares, y sentimientos populares. Pero su doctrina es un cuerpo muerto y Cristo no tiene nada que ver con los cadáveres. La iglesia no es un club social. La iglesia es el sustento y el fundamento de la verdad.

2. Ciertos eventos han sido escogidos para ser llamados “avivamientos” y han sido reconocidos como “hechos extraordinarios” del Espíritu Santo. El Espíritu Santo no hace nada sin la Palabra. Yo sé que todo el mundo dice que el Espíritu obró gracias a las oraciones. Sin embargo, si lo analizamos bien, veremos que es imposible probar que las oraciones fueran el motivo. Si el avivamiento es un hecho espontáneo y soberano de Dios, entonces no ocurre como resultado de las oraciones. De otra manera, no sería un acto ni espontáneo ni soberano. Sin embargo, estaríamos correctos en decir que el avivamiento es algo que ocurre cuando la Palabra es predicada. Todos los documentos muestran que cada verdadero avance de la fe cristiana ha ocurrido por medio de la proclamación del Evangelio. El Nuevo Testamento no enseña otra cosa que ésta.

3. En una ocasión, una persona dijo: “me gusta comer, puedo vivir de eso”. Sin embargo, la Palabra dice que: “No sólo de pan vivirá el hombre…”. Ame la Palabra de Dios y podrá vivir en ella. Viva CON la Palabra, viva EN ella, viva POR ella, y VIVIRÁ. Tendrá una vida plena. Yo creo que algunas personas sufren de mala nutrición espiritual, quizás hasta de anorexia. Ellos disminuyen su consumo de la Palabra. Se mueren de hambre consumiendo sólo pedacitos, sobras, y migajas, no carne sólida, ni siquiera la leche espiritual de la Palabra. La “Cajita de Promesas” o el calendario de citas bíblicas reemplazan al estudio de la Palabra. Usted tiene que leer la Palabra para que pueda desarrollar el apetito por ella. De otro modo, vamos a estar igual que los israelitas cuando se quejaban del maná, “…nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano” (Números 21:5). Ésta es una enfermedad mortal.

4. Nosotros podemos ser lo que debemos ser por medio de la Palabra. 2 Pedro 1:3-4 dice: “todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, 4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas…”. 2 Timoteo 3:16-17 dice: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para reargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. Y Colosenses 3:16 dice: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros… con salmos e himnos y cánticos espirituales”.

Se nos ordena que estemos llenos del Espíritu. Eso quiere decir que estemos llenos de la Palabra. En Juan 15:11, Jesús dijo: “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido…”; y Juan 15:7 dice: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho”. Colosenses 3:16 dice que debemos cantar “salmos e himnos y cánticos espirituales”. El propósito de esto es que “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros…”. Nosotros siempre debemos tomar en consideración nuestros cánticos. ¿Contienen la Palabra de Dios y nos enseñan algo? ¿O son sólo canciones que los judíos, los hindúes y los musulmanes también pueden cantar?

5. El Espíritu espera por la Palabra. Él pierde interés y se aburre con nuestras ideas humanas. Las Escrituras son lo suficientemente amplias para que podamos vivir nuestras vidas dentro de ellas. Muchas personas le piden a Dios que bendiga sus vidas. En Lucas 11:28, Jesús dijo: “…bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan". El Salmo 1: 1-3 dice: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará”. Esos manantiales de vida fluyen a través de la Palabra de Dios.

Las Escrituras son como un jardín florecido. Cada página es un terreno sembrado de belleza. 2 Timoteo 3:16 dice: “Toda la Escritura es inspirada por Dios…”. Cuando el sol brilla en un jardín, las flores absorben su calor y crecen gracias a él. Ellas lo inhalan y luego lo exhalan en forma de perfume, perneando así el ambiente con su fragancia. Las flores reciben y dan. Predique la Palabra y su hogar será como el frasco de alabastro de María Magdalena. Abra la Palabra y todos la disfrutarán.


Algunos Vínculos entre el Espíritu y la Palabra


1. Cuando la Palabra se hizo carne, el Espíritu vino a la tierra. El Espíritu estaba con Cristo durante el tiempo en que Él estuvo en la tierra. Colosenses 2:9 dice: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad…”. Antes de Cristo, el Espíritu no habitaba en la tierra como ahora. Juan 7:39 dice: “Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”. Su presencia representaba cambios. Jesús dijo: “Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros”. Jesús les dijo a sus discípulos que aunque Él estaba CON ellos, e iba a estar EN ellos. En Juan 15:26 Jesús dijo: “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí”. En la Creación, el Espíritu esperó por la Palabra; en Pentecostés el Espíritu también esperó por la Palabra.

Desde
el momento en que los discípulos recibieron el Espíritu, Él activó la Palabra de Dios. Como dice 1 Pedro 1:12, “por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo”. Eso era algo que no había ocurrido antes. Los grandes profetas hebreos nunca tuvieron nuevos convertidos. Dios envió a Isaías sólo para “transformar, transformar”. Jeremías terminó su ministerio lamentándose sobre las ruinas en llamas de Jerusalén, habiéndose cumplido así sus palabras. Hasta donde yo sé, el único hombre en Israel que se arrepintió fue el Rey Manasés, y eso fue porque él había estado en prisión por años de años. Pero Jesús dijo que enviaría al Espíritu Santo y éste convencería al mundo “de pecado, de justicia, y de juicio”. Cuando Pedro predicó su primer sermón, 3,000 personas se arrepintieron.


“Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo”. El primer ataque de parte de Cristo fue dirigido a los elementos satánicos. Él reprendió a los demonios. Los demonios nunca antes habían sido reprendidos como Él los reprendió, y como nosotros también los reprendemos. En el Antiguo Testamento no existe ningún incidente donde se haya reprendido un demonio. No fue hasta que Jesús vino al mundo que el Espíritu comenzó a sanar a los enfermos, a los inválidos, a los ciegos y a los sordos. Estas maravillas no se conocieron en Israel por 2000 años. El Espíritu movía a los profetas a hablar, no a sanar a los enfermos. Sanidades y milagros eran poco comunes en aquellos tiempos.

Jesús dijo que Juan el Bautista fue el mayor de los profetas; y sin embargo, Juan no hizo milagros. Él fue el último de los profetas del antiguo movimiento, pero aún el más pequeño en el Reino es mayor que Juan porque pertenece a un nuevo movimiento del Espíritu. El Espíritu es el Señor de las maravillas. Él puede obrar cuando nosotros le proveemos el medio correcto, y ese medio es cuando predicamos, vivimos y creemos en la Palabra. Juan 16:13 dice: “sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir”. ¿Cuándo, dónde y qué cosas son las que Él escucha? Él sólo escucha la Palabra. Cuando Él la escucha, Él habla. Él la escucha cuando la habla.

El Espíritu de Jesucristo


2. 1 Pedro 1:11 llama al Espíritu Santo el Espíritu de Cristo. “El Espíritu de Cristo que estaba en ellos”. Filipenses 1:19 dice: “del Espíritu de Jesucristo”. Ellos dicen esto en forma posesiva – el Espíritu de Jesucristo. El Espíritu le pertenece a Cristo, a la Palabra, y labora junto a Él. En Juan 15:26, Jesús dijo: “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí”. Y Juan 16:7 dice: “Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré”. En Juan 16:14, Jesús también dijo: “El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber”. El propósito del Espíritu es ser para nosotros lo que Jesús fue para sus discípulos.

Sólo Jesús puede impartir el Espíritu. Únicamente Él puede Bautizar en el Espíritu Santo. Nadie más tiene autoridad para impartir el Espíritu. Nosotros podemos imponer manos pero el Espíritu viene de Cristo. Nosotros recibimos al Espíritu para nosotros mismos sin que nos quede ningún residuo para darles a otros. Como dice Juan 1:16, “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia”. De SU plenitud, no de la plenitud de otra persona. La unción no se puede compartir. El Espíritu ama a Jesús, y nos dice “pongan sus ojos en Jesús”.

3. Filipenses 1:18-19 dice que Cristo era predicado y que “por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo…”. Predicar la Palabra produce la “suministración” del Espíritu. El Evangelio ES el poder de Dios.

Recientemente, escuché decir que en la ciudad de Los Ángeles, en los Estados Unidos, había habido interrupciones en el suministro eléctrico. Las plantas de energía eléctrica no estaban generando suficiente electricidad para suplir la demanda. Nosotros sabemos que el mundo material está compuesto de energía. La famosa ecuación de Einstein dice que la masa es igual a la energía. Cada átomo es un portador de energía. El problema de la industria eléctrica es poder utilizar eficientemente el recurso inagotable de energía de la naturaleza. El sol es una fuente de energía. La ciencia sabe cómo funciona, la formula. Esto es algo que puede resolver, de una vez por todas, los problemas de energía del mundo entero. La energía generada por fósiles ya no se consumiría, eliminando así la contaminación del medio ambiente. Pero poder utilizar esa formula está más allá de la tecnología que tenemos hoy día, es un sueño del futuro. Aunque se han invertido millones, los problemas son muchos.

A mi parecer, algunas iglesias están en una situación similar a ésa. Si ser cristiano significa algo, es que tenemos a nuestra disposición una cantidad infinita de recursos. Las personas citan las palabras de Cristo cuando dijo: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”; y hablan de la omnipotencia de Dios, pero parecen estar sufriendo un apagón eléctrico. Pablo les escribió a los efesios y les dijo: “alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos…” (Efesios 1:18-20).

Algunos creyentes creen que la plenitud del poder de la que Pablo habla es la época de los apóstoles. Inclusive, ellos le atribuyen a las Escrituras cosas que nunca se mencionan y dicen que esos tiempos maravillosos ya pasaron. El cristianismo no es lo que era, y partes del Nuevo Testamento ya no se consideran importantes. Estos creyentes piensan que los milagros de antes eran mucho más reales – como si el Espíritu estuviese perdiendo poder, o los cables eléctricos estuviesen muertos. Los evangelistas no forjan expectativas para que las personas reciban milagros. Ellos sólo dicen lo que dice la Biblia.

Otras
personas piensan que deben obtener poder por medio de sus propios esfuerzos, como si le pudieran dar vueltas a una manivela para producir un poco de corriente. Ellos miden el poder en base al tiempo que pasan orando. El grado de poder es equivalente al grado de su santidad, una medida de poder que se acreditan en base a la medida de sus obras. Un intercambio de manifestaciones humanas en lugar de manifestaciones Divinas.


Yo no creo en eso. Los cables de electricidad están “vivos”. Las estaciones de energía de la Cruz y de la Resurrección no están obsoletas. Jesús está igual de vivo y la Palabra de Dios es tan cierta como hace 2000 años. La verdad no tiene tiempo. “Y su verdad por todas las generaciones”. El poder del Espíritu Santo, el poder de la Sangre de Cristo, la palpitante vida de la Resurrección, y la revelación de Cristo a la derecha de Dios, todo esto contribuye a un mensaje poderoso de una experiencia poderosa.

El poder de Dios es tan grande y tan necesario para nosotros hoy como lo fue para los apóstoles. Ellos luchaban contra un mundo cínico e incrédulo al igual que nosotros, pero ellos se burlaron del mundo. El mundo no tenía esperanzas, estaba en bancarrota, no les ofrecía nada al final de la vida excepto un ataúd. Sin embargo, los creyentes fueron ceñidos con poder, sus mentes iluminadas de esperanza, sus vidas revividas con fuerzas regeneradoras. ¡Aleluya!

Desafortunadamente, no importa cuán alto sea el voltaje, si no nos conectamos a la fuente del poder y no encendemos el interruptor, la corriente no puede fluir. Pero si queremos tener lo que los apóstoles tenían, lo podemos obtener si hacemos lo que ellos hicieron. ¿Dónde está el enchufe? Todo hogar tiene un enchufe, la Palabra de Dios. ¿Qué es el enchufe o el interruptor? Simplemente, leer y creer la Palabra.

Las Manos de Dios


4. Las manos de Dios. El Espíritu y la Palabra son las dos manos del Padre que hacen su voluntad. Leemos acerca de la mano derecha de Dios pero nunca acerca de la izquierda. ¿Por qué? Normalmente, nuestra mano izquierda es más débil, menos eficiente que la derecha. Éste no es el caso de Dios. La mano izquierda de Dios no es débil. En Dios no existe ninguna ineficiencia. Usualmente, leemos acerca del brazo del Señor. El salmista dijo: “Tuyo es el brazo potente…” (Salmo 89:13). Cristo está sentado a la mano derecha de Dios. Esto significa que Él es la mano derecha de Dios. Él ejerce todo el poder. Cristo es la Palabra y es por medio de Él que el Espíritu Santo hace maravillas.

Dios nunca muestra debilidades. Él no tiene ningún punto débil. Dios nunca está por debajo de la altura que se espera de Él. Él nunca está desprevenido, ni hace las cosas accidentalmente o despreocupadamente. El poder de Dios no varía. No podemos poner el pie en un acelerador para aumentar el poder de Dios. El poder de Dios no es más poderoso un día que otro, ni de un servicio a otro. Jesús no dijo: “Donde dos o más están reunidos ahí estoy, hasta cierto punto, dependiendo del ambiente”. Él sólo tiene un parámetro: “Porque yo Jehová no cambio…” (Malaquías 3:6). Él nunca se sobrepasa a Sí mismo. Él no deja nada en guardado para cuando lo merezcamos. Usualmente hablamos de “tener más del poder de Dios”, o “más poder”, pero esas expresiones no son bíblicas. Dios tampoco está con nosotros en unos lugares más que en otros. Yo sé que parece ser así, pero eso es sólo un reflejo de nuestra naturaleza humana.

Nosotros pensamos que aunque maravilloso, es natural que las personas acepten al Señor como su Salvador en nuestros servicios evangelísticos. Sin embargo, eso es algo extraordinario – es el Espíritu Santo. Eso es algo que no hubiésemos podido ver antes de que Cristo viniese al mundo. Nuestras predicaciones nunca podrán igualar la inspirada oratoria de Isaías; y sin embargo, él no pudo ganar ninguna alma. Cualquier vida que cambie como resultado de nuestras predicaciones debe ser atribuida totalmente al Espíritu Santo. En otras palabras, la obra es del Espíritu. De manera que debemos preocuparnos porque Él tenga la oportunidad que Él desea, y eso lo logramos SIEMPRE que prediquemos la Palabra de Dios.

“No apaguéis al Espíritu” (1 Tesalonicenses 5:19). Nosotros apagamos al Espíritu cuando predicamos la Palabra sin el Espíritu y cuando queremos el Espíritu sin la Palabra. La Palabra sin el Espíritu es vana. “Porque la letra mata, mas el espíritu vivifica” (2 Corintios 3:6).Sin el Espíritu, nuestra predicación es sólo un discurso, únicamente información. Así es la vida espiritual de los cristianos “muertos”.

El Espíritu se apaga cuando queremos tener todas las experiencias del Espíritu sin la Palabra, sin Él. Agitarse físicamente y gritar, no mueve al Espíritu Santo. Ser frío y preciso tampoco; sólo la predicación de la Palabra. Al Señor no le importan nuestras peculiaridades o expresiones. Es posible copiar los efectos del Espíritu. Podemos imitar su presencia con predicaciones astutas, manipuladoras y sicológicas; así como con trucos, métodos, intimidaciones y el alboroto de las personas. Así es como Él se aleja. Se apaga. El Espíritu llega con la Palabra. Cada página florece con cincuenta mensajes. ¿Por qué raspar el fondo del barril para obtener sermones cuando la Palabra es un barril sin fondo?

Una predicación es el resultado de lo que le ocurre a una persona cuando abre la Biblia y tiene una experiencia con Dios en el Espíritu. Si su Biblia siempre está abierta, usted siempre tendrá una experiencia con Dios. Eso es unción, la unción. Usted sentirá que una presencia como ésa es demasiado maravillosa para los seres humanos. Ése es el gozo más grande que los hombres puedan conocen.

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