Ahora veras si mi palabra se cumple o no. (Números 11:23)
En el otoño de 1821, un estudiante de leyes de veintinueve años de edad comenzó a buscar al Señor. Durante el pasado año un avivamiento se había extendido en su ciudad natal de Adams, Nueva York, y él había rehusado participar. Pero después comenzó a orar. Cuarenta años más tarde, recordó de esta manera su conversión: "El Espíritu Santo descendió sobre mí con tal fuerza que parecía que me traspasaba el cuerpo y el alma. La impresión fue como de una ola de electricidad que me traspasó enteramente. Parecía venir sobre mí en olas de amor, pues no lo pudiera expresar de otra manera. Parecía como el aliento mismo de Dios. Puedo recordar expresamente que parecía abanicarme, como inmensas alas. No tengo palabras para expresar el maravilloso amor que fue derramado en mi corazón". 1
Así comenzó el ministerio de Charles Grandison Finney (1792-1875), uno de los más destacados e influyentes evangelistas en la historia de los Estados Unidos.
El ministerio de Finney fue el apogeo del Segundo Gran Despertamiento (alrededor de 1792-1835). Vivió en la época de rápida expansión al Oeste, en que hubo un crecimiento de población sin precedentes. Los norteamericanos habían asimilado la doctrina del "Destino Manifiesto", y con ella el optimismo en los logros y el potencial humanos únicos en la historia. Finney era la personificación espiritual de ese ideal.
Resumiendo la importancia de Finney, Marcos Noll escribe: "Hay que reconocer que se debiera clasificar a Finney con Andrew Jackson, Abraham Lincoln, y Andrew Carnegie... como uno de los personajes públicos más importantes de la América del siglo diecinueve. Sin duda, entre la raza blanca de los Estados Unidos, sobresale, después de Jonathan Edwards, como una figura crucial en el mundo evangélico". 2
Los Primeros AÑos
Poco después de su dramática conversión, Finney comenzó a estudiar bajo su pastor presbiteriano, George Gale. Éste lo animó a asistir al Seminario Princeton. Pero como no sentía gran respeto por la teología ni los teólogos, Finney escribió: "Llana y plenamente les dije que no me sometería a la influencia bajo la que ellos habían estado". 3
En sus memorias, Gale lo recuerda de otra manera: "Finney no asistió al seminario porque no pudo ser aceptado".
Por cualquiera razón, Finney no procuró hacerse de una educación teológica formal. Como resultado, su presbiterio lo puso bajo tutela de Gale y otro pastor. En 1823, Finney recibió licencia para predicar, y fue ordenado en 1824.
Durante este tiempo la Sociedad Misionera Femenil lo comisionó para que trabajara como evangelista en el laberinto de pueblos y aldeas en el noroeste de Nueva York. Allí Dios le concedió cierta medida de buen éxito.
En 1825, hubo un drástico cambio en su ministerio. Finney fue invitado a predicar en Utica, Nueva York. Utica quedaba cerca del recién escavado Canal Erie. Era una metrópolis del Oeste, en creciente desarrollo y de mucho movimiento. Durante dos años Finney predicó, con creciente efectividad, en Utica y las ciudades adyacentes de Rome y Syracuse.
Los métodos de Finney eran novedosos. No evangelizó como sus predecesores: Jonathan Edwards, George Whitefield, y Asahel Nettleton. 4 Para tener conversiones, a propósito elevó el timbre emocional de las reuniones. Adoptó y popularizó la práctica metodista de llamar a los conversos a pasar al altar o sentarse en la silla del penitente para significar su decisión de seguir a Cristo. Para agotar a los oyentes y llevarlos a hacer una entrega, alargaba sus reuniones. A veces las reuniones duraban cuatro horas y más. Estas formas de manipulación no escaparon a los críticos.
Conferencia En New Lebanon
Finney tuvo considerable éxito, pero debido a sus nuevas medidas, se levantó mucha oposición. Sus principales oponentes fueron dos personajes de buena fama nacional: Lyman Beecher y Asahel Nettleton.5
En el verano de 1827 se organizó una conferencia en New Lebanon, Nueva York, para tratar las diferencias. Según Iain Murray, la conferencia "no era cosa de estar a favor o en contra, no de la emoción, sino de la adopción de medios, además de la predicación y la oración, para provocar emoción".6
Nettleton y Beecher estaban de un lado; Finney y sus seguidores del otro. Nettleton y Beecher se habían graduado de Yale. Ellos representaban la tradición teológica de New England de sus antepasados. Finney, sin educación académica, iba en dirección de cambio y de una interpretación personal de las Escrituras.
La Conferencia de New Lebanon culminó en un punto muerto. El que no pudieran censurar a Finney fue su victoria. Esto le dio la medida de respetabilidad que le hacía falta. Por primera vez las iglesias en las grandes ciudades de la costa Este abrieron las puertas a su ministerio. Desde el verano de 1827 hasta el otoño de 1829 tuvo campañas en Wilmington, Philadelphia, y Nueva York.
Avivamiento En Rochester
Desde el otoño de 1830 hasta el verano de 1831, el ministerio de Finney llegó a su punto culminante en Rochester, Nueva York. El Espíritu de Dios estuvo con él en gran poder. Como Utica, Rochester era un centro comercial de mucho movimiento, cerca del recientemente terminado Canal Erie. Tal era la manifestación del poder de Dios en la obra de Finney que los comerciantes de todo el distrito muchas veces cerraban sus puertas para asistir a las reuniones. En sus giras de iglesia a iglesia, grandes multitudes seguían a Finney.
Charles Hambrick-Stowe, un biógrafo de Finney, observa: "Muchos llegarían a decir que fue el más grande avivamiento local en la historia de los Estados Unidos".7 Citando a Beecher, continúa: "El avivamiento a escala nacional despertado por Rochester fue 'la mayor obra de Dios, y el más grande avivamiento religioso que el mundo jamás ha visto en tan corto tiempo'". 8
La campaña en Rochester también unió a los creyentes respecto de dos importantes asuntos sociales: temperancia y la abolición de la esclavitud. Ambos tendrían muy amplias implicaciones.
Escritura Y EnseÑanza
En 1832, el fuego del avivamiento comenzó a desvanecerse y Finney asumió un pastorado en Nueva York. En 1835, el recién fundado Oberlin College (Ohio) lo invitó a ser su primer profesor de teología. Finney tenía cuarenta y tres años de edad y estaba agotado. En gran necesidad de descanso y con el sentir de que estaba ocurriendo un cambio en el ambiente espiritual, aceptó. Por el resto de su vida se dedicó a dictar clases en Oberlin y a conducir campañas en varios lugares, como en Nueva York, Boston, e Inglaterra.
Hasta entonces, Finney se había dedicado al evangelismo. Como no tenía obras publicadas, sus suposiciones teológicas eran relativamente desconocidas. Todo esto cambió en 1835, cuando Finney publicó sus Lectures on Revivals of Religion . En un resumen del contenido, Nathan Hatch escribe: "Finney lanzó una virulenta crítica de la ortodoxia calvinista, tirando a matar el sistema calvinista. Negó la implícita autoridad del saber, se burló de la impotencia de los cuidadosamente escritos sermones... y condenó el distante y elegante estilo de los ministros educados. Clamó contra la burocracia eclesiástica, particularmente las sutilezas teológicas y la caza de herejías que había llegado a caracterizar el coto presbiteriano... Finney pedía una revolución copernicana para que la vida religiosa se centrara en el público. Despreciaba el estudio teológico formal".9
El problema consistía en que Finney escribió Revivals of Religion [Avivamiento de religión] cuando todavía era un ministro presbiteriano ordenado. Esto puso al descubierto su oposición a la teología de su propia denominación. Además, sus obras posteriores confirmaron que él creía en la posibilidad de una vida santa y sin pecado para los recién conversos, la negación de la imputación del pecado y la culpa de Adán, la habilidad humana de crear para sí una nueva naturaleza, el rechazo de la Expiación sustitutiva, y el poder de fabricar un avivamiento mediante ciertos métodos. En otras palabras, negó grandes secciones de la Confesión de Westminster que había jurado mantener. Él y Asa Mahan (1799-1889), el presidente de Oberlin College, más adelante compilaron estas ideas en lo que se conoce como "Teología Oberlin".
En 1837, sintiendo la presión de sus colegas presbiterianos, renunció a la denominación presbiteriana y se afilió a los congregacionalistas.
En 1851, bajo presión, Mahan renunció a la presidencia de Oberlin y la facultad con voto unánime pidió a Finney que asumiera ese cargo. Tenía entonces cincuenta y nueve años de edad. Finney mantuvo la presidencia hasta 1866, cuando renunció debido a su avanzada edad. Pero siguió dedicándose a la evangelización, y a la enseñanza en Oberlin, hasta su muerte en agosto de 1875.
El Ministerio De Finney
El ministerio de Finney fue único. En un tiempo cuando casi todos los pastores leían sus sermones, Finney predicaba sin notas, y generalmente sin prepararse. Se levantaba a hablar según el Espíritu lo inspiraba. Más adelante, se valió de un sencillo bosquejo para sus prédicas.
Finney despreciaba la preparación formal. A veces era criticado por su estilo de predicación tajante y sentenciosa.
Finney practicó muchas novedades. Como no creía en el pecado original, suponía que el hombre puede arrepentirse y volverse a Dios sin intervención sobrenatural. Por lo tanto, cualquier medida que pudiera provocar una decisión por Cristo era justificada. Caracterizaban su obra los llamados al altar, la práctica de orar públicamente por los inconversos que estaban presentes, y la exigencia a tomar una decisión inmediata de seguir a Cristo.
Aunque los metodistas, y algunos bautistas, ya habían estado practicando estos métodos, Finney los popularizó. Siguen en uso hoy. Como señala Murray: "Lo que sucedió allí [en la Nueva York occidental bajo Finney] llegó a marcar un hito en la historia evangélica, y trajo entre los líderes que también profesaban fe en la obra del Espíritu Santo, la primera gran controversia respecto del significado del avivamiento".
A su favor se dirá que Finney también motivó las aplicaciones sociales del evangelio. Finney, Mahan, y sus seguidores fueron algunos de los primeros líderes en el movimiento que abogaba por la abolición de la esclavitud. También asumió una firme postura contra la orden masónica.
La TeologÍa De Finney
Finney fue un muy franco pelagiano. Sus otras creencias teológicas, que ya hemos mencionado, revelan su repugnancia a la preparación teológica. Un historiador resume así la teología de Finney: "El concepto de que un hombre no regenerado es gobernado por una naturaleza caída no tenía sentido... Una decisión de la voluntad, no un cambio de naturaleza, era todo lo que se requería para ser convertido... Si la conversión era el resultado de la decisión del pecador, y si era responsabilidad del predicador inducir esa decisión... entonces cualquier medida que llevara al inconverso hacia el punto de una instantánea y absoluta conversión tenía que ser buena".11
Estas ideas eran contrarias a la ortodoxia de la época, que la mayoría había aceptado desde que el Mayflower arribara en Plymouth Rock en 1620.
¿De dónde sacó Finney estas ideas? Casi todos los historiadores señalan la influencia de Nathaniel William Taylor (1786-1858), profesor de teología en Yale. Los puntos de vista de Finney eran casi idénticos a los que se hallan en la "Teología New Haven" de Taylor, también denominadas la "Nueva Teología".12 "La voz era de Finney" —expresa Murray—, pero "el pensamiento era de Taylor".13 O, como lo expone Nathan Hatch: "Las abstracciones de la teología New Haven de pronto habían cobrado vida en el burdo y animado fanatismo de las Nuevas Medidas [de Finney]".
A la larga, la teología New Haven, popularizada por Finney, produjo división. En 1838, los presbiterianos se dividieron en la Antigua Escuela y en la Nueva Escuela. La primera representaba la tradición teológica que descendía de la Reforma hasta los Puritanos. La última expresaba la nueva teología de Taylor y Finney.
Fortalezas De Finney
Los muchos puntos fuertes de Finney explican la manera poderosa en que Dios lo usaba. Una de sus fortalezas era su vida de oración. Era un hombre que oraba intensamente y por largas horas, una disciplina que necesitan los pastores. Finney pensaba que podía producir avivamiento mediante ciertos métodos, pero su vida de oración fue el mayor factor contribuyente. A menudo pasaba horas en oración, tanto antes como después de sus reuniones de avivamiento.
Su segunda fortaleza era la gran unción del poder del Espíritu Santo que descansaba sobre él. Cuando predicaba, los oyentes solían quedar en completo silencio. Luego llegaban a un profundo, prolongado, y penetrante sentido de pecado, lo cual resultaba en una gran conversión a Cristo, algo que por medios humanos era imposible explicar.
La tercera fortaleza de Finney era su ética laboral. Cuando conducía una campaña trabajaba dieciséis horas al día, siete días a la semana. Después de tan intenso esfuerzo, cada verano pasaba varias semanas en Nueva York, en la granja de sus suegros, para recuperar las fuerzas.
En cuarto lugar, el celo evangelístico de Finney no tiene precedentes. Amaba a la gente y se entregó desmesuradamente para que fueran salvos.
Debilidades
Finney también tuvo debilidades que limitaron un prolongado servicio a la Iglesia, y en ciertos casos provocaron mucho daño entre los de poco criterio.
La primera fue su mentalidad de "llanero solitario": solamente yo y mi Biblia. Para Finney, la teología y la historia de la Iglesia eran territorio que no le interesaba mucho. Debido a esto, muchas veces era imposible enseñarle algo y no se dejaba corregir. (Hemos notado su indisposición de escuchar a sus mayores en la Conferencia de New Lebanon el verano de 1827.)
Por ejemplo, Finney escribió: "Hay mucha ignorancia en las iglesias respecto al tema de los avivamientos... Muy pocos tienen buen conocimiento del tema".14 Pero, desde 1790, se han suscitado grandes avivamientos en Norteamérica e Inglaterra. Probablemente el mayor avivamiento en la historia, el Gran Despertamiento, tuvo lugar bajo Whitefield, Edwards, y Wesley en los años 1740. Ignorando estos recientes sucesos, Finney supuso que él era el primero en comprender de veras el avivamiento.
"Finney comenzó su propia búsqueda religiosa — anota Nathan Hatch — , al negar la fuerza de la herencia de autoridad religiosa. Confiaba en su propio iluminado razonamiento, aunque no contaba con instrucción teológica".15 Esta postura lo excluyó de la histórica confesión cristiana en muchos de los importantes aspectos doctrinales. Ya hemos mencionado algunos de éstos.
Su segunda debilidad, que tiene mucho que ver con la primera, era la elevación de la razón por encima de la revelación. Finney exigía que muchos misterios bíblicos fueran traducidos a fórmulas racionales humanas. Finney luchaba por "ajustar las verdades del cristianismo a un tan armonioso sistema de pensamiento que no se violara los dictámenes de la razón — observa Murray — . Esto, como muchas veces dijo, era (después de la conversión de almas) la gran meta de su vida".16 Finney no podía aceptar misterios, como la congruencia de la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre.
LeCCIONEs
Podemos aprender muchas lecciones de la vida de Finney. Primero, Dios se complace en usar vasos imperfectos. Dios perfeccionó su poder mediante las debilidades de Finney (2 Corintios 13:4). Esto debiera alentar a cada pastor. A pesar de las imperfecciones de Finney, Dios se complació en hacerlo su instrumento. A pesar de nuestras imperfecciones, Él se valdrá también de nosotros.
Segundo, necesitamos discernimiento. El poder sobrenatural de Dios no significa que aprueba todo lo que el hombre cree o hace. Dios ungió a Sansón aunque durmió con prostitutas filisteas. Dios ungió y amó a Charles Finney aunque rechazó la verdad del pecado original y de la Expiación sustitutiva.
Pero también es cierto lo opuesto. Los fracasos de un hombre no impiden que Dios obre por medio de él. Balaam era idólatra, pero Dios habló proféticamente por medio de él. Aprendemos de Finney a no rechazar el poder de Dios manifestado en un hombre sólo porque su vida o su doctrina sean imperfectas.
Tercero, nuestras suposiciones teológicas determinarán nuestra práctica. La teología New Haven de Finney determinó sus métodos evangelísticos. Él enfatizó demasiado el lugar de las decisiones humanas porque rechazó la verdad del pecado original. Su alta estima del hombre gobernó sus prácticas evangelísticas. De la misma manera, nuestras suposiciones teológicas determinan nuestras prácticas.
Cuarto, sea humilde. No sea un "llanero solitario". Lea la historia de la Iglesia y aprenda de ella. Estudie la teología de grandes pensadores del cristianismo, como Agustín, Calvino, Lutero, y Edwards. No se decepcionará, porque...
Dios escribe la Historia.
El Arrepentimiento Verdadero y El Arrepentimiento Falso
Por Charles Finney (Selecciones)
I. Les voy a demostrar qué es un arrepentimiento verdadero:
1. Debe haber un cambio de opinión en relación con el pecado.
Para aquél que se ha arrepentido de veras, el pecado se ve muy diferente de cuando no se había arrepentido aún; en vez de aparecerse como algo fascinante o deseable, se ve como todo lo contrario: lo más odioso y detestable, y más aún, la persona está sorprendida de que alguna vez haya deseado tal cosa. Los pecadores que no se han arrepentido ven al pecado como algo que los puede destruir, porque Dios los castigará por ello, pero aún sigue siendo deseable; lo aman y nunca piensan en abandonarlo. Pero para quien sí se ha arrepentido de veras, lo ve y dice "Que odioso, detestable y merecedor del infierno era eso que yo hacía".
2. Un cambio de carácter en cuanto a la relación entre el pecado y Dios. Los pecadores no comprenden porqué Dios castiga el pecado de forma tan terrible.
3. El cambio de opinión debe estar seguido de un cambio de corazón.
El arrepentimiento es genuino cuando:
1. Hay en tu mente un cambio consciente de ver y sentir el pecado. ¿Puedes afirmar eso?
2. Se va todo deseo de repetir el pecado. Ya no amas el pecado, ya no te atreves a pecar por temor al castigo o por evitar el castigo sino porque tu odias el pecado. ¿Cómo estás en este punto? Mira los pecados que cometías antes cuando eras incrédulo, ¿Cómo se te presentan ahora? ¿Se ven deseables y te agradaría practicarlos de nuevo? Si es así, significa que tus opiniones sobre el pecado han cambiado pero que todavía no eres un pecador arrepentido.
3. Cuando hay restitución: El ladrón no se ha arrepentido cuando mantienen el dinero que se ha robado.
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LA VERDAD DE EVANGELIO |
La oración que prevalece
Por Charles Finney
La oración eficaz del justo tiene mucha fuerza (Santiago 5:16).
Hay dos medios necesarios para fomentar un avivamiento: uno es el influir en los hombres; el otro el influir en Dios. Con la verdad empleada de influir en Dios no quiero decir que la mente de Dios se cambie por la oración o que se cambie su disposición de carácter. Pero la oración produce un cambio tal en nosotros que hace compatible para Dios hacer lo que de otro modo no sería compatible. Cuando un pecador se arrepiente, este estado de sentimiento hace apropiado que Dios lo perdone. Dios siempre ha estado dispuesto a perdonarlo bajo estas condiciones, de modo que cuando el pecador cambia sus sentimientos y se arrepiente, no se requiere ningún cambio de sentimiento en Dios para perdonarlo. Es el arrepentimiento del pecador el que hace posible su propio perdón, y es la ocasión para que Dios actúe así.
Algunos yerran en la dirección opuesta. Pierden de vista el hecho de que la oración, cuando es ofrecida por sí misma, aunque se hiciera para siempre, no daría ningún resultado. Algunos van a sus cuartos solos «para orar», simplemente porque «han de decir sus oraciones». Ha llegado la hora en que tienen el hábito de orar, sea a la mañana, al mediodía o cuando fuere. Pero en vez de tener algo que decir, no hay nada definido en su mente, y oran según les vienen las palabras, lo que flota en su imaginación en aquel momento, y cuando han terminado apenas se acuerdan de lo que han dicho. Esto no es oración efectiva.
La oración eficaz
Para orar de modo efectivo has de orar con sumisión a la voluntad de Dios. No confundas la sumisión con la indiferencia. Son muy distintas. Conocí a un individuo que vino a un lugar en que había un avivamiento. Él estaba frío, y no entró en el espíritu del mismo, y no tenía espíritu de oración; y cuando oyó que los hermanos oraban como si Dios no se les pudiera negar lo que pedían, se sobresaltó de su atrevimiento, y siguió insistiendo en la importancia de orar con sumisión; cuando era evidente que confundía la sumisión con la indiferencia.
Mientras no conozcamos la voluntad de Dios, el someterse sin oración, es tentar a Dios. Quizá, aunque no lo sepamos, el hecho de que ofrezcamos la clase adecuada de oración puede ser lo que cambie el curso de las cosas. En el caso de un amigo impenitente, la importunidad y fervor de tu oración puede muy bien ser lo que lo salve del infierno.
La oración que prevalece se ofrece hoy, cuando los cristianos se han enfervorizado hasta un punto de importunidad y santo atrevimiento, que cuando después miraron hacia atrás, se asombraron de que se hubieran atrevido a ejercer tal importunidad ante Dios. Y con todo, estas oraciones suyas habían prevalecido y obtenido la bendición. Y muchas de estas personas, con las que tengo amistad, se hallan entre las más santas que he conocido.
La tentación a orar por motivos egoístas es tan fuerte que hay razón para temer que las oraciones de muchos padres nunca se han elevado más allá de deseos de ternura paterna o materna. Y esta es la razón por la que muchas oraciones no han sido contestadas y porque muchos padres piadosos y que oran tienen hijos infieles. Gran parte de la oración para el mundo pagano parece basada solo en el principio de la simpatía. Hay misioneros, y otros, que insisten casi exclusivamente en los millones de paganos que van al infierno, mientras se dice muy poco de que están deshonrado a Dios.
Muchos cristianos llegan a la oración que prevalece por medio de un proceso retardado. Su mente se va llenando gradualmente de ansiedad sobre un objeto, de modo que se dedican a sus quehaceres suspirando sus deseos ante Dios. Como la madre cuyo hijo está enfermo va rondando por la casa suspirando como si su corazón fuera a partirse. Y si es una madre que ora, sus gemidos suben a Dios todo el día. Si sale de la habitación en que está su hijo, su mente sigue todavía allí; y si está durmiendo, sus pensamientos están sobre él, y se despierta sobresaltada en su sueño, pensando que quizá su hijo está muriendo. Toda su mente está absorbida en aquel niño enfermo. Este es el estado de la mente de los cristianos que ofrecen oración que prevalece.
El espíritu de aquellos que han estado en aflicción por las almas de otros, me parece a mí, no es diferente del apóstol que sufría por las almas, y «deseaba él mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a sus hermanos» (Romanos 9:3). No es distinto tampoco de la del salmista (Salmo 119:53): «El furor se apoderó de mí a causa de los inicuos, que dejan tu ley». Y en Salmo 119:136: «Ríos de agua descendieron de mis ojos, por los que no guardan tu ley». Ni del profeta Jeremías (4:19): «¡Mis entrañas, mis entrañas! Me duelen las fibras de mi corazón; mi corazón se agita dentro de mí; no callaré; porque has oído sonido de trompeta, oh, alma mía, pregón de guerra». Y en los capítulos 9:1 y 13:17, y en Isaías 22:4 también. Leemos de Mardoqueo, cuando vio a su pueblo en peligro de ser destruido con una destrucción eventual (Ester 4:1) que «rasgó sus vestidos, se vistió de saco y, cubierto de ceniza, se fue por la ciudad clamando con grande y amargo clamor.» ¿Y porqué hemos de pensar que las personas no han de desesperarse cuando no pueden tolerar la consideración de la miseria de los que van a la destrucción eterna?
Esto se aplica perfectamente a John Livingstone, el que pasó toda la noche anterior al 21 de junio de 1630 en oración, pues había sido designado para predicar el día siguiente en Kirk of Shotts. Cuando se hallaba solo en el campo, hacia las ocho de la mañana, empezó a escabullirse, por la agonía del temor, cuando el poder abrumador del Espíritu lo constriñó a regresar. Así que predicó, conforme se había arreglado; su texto fue Ezequiel 36:25-26. Después de haber predicado durante una hora y media, unas gotas de lluvia distrajeron a la gente, pero Livingstone, preguntó a la gente si tenían algún cobertizo contra la ira divina, y siguió predicando otra hora. Hubo unos quinientos convertidos en aquel lugar. Esta es una ilustración de un avivamiento tocándose con otro, pues en la gran reunión de Kilsyth &endash;pueblo en que había nacido Livingstone&endash; el 2 y 3 de julio de 1893, William Chalmers Burns, predicando sobre el Salmo 90:3, contó la historia de Kirk of Shotts, e insistió en la inmediata necesidad de recibir a Cristo. «Sentí mi alma conmovida de un modo tan notable &endash;dijo Burns&endash; que me sentí guiado, como el señor Livingstone, a suplicar a los no convertidos a que allí mismo saldaran sus cuentas con Dios... El poder del Espíritu del Señor vino tan poderosamente sobre las almas, como si fuera a arrastrarlas, como el viento poderoso de Pentecostés. Algunos estaban gritando en agonía; otros &endash;entre ellos hombres fuertes&endash; cayeron al suelo como muertos. Me vi obligado a entonar un salmo, nuestras voces se mezclaron con los gemidos de muchos presos que suspiraban por ser libertados.»
La intensidad en la oración
Si quieres orar de modo efectivo, tienes que orar mucho. Se dijo del apóstol Santiago que una vez muerto hallaron que tenía callos en las rodillas, como las rodillas de un camello, de tanto orar. ¡Ah! Este era el secreto del éxito de estos ministros primitivos. ¡Tenían callos en las rodillas!
Si intentas orar de modo efectivo, tienes que ofrecerlo en el nombre de Cristo. No puedes presentarte ante Dios en tu propio nombre. No puedes pedir en tus propios méritos. Pero puedes presentarte en un Nombre que siempre es aceptable. Ya sabemos lo que es usar el nombre de otra persona. Si vamos al banco con un talón firmado por un millonario, puedes sacar el dinero como si lo hiciera él mismo. Pues bien, Jesús te da derecho al uso de su nombre. Y cuando oras en el nombre de Cristo, significa que puedes prevalecer como si fueras Él mismo, y recibir tanto como Dios daría a Jesús si fuera Él quien lo pidiera. Pero has de orar con fe.
Estos fuertes deseos que he descrito son los resultados naturales de gran benevolencia y visión clara, respecto al peligro de los pecadores. Es razonable que sea así. Si las mujeres presentes miraran y vieran que su casa está ardiendo y oyeran los gritos de los que están dentro, se desmayarían de horror y agonía. Y nadie se sorprendería, ni dirían que son tontas o locas por afligirse de tal manera. Es al contrario: todos se extrañarían si no expresaran sus sentimientos así. ¿Por qué, pues, hay que extrañarse si los cristianos sienten lo que he descrito, cuando ven claramente el estado y el peligro de los pecadores? Los que nunca lo han sentido no conocen lo que es la verdadera benevolencia, y su piedad tiene que ser muy superficial. No quiero juzgar severamente, o hablar sin caridad, pero afirmo que esta piedad es superficial. Esto no es crítica, sino la pura verdad.
Cuando los cristianos son llevados a extremos, hacen un esfuerzo desesperado, ponen la carga sobre el Señor Jesucristo y, simplemente, confían en Él como si fueran niños. Entonces se sienten aliviados, entonces sienten cómo el alma por la que han estado orando está salvada. La carga ha desaparecido, y Dios parece calmar el alma con una dulce seguridad de que la bendición será concedida. A menudo, después de que un cristiano ha pasado esta lucha, esta agonía en oración y ha obtenido un alivio así, siente afectos celestiales dulcísimos que salen de él: el alma descansa dulce y gloriosamente en Dios, y «se alegra con gozo inefable y glorioso» (1 Pedro 1:8).
Estos dolores de nacimiento por las almas crean también un notable lazo de unión entre los cristianos fervientes y los recién convertidos. Los que se convierten son muy caros a los corazones de los que tuvieron este espíritu de oración por ellos. El sentimiento es como el de una madre por su primer hijo. Pablo lo expresa con gran belleza, cuando dice: «Hijitos, por quienes vuelvo a sufrir dolores dé parto» &endash;se habían vuelto atrás, y sufría la agonía de un padre sobre su hijo vagabundo&endash; estoy de parto por vosotros otra vez hasta que Cristo sea formado en vosotros. En un avivamiento he notado con frecuencia de qué manera los que tienen el espíritu de oración aman a los recién convertidos. Ya sé que esto es como si hablara de álgebra a los que no lo han sentido.
La humildad y la oración
Otra razón por la que Dios requiere esta clase de oración es que es el único modo en que la Iglesia puede ser preparada debidamente para recibir grandes bendiciones sin ser perjudicada por ellas. Cuando la Iglesia está así postrada en el polvo delante de Dios, y está en la profundidad de la agonía en oración, las bendiciones le hacen bien. Mientras que si recibe la bendición sin esta postración profunda del alma, se envanece y se llena de orgullo. Pero así aumenta su santidad, su amor y su humildad.
El siguiente hecho fue contado por un pastor y yo lo oí. Dijo que en cierta ciudad no había habido ningún avivamiento durante muchos años; la iglesia estaba casi extinguida, los jóvenes eran todos inconversos y la desolación era general. Vivía en una parte retirada de la ciudad un anciano, herrero, el que tartamudeaba tanto, que era penoso escucharlo. Un viernes, estando en su fragua, solo, su mente se conmovió por el estado de la iglesia y la cantidad de impenitentes. Su agonía era tan grande que se vio llevado a dejar su trabajo, cerrar el taller y pasar la tarde en oración.
Prevaleció, y el sábado llamó al pastor y le dijo que convocara a una «reunión». Después de algunas dudas el pastor consintió; le hizo notar, sin embargo, que temía que asistirían muy pocos. La reunión iba a celebrarse aquella noche en una casa particular grande. Cuando llegó la noche había más gente reunida de la que cabía en la casa. Todos estuvieron silenciosos un rato hasta que un pecador rompió a llorar, y dijo que si alguien podía orar, que orara por él. Otro siguió, y así sucesivamente uno tras otro hasta que había personas procedentes de todos los barrios de la ciudad que estaban bajo una profunda convicción de pecado. Y lo más notable fue que todos coincidieron en dar la hora en que el anciano estaba orando en su taller, como la hora en que fueron convictos de pecado. A esto siguió un poderoso avivamiento. Este anciano tartamudo, pues, prevaleció, y como un príncipe tuvo poder ante Dios.
La Locura de la Moralidad
por Charles G. Finney
"El corazón de los hijos de los hombres está lleno de mal y de insensatez en su corazón durante su vida; " Ecclesiastés 9:3.
Introducción
La Biblia muchas veces atribuye a los inconversos un corazón común. Siempre distingue entre solamente dos clases de la raza humana -- los Santos y los pecadores. Los Santos son los que se han convertido de la vida pecaminosa y ahora son amigos de Dios. Los pecadores siguen siendo inconversos y los enemigos de Dios. Entonces, según la Biblia, el corazón de los inconversos siempre es el mismo en su carácter.
En los días de Noé, Dios testifica: "que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal." (Génesis 6:5). Fíjese que Dios habla de los pensamientos del corazón del hombre como si fueran de un solo corazón -- todos iguales en su carácter moral. Asimismo, por el apóstol Pablo, Dios nos testifica que " la mente carnal es enemistad contra Dios;" (Romanos 8:7) No testifica de una sola persona, ni de unas pocas personas, sino de todos los que tienen una mente carnal. Entonces, nuestro texto "el corazón de los hijos de los hombres está lleno de mal" significa que los hombres estaban de acuerdo y de un solo corazón lleno de maldad. No habla de una o dos personas, sino de TODOS.
El Significado de Enloquecimiento de su Corazón
¿Qué quiere decir Dios con las palabras: "insensatez en su corazón durante su vida"? La antigua versión usa la palabra "enloquecimiento." Significa que el corazón del hombre está lleno de locura.
Hay dos clases de locura: la de la mente y la del corazón.
En la de la mente, el intelecto está torcido. En la del corazón es la voluntad del hombre que está torcida.
La locura de la mente anula la responsabilidad moral. El que está loco en su mente no es, por lo presente, responsable por sus hechos. Está suspendida su responsabilidad porque no sabe su deber y no puede escoger el hacerlo. Pero en el caso de la persona que se hace loca temporalmente, por ejemplo con la embriaguez, las cortes se deben tratar con él como responsable. La culpa viene de que el hecho que produjo el delito fue escogido por su propia voluntad. La persona que toma lo que sabe que le va a embriagar y ponerse fuera de su mente debe tener la responsabilidad por sus hechos mientras está borracho. La razón es que él puede preveer el peligro y evitarlo con mucha facilidad.
La ley general es que mientras el intelecto mantiene su fuerza normal, se obliga actuar en una manera moral.
Por el otro lado, la locura de la moralidad es locura de la voluntad. La persona retiene sus fuerzas intelectuales, pero establece en su corazón exclusivamente el hacer la maldad. Rehusa hacer caso a los regaños de su conciencia. Deshecha las obligaciones de su responsabilidad moral. Siempre está abusando de su conciencia. Su razonamiento afirma que está obligado a hacer lo justo y lo recto, pero rehusa obedecer su razonamiento. En esta forma de locura, el razonamiento se queda intacto, pero el corazón desobedece deliberadamente.
La locura de que refiere el texto es una locura de la moralidad -- locura del corazón. Al decir "corazón" estamos refiriendo a la voluntad -- el poder de escoger entre lo malo y lo bueno. La persona no está loca del intelecto, pero se porta como si estuviera completamente fuera de su mente.
Es muy importante que veamos como se manifiesta la locura de la moralidad. Así que la Biblia afirma que los pecadores están locos del corazón, de seguro se va a manifestar para que lo podamos ver. Es muy notable que la Biblia es muy buena para descubrir el carácter humano. ¿Lo ha hecho en este punto? Vamos a ver.
¿Quiénes Son Los Que Tienen La Locura de la Moralidad?
Los que no están locos del intelecto, pero actúan como si fuera, estos si están locos de la moralidad. Por ejemplo, los que están locos del intelecto tratan con la ficción como si fuera la realidad, y tratan con la realidad como si fuera ficción. Actúan como si la verdad no fuera la verdad, y como si la falsedad fuera la verdad. Pues, todos saben que los locos siguen sus sueños como si fueran la mera verdad. Al decirles la verdad, no les afecta nada.
Asimismo, los que andan en pecado tratan las realidades de lo espiritual como si no fueran de la realidad. Siguen sus sueños vacíos e ideas tontas como si fueran de la verdad más preciosa.
Actúan como si ellos mismos fueran lo más importante, y todo lo demás es de poca importancia. Supongamos que vemos a una persona portándose así todos los días. El anda por aquí y por acá pensando y diciendo que él es el Dios Todopoderoso.
No respeta los derechos de otros, pero demanda que todos pongan los derechos de él sobre todo. Ahora, si viera a una persona portándose así, le contaría como un blasfemo o un loco.
Ahora fíjese en esta verdad increíble: mientras los pecadores hablan con sentido y muestran que saben la verdad, se portan como si no fuera la verdad -- como si ellos mismos fueran lo más importante del universo, y que los intereses de Dios no cuentan para nada. En la practica, todos los pecadores hacen así. Es el elemento más básico del pecado.
El egoísta nunca respeta los derechos de otros, a menos que de una manera le convenga él mismo y le ayude cumplir con sus deseos.
Si una persona cree que él mismo está sobre todos y que importa más que todos, esto comprueba la locura de su intelecto. Lo encerrarían en el manicomio más cerca, rápido. Cuando muestran que saben un mas, pero actúan en contra de su conocimiento, decimos, con la Biblia, que tienen enloquecimiento en su corazón durante su vida."
Fíjese que se manifiesta la locura en la manera que él estima lo temporal y lo eternal. Su forma de vivir declara que él estima mucho más importante lo de ahora que lo de la eternidad. Si una persona diría con palabras que el caso fuera así, sabríamos que está bien loco, y lo ayudaríamos a llegar al manicomio pronto.
Ahora, suponga que no lo dice con la boca, y sabe que no es la verdad, pero siempre vive como si fuera la verdad. Lleva su vida como si así fuera. Entonces, ¿qué? La respuesta es muy sencilla: él está loco de la moralidad. El enloquecimiento está en su corazón.
Así es la practica de todos los que viven en pecado.
Prefieren lo temporal a lo eternal. Dicen con sus hechos, "Dame el gozo de ahora. ¿para qué me preocupo de los asuntos triviales de la eternidad?"
De la misma manera, el pecador estima el cuerpo más importante que el alma. Si alguien dice así, y anda tratando de comprobarlo, sabemos que está loco en su mente. Si es amigo de usted, le duele al corazón al verlo así -- tan loco; ya que perdió su razonamiento! Lo que mejor sí lo supiera, pero sigue viviendo así, diría que está loco de la moralidad.
Si ve a una persona que está destruyendo sus cosas, no por equivocarse, ni por accidente, sino a propósito y ésta persona hace cosas que le hacen daño a su salud, y no le interesan para nada sus mismas cosas, iría con un juez para que le encerraran en un manicomio, y le quitaría sus cosas para que no las destruya. En lo espiritual, el pecador, a propósito, vive en una manera que está en contra de sus intereses más importantes, dados los medios para conseguir la sabiduría, no aprovecha. Los tesoros del Cielo están puestos a su alcance, pero no los agarra. Riquezas infinitas las están ofrecidas como regalo de Dios, y no las toman.
¡Claro está! Si el pecador tratara con las cosas temporales de la misma manera que trata con las cosas espirituales, todos dirían que está bien loco. Dirían así: "Ves, que este hombre se porta en contra de si mismo en todo. ¿Quién puede decir que no está loco? ¡Un hombre que no está loco no actúa así!"
En los asuntos morales, el pecador siempre le echa ganas para subvertir sus propios intereses. ¡Se hace destituido para siempre! ¡Oh, como se empobrece su alma, cuando pudiera tener las riquezas del Cielo!
El pecador hace esfuerzos para realizar lo imposible. Por ejemplo, piensa hacerse feliz en su pecado y egoísmo. Pero saben bien que no se puede. Pregúntele, y él le va a decir que eso no es posible. Todavía, a pesar de esta convicción, sigue buscando la felicidad en su pecado. Sigue tratando, como si esperara un día llegar a encontrar lo imposible.
Tal vez, no le sorprende, porque esto es muy común. Pero, vamos a suponer que veamos a una persona tratando así con os temas mundiales. ¿Qué pensaría usted de él? Por ejemplo, lo ves que está trabajando duro para hacer una escalera larga. Usted le pregunta: "¿Qué estás haciendo?" Le contesta, "Pues, estoy haciendo una escalera que alcanzará a la luna." Usted ve que él está gastando sus esfuerzos y su dinero para poder llegar a la luna por una escalera. ¿No diría usted que este hombre está completamente loco? Si no estuviera loco, sabría que esto no es posible.
Pero, acerca de las cosas espirituales, el pecador siempre está tratando de hacer lo imposible -- estar feliz mientras practica su pecado; contento cuando está en rebelión a su propia conciencia; alegre mientras su corazón está en guerra contra su razonamiento. Buscando la felicidad en el pecado es como si buscara una bendición cortándose su cuerpo, arrancándose los ojos, y sacándose los dientes. Aun el pecador sabe bien que no puede encontrar la felicidad entre el pecado como sabe que no puede mantener la salud y comodidad maltratando su cuerpo. Mientras vive de una manera tan loca, sabiendo que siempre va a ser vencido y descontento, muestra que está loco de la moralidad.
Otra manifestación de la locura del intelecto es la pérdida de la confianza en sus amigos. Muchas veces, es la primera señal de que se ha vuelto loco. El pobre hombre piensa que sus mejores amigos le quieren quitar sus cosas y hacerle daño. No importa que le muestren mucha evidencia al contrario, sigue pensando que se han puesto en contra de él.
Igualmente, el pecador, en su locura, trata con Dios así.
Mientras sabe dentro de si que Dios es su mejor amigo, con su practica trata con Dios como si fuera el enemigo más grande. Nada o nadie puede convencerlo de confiar en Dios como amigo. De hecho, trata con Dios como si fuera el mentiroso más grande del universo. Es increíble , pero pone al revés el respeto que debe a Dios y a Satanás. Trata con
Satanás como si fuera Dios, y con Dios como si fuera Satanás. Cree y obedece a Satanás. Desconoce, deshonra, y no obedecen a Dios. ¡Que extraño que pone al revés las cosas! Pondrían el trono del universo a Satanás y daría a él el puesto más alto del Cielo. Enviaría al Dios Altísimo y Santo al infierno. No se tarde en rendir a Satanás el poder que sobre su corazón es solamente debido a Dios.
Ya hemos anotado que uno que está loco trata con sus amigos como si fueran sus enemigos, y que muchas veces es la primera señal que muestra su locura. Si es un esposo, pues piensa que su esposa le quiere envenenar con la comida. Me acuerdo de la primera vez que vi a una persona loca, y como me impresionó mucho. Iba en mi caballo y me acerqué a una casa. Me fijé que una ventana estaba abierta y oí un llanto no terrenal. Acercándome, alcancé a oír las palabras de un hombre salvaje que decía, "Ven, ven acá. Aquí está la ramera de Babilonia. Me quieren matar. Me van a matar." Me bajé de mi caballo y fui a la casa. Allí encontré a un hombre encerrado en una jaula y quejándose con mucha amargura de su esposa. Me volteé a ver a su esposa y vi en su cara la tristeza y la carga de su corazón. Su querido esposo era un maníaco. En este momento me di cuenta como piensan los locos de sus amigos.
El pecador sabe que Dios es su amigo de verdad, y quienes son sus amigos en el mundo. Pero con sus hechos tratan a Dios como el esposo de esta pobre mujer trata con ella. Es como si saliera a decir a todos con voz alta que, "¡Que sepan todos que Dios es un tirano! ¡Dios no es digno de su confianza o amor!"
Todos saben que el pecador de hecho trata con Dios de esta manera. Estima la vida Cristiana como si fuera incoherente con su propia felicidad y gozo. Yo he conocido a personas que pensaron que cada intento de convertirles al cristianismo era un plan para atraparlos en la esclavitud. De ninguna manera ellos piensan que Dios les ama y que el Cristianismo vino de un Dios de amor. Según ellos, la vida Cristiana sería su ruina. Aun, en todo esto están actuando en contra de sus propias convicciones. Sus corazones les dicen que no es así. Si no fuera así, su culpa no sería tan grande como es.
Otra marca increíble de la locura del intelecto es que la persona se emociona mucho con naderías y tonterías y está muy apático a las cosas más importantes del universo. Vemos a una persona que pasa el tiempo juntando piedras y pajas y guardándolas como si fueran tesoros. Pero, si todo el pueblo donde vive él está en llamas, no le interesa, ni le preocupa para nada. Puede morir la gente alrededor de él, pero no le afecta nada. ¿No diría usted que este hombre está loco? Pero esto es la mera verdad acerca del pecador. Siempre está emocionado a lo máximo con las cosas de este mundo, que son paja y piedras comparadas con los tesoros celestiales que le ofrece Dios. Pero, ¡que apático está con las cosas más valerosas del universo. Casi no tiene ningún pensamiento serio de su alma, que vale más que todo lo que está en el mundo. Si no supiera mejor, diría que, "de cierto, el pobre no tiene razonamiento." Pero, ya que si sabe mejor, solamente puede decir que está loco de la moralidad, y "el corazón de él está lleno del enloquecimiento durante su vida."
La conducta del impenitente es perfectamente irracional. Es la mejor muestra de la irracionalidad que hay. Se muestra en los motivos que tiene para vivir, y los medios que usa para cumplir con sus deseos. Todo es completamente irracional. Una meta escogida por la locura, perseguida por medios inventados por la locura; esta es la historia de las multitudes que rechazan a Dios. Si estas decisiones resultan de un intelecto defectuoso, decimos que el hombre se ha vuelto loco.
El pecador muestra la evidencia de la locura moral tal como el manicomio muestra la evidencia de la locura del intelecto. Podría ir a un manicomio y visitar cada cuarto, pero no va a encontrar ningún loco que muestre más su locura del intelecto como cualquier pecador muestra la locura de la moralidad. Si el manicomio muestra que sus internados están locos del intelecto, así, igualmente el pecador muestra que está loco de la moralidad.
Parece que el pecador tiene miedo de ser salvo. Muchas veces, trata de hacer la salvación muy difícil. Por ejemplo, ya sabe lo que dijo Cristo acerca de las riquezas, y que difícil es salvar a un rico. Ha leído en la Biblia las palabras, "¡Cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!" Pero, ¿cuántos de ellos buscan las riquezas más que todo? Para tener las riquezas, muchos están dispuestos a sacrificar sus conciencias, algunos su salud, ¡todos parecen listos a sacrificar hasta sus almas! ¡No hay una manera mejor para asegurar su condenación! Así que estiman la salvación como si fuera la condenación y la condenación como si fuera la salvación. Siguen con ganas la condenación como si fuera el cielo, y huyen de la salvación de Dios como si fuera el infierno.
¿Es exageración esto? ¡Claro que no! ¡Es la mera verdad! Los pecadores se apuran hasta el camino del infierno como si fuera lo principal de su existencia, y huyen del camino de Dios como si fuera la consumación de la maldad. Si usted es pecador, este es su estado moral. Estas verdades son muy claras, y no estamos exagerando nada.
La locura de la moralidad es un estado de pura maldad. Sabemos que la persona es culpable porque es un estado completamente voluntario. Resulta no de la pérdida del razonamiento, sino del abuso de lo mismo. La voluntad persiste actuando en contra de la conciencia y el razonamiento. Aunque le regaña fuerte su conciencia, y también su mismo razonamiento, el pecador sigue adelante en su rebelión contra Dios y su benignidad. El que practica tal maldad en su voluntad, debe ser culpable.
Sus acciones son premeditadas. El pecador peca cuando está bien calmado, así como cuando está emocionado. Si comete pecado en un momento cuando está emocionado, no se arrepiente y busca a Dios cuando ya está calmado. Más se defiende de lo que hace en sus emociones. Esto aumenta su culpa.
Los propósitos del pecador son firmes y persistentes. De diez mil maneras, Dios le está impresionado para que cambie sus propósitos, pero casi siempre es en vano. Su carrera de pecado está en contra de todas sus obligaciones hacia Dios. ¿Quién es el hombre que no sabe esto? El pecador nunca actúa con motivos dignos -- nunca toma en cuenta sus obligaciones -- nunca reconoce su obligación de amar a su prójimo como a si mismo, ni a honrar al Señor su Dios. Es un rechazo completo a la ley de Dios y el Evangelio. La ley de Dios no la obedece, y el Evangelio y perdón no acepta. Está determinado a resistir el poder de Dios y atreverse a Su venganza. ¿No está loco por sus ídolos? ¿Cree usted que es una exageración cuando dice la Biblia que tienen "insensatez en su corazón durante su vida"?
Comentario
El pecador dice de los Cristianos que están locos. Tan pronto como el Cristiano empieza a mostrar que la verdad es una realidad, el inconverso grita, "¡Ya ves, se ha vuelto loco!" Pero el mismo pecador dice que la Biblia es verdad, y confesa que lo que cree el Cristiano es verdad también. Más todavía, confesa que los Cristianos están haciendo lo que deben de hacer, y lo que él debe hacer también. Aun, les dice que están locos. Es muy extraño que el pecador sabe que los que son salvos son la únicas personas racionales en el mundo. Recuerdo bien que lo veía antes de ser salvo yo. Sabía en aquel tiempo que los Cristianos son los únicos que no son locos.
Si la locura del intelecto nos asusta, ¿cuánto más la locura de la moralidad? Hablo de la primera vez que conocí una persona loca del intelecto, y como me afectó, pero debería afectarnos mucho más uno que está loco de la moralidad. Imagínese un hombre muy sabio y respetado por todos. Luego algo le pasa al cerebro, y se vuelve loco, y empieza a actuar como un imbécil. Todos sentirían tristes porque un hombre de sabiduría y respeto ya perdió su razonamiento. ¡Que horrible! ¡Que lástima!
Pero, ¿cuánto más horrible sería verlo cambiarse a un imbécil inmoral? Su corazón egoísta toma control y hace tonto su intelecto gigantesco. Su integridad moral se desaparece por su egoísmo. Tal hombre se convierte en un borracho, flojo y sucio. Si todo esto le pasa a un hombre sabio y respetado, ¡qué susto nos daría! Es mucho peor que la locura del intelecto.
Aunque hay algunos pecadores que parecen justos, disciplinados, y de buen carácter, la verdad es que todos los pecadores están locos. A pesar de todo lo que saben de la eternidad, los controlan las cosas temporales. Teniendo más oportunidades que un ángel, no aprovechan nada. Está controlado cien por ciento por su corazón carnal y egoísta. ¿Cómo ven tal cosa los ángeles? ¡La eternidad es tan larga, y sus emisiones tan importantes, y todavía se apura hacía el infierno como si fuera al cielo! Y todo esto porque está infectado con los placeres del pecado por un corto tiempo. A primera vista, parece que él ha confundido el infierno y el cielo, pero no es un error del intelecto. El sabe muy bien la diferencia entre el cielo y el infierno, pero se engaña a si mismo con los deseos de su corazón. La verdad triste es que él ama el pecado, y lo seguirá. ¡Ay! ¡Tan loco, se apura en su ávido a su condenación, como si buscara al cielo!
¡Que sentir nos da al pensar de un amigo volviéndose loco y convirtiéndose en imbécil! ¡Pero mucho peor que ande en pecado! Sería mejor que toda la familia se volviera loca que solo uno de ellos anduviera en pecado. De cierto, lo anterior no es nada comparado con lo posterior. El imbécil no siempre estará así. Cuando este cuerpo terrenal esté enterrado, el alma estará libre, como si nunca hubiese estado aprisionada. El cuerpo en la resurrección florecerá eternamente. ¡Pero la locura de la moralidad aumenta más y más para siempre! La raíz de esto no es un cerebro defectuoso, sino un corazón corrupto, y un alma enferma. La muerte no le cura. La resurrección para él será nada mas vergüenza y dolor; y la eternidad le dará un lugar para mostrar su locura para siempre.
Muchos tienen más miedo de ser llamados locos que ser llamados malos. Ciertamente, muestran el engaño que está dentro de sus pobres corazones.
La locura del intelecto es una lástima, pero no es una vergüenza. La locura de la moralidad es una vergüenza indecible. Por eso dijo Dios en la Biblia que algunos se levantarán para "vergüenza y confusión perpetua."
Ser convertido a Dios es ser curado de la locura de la moralidad. Consiste en restablecer la voluntad y las emociones bajo el control del intelecto, el razonamiento, y la conciencia, que la persona esté en harmonía con si mismo. Así que todo está en su lugar como Dios quiere.
A veces personas que han sido convertidas, pero no bien establecidas, se caen otra vez en la locura de la moralidad. Así como algunos que han sido curados de la locura del intelecto a veces se caen otra vez en ella. Este es un caso muy triste para la familia de él, pero no tan triste como él que cae de nuevo en la locura de la moralidad.
Un manicomio es un lugar muy triste. ¿Dónde está la persona que no le toca el corazón al contemplar tal situación? Fíjese, pasando por los cuartos del manicomio. Allí está una mujer se ve muy noble, pero completamente loca. Allí está un hombre bien educado y de un nivel social muy alto, pero ahora tiene los ojos vacíos y se ve que está loco de su intelecto. ¡Que lástima! Si un manicomio está así, ¿qué lugar es el infierno? Si estos manicomios están tan horribles, ¿cuánto más horrible es el manicomio donde se internan los que están locos de la moralidad? Este manicomio se llama el infierno?
Imagínese que vayamos a varias ciudades viendo los manicomios. Vamos a Nueva York, a London, y a una ciudad en cada país del mundo. Se cansaría pronto, diciendo, "¡Ya! ¡Ya! ¡Basta! ¡No aguanto más!" ¡No puedo ver tanto tristeza!
Ahora, imagínase que vayamos al gran manicomio del universo -- al infierno de las almas perdidas. Si los hombres se hacen locos, Dios tiene que encerrarlos. El bienestar de su reino requiere que la locura de la moralidad esté separada de entre la gente sana y encerrada en lugar aparte y solo. Allí están ellos que tienen sus intelectos buenos pero sus corazones malos. ¡Ay, que lugar para estar siempre! ¡El gran manicomio del universo!
A veces los pecadores aquí en la tierra alcanzan a ver su locura. Yo recuerdo que una vez se me ocurrió que los que sirven a Dios son los únicos que están sanos de la mente. Me preguntaba, "¿Por qué creo así? ¿Me haría daño servir a Dios? ¿Me quitaría la paz o arruinaría mi vida? ¿Por qué sigo yo en éste camino?" Me contestaba así a mi mismo, "No puedo explicar de otra manera de que estoy loco. No puedo decir más que mi corazón está firme en la maldad y no quiere arrepentirse."
¡Ay, del pobre imbécil! No es que tiene mala suerte, sino que está muy maligno. ¿Cuántos de ustedes saben que su caso es así? Si es joven, tal vez su padre piensa que usted está sano de la mente. Puede ser que tiene el intelecto bien, pero la moralidad no. Mi estimado amigo, ¿qué le dice la conciencia y razonamiento acerca de su comportamiento moral? Si le condenan en su corazón, ¿qué es usted mas que un loco? ¿Quiere ser recordado en el cielo así?
Para terminar, el tema muestra la importancia de no resistir el Espíritu Santo de Dios, porque por medio del Espíritu Santo los que están locos de la moralidad pueden ser curados. ¡El es la Luz, y si rechaza la Luz, no le queda más que las tinieblas para siempre!
¡Oh, pecador! ¡Tenga cuidado con la luz que Dios le da a su corazón tan oscuro! ¡Si no se aprovecha de ésta luz el día en que se muera va a ser la puerta a una eternidad de noche y tinieblas para siempre!
El Corazón Apóstata
Por Charles G. Finney
Texto: "De sus caminos será hastiado el necio de corazón" Proverbios 14.14
No puedo concluir este grupo de discursos (nótese que este sermón fue dado en una serie de 22 sermones), sin advertir a los convertidos sobre el volver atrás. Al hablar de este asunto, aclararé: 1. Qué el reincidir de corazón no es. 2. Qué el reincidir de corazón es. 3. Cuáles son las evidencias del reincidir de corazón. 4. Cuáles son las consecuencias del reincidir de corazón. 5. Cómo recuperarse de esta condición.
1. Qué el reincidir de corazón no es.
1.1. No consiste en el disminuir de las emociones religiosas muy excitadas. El disminuirse de las emociones religiosas puede ser una evidencia de un corazón apóstata, pero el apóstata no consiste solamente en el enfriarse emociones religiosas.
2. Qué el reincidir de corazón es.
2.1. Consiste en el tomar para tí mismo otra vez tu consagración a Dios y Su servicio, la cual significa una conversión verdadera.
2.2. Es el dejar, por parte del cristiano, su primer amor.
2.3. Consiste en el apartarse de un cristiano del estado de devoción completa y total a Dios, en lo cual consiste el cristianismo verdadero, y entonces rendirse bajo el control de un espíritu egoístico.
2.4. El verso arriba implica que puede haber un corazón apóstata aunque existe una forma de religión y de obedencia. Pues sabemos por el observar, que los hombres pueden hacer los mismos deberes (o por lo menos, similiares) por muy diversos motivos. También es claro que los hombres pueden mantener todas las formas exteriores y las apariencias de religión cuando, en verdad, sean apóstatas de corazones. No hay duda que el más intenso egoísmo toma a veces una apariencia religiosa, y hay muchas consideraciones que puede hacer el apóstata de corazón para mantener sus formas religiosas mientras que se ha perdido ya el poder de la piedad en su alma.
3. Cuáles son las evidencias del reincidir de corazón.
3.1. Formalismo claro en deberes religiosos. Se manifiesta un formalismo claro en el hablar y el hacer, lo que es claramente el resulto del hábito, y no del rebosar de la vida religiosa. Este formalismo será sin emociones y frío como una montaña de hielo, y se mostrará completamente falta de celo ardiente en sus cumplimientos de los deberes religiosos. En las oraciones y deberes religiosos el corazón apóstata tal vez ore, alabe, confiese y dé las gracias con sus labios para que todos le oigan, pero en tal modo que no se puede mover a nadie sentirlo. Tal formalismo sería imposible donde existan una fe, un amor y un celo vivos y presentes.
3.2. Una falta de placer religioso muestra un corazón apóstata. Siempre nos gozamos de hablar y hacer las cosas que nos encantan a los que amamos más; y además, cuando no sea apóstata el corazón, la comunión con Dios es mantenido diaramente. Y por esto, los deberes religiosos son hechos con placer y la comunión con Dios, la que es parte de estes deberes, produce un agrado contínuo. Si no nos gusta el servicio de Dios es porque no le servimos en verdad. Si le amamos supremamente, es imposible que no vayamos a gustar de su servicio con cada paso. Acuérdate siempre entonces que cuando pierdas tu placer religioso, o el placer en el servir a Dios, no estás sierviéndole rectamente.
3.3. Esclavitud religiosa es otra evidencia de un corazón apóstata. Dios no tiene esclavos. Él no recibe el servicio de esclavos quienes le sierven porque tienen que hacerlo (en lugar de escogerlo así). No acepta nada sino un servicio de amor. Un corazón apóstata se encuentra sus deberes religiosos como una carga. Él ha prometido servir a Dios. Tiene miedo de dejar completamente la formalidad de su servicio a Dios, y trata de cumplir sus deberes mientras que no tiene un corazón de oración, de adoración y de alabanza en su lugar secreto, ni en ninguno de los ejercicios que son espontáneos y hechos con agrado donde hay amor verdadero hacia Dios. El apóstata de corazón es muchas veces como una esposa obligada sin amor. Trata de hacer sus deberes para su marido, pero falta siempre porque no le ama a él. Sus deseos de agradacerle a él son obligados, no son fruto de un corazón amoroso y espontáneo, y su relación con él y sus deberes se hacen una carga para sí. Ella anda quejandose de la carga que tiene sobre sí, y muchas veces desanima a las jóvenes que quieran casarse. Su promesa es de por vida, y por esto tiene que hacer los deberes de una vida casada, ¡pero oh, significa tanta esclavitud! Y es lo mismo con la esclavitud religiosa. El apóstata de corazón tiene que hacer su deber. Arrastra sus pies para hacerlo y le oirás cantando himnos de los apóstatas de corazones.
"...para mí es difícil obedecer,
y más difícil amar"
3.4. Una ira incontrolable. Mientras que el corazón esté lleno de amor, la disposición por naturaleza será dulce y controlada, o por lo menos, el albedrío la controlará y no la dejará escaparse en abuso afrentoso. Si tal vez se escapara la ira del control del albedrío en forma de palabras odiosas, pronto será controlada y en ninguna manera será permitido el perturba a otros. Un corazón amoroso confesará y se quebrantará cuando la ira brote. Entonces donde una ira irritable e incontrolable se muestra hacia otras, sabemos que hay un corazón apóstata.
3.5. Un espíritu sin amor es evidencia de un corazón apóstata. Por esto quiero significar una deficiencia en aquella actitud que atribuye los mejores motivos razonables sobre la conducta de los demás: o sea, una falta de confianza en las buenas intenciones y confesiones de otros. Por naturaleza damos fe a las confesiones de los que amamos. Por naturaleza les atribuimos motivos rectos y las mejores intenciones a sus palabras y hechos. Donde haya falta de este amor, hay evidencia conclusiva de un corazón apóstata.
3.6. Un espíritu crítico es evidencia conclusiva de un corazón apóstata. Éste es un espíritu que busca las faltas en otros y pone a la prueba los motivos de otros cuando su conducta muestra ser bueno. Éste es una disposición que echa la culpa sobre otros, y les juzga duramente. Es un espíritu de desconfianza del carácter cristiano y del testimonio en otros cristianos. Es un estado de mente que se revela por juicios fuertes, dichos gravosos y la manifestación de sentimientos de incomodidad hacia las personas. Este estado de mente es completamente incompatible con un corazón amable, y cuando un espíritu censuroso es manifestado por uno que se dice es cristiano, podemos saber que hay un corazón apóstata.
3.7. Una falta de deseo para estudiar la palabra de Dios también es evidencia de un corazón apóstata. Quizás nada muestra más que tiene alguien un corazón apóstata que la pérdida de deseos para estudiar la Biblia. Mientras que el corazón esté lleno de amor, no hay ningún libro tan precioso como la Biblia. Pero cuando desaparece el amor, la Biblia pierde su interés o aún repuga. No queda la fe para aceptar las promesas, pero sí queda bastante convicción para temer sus amenazas.
Pero por lo general, el apóstata de corazón es indiferente hacia la Biblia. No la lee mucho, y cuando sí lo hace no tiene suficiente interés para comprenderla. Sus páginas se hacen oscuras y sin interés, y por esto es descuidada.
3.8. Una falta de oración privada es evidencia de un corazón apóstata también. ¡Cristiano joven! Si te encuentras perdiendo tu interés en la Biblia y en oración privada, párate inmediatamente, vuélvete a Dios y no descanses hasta que te encante la luz de su presencia. Si te sientes sin interés en orar o leer la Biblia, o si cuando ores o leas la Biblia no pones tu corazón en el hacerlo o no hay placer, o si acortas el tiempo cuando lo hagas, o si eres tentado a dejarlo por entero, o si tus afecciones y emociones andan por acá y allá, y tus deberes en el aposento se hacen una carga; puedes saber que eres apóstata en tu corazón y tu primera ocupación debe ser quebrantarte y asegurteque tu amor y tu celo sean revividos.
3.9. Una falta de interés en la conversión de almas y en el tratar de hacer avivamientos de salvación. Esto, por supuesto, revela un corazón apóstata. No hay nada en que un corazón lleno de amor se ocupe más que en la conversión de almas en revivamientos religiosos y esfuerzos a fin de producirlos.
3.10. Una falta de interés en relatos publicados de avivamientos de salvación es también una evidencia de un corazón apóstata. Mientras que uno retenga su interés en la conversión de almas y en avivamientos de salvación, por supuesto va a tener interés en relatos de avivamientos de salvación en otros lugares. Si no sientes interés por tales relatos, es claro que eres apóstata de corazón.
3.11. Lo mismo es verdad tocante a las misiones y el trabajo relacionado con ellas. Si pierdes tu interés en la obra y en la conversión de los incrédulos, y no te agrada leer y oir sobre los sucesos de las misiones, puedes saber que eres apóstata de corazón.
3.12. La pérdida de interés en ayudas benévolas por lo general es una evidencia de un corazón apóstata. Yo digo la pérdida de interés, porque seguramente si eras convertido a Cristo tenía un interés en toda obra de ayuda benévola que viniera a tu conocimiento. Claro es que un alma convertida tiene mucho interés en todo esfuerzo para cambiar y salvar la humanidad. Tiene interés en un gobierno bueno, en la educación cristiana, en la causa de la templanza, en la abolición de la esclavitud, en ayudas para los pobres, resumiendo, en toda palabra y obra buena. Y en la medida que hayas perdido interés en estos, has vuelto atrás en tu corazón.
3.13. La pérdida de interés en conversaciones verdaderamente espirituales es otra evidencia de un corazón apóstata. "Porque de la abundancia del corazón habla la boca". Esto anunció nuestro Señor Jesucristo como la ley de nuestra naturaleza humana. Ninguna conversación es tan dulce a un corazón verdaderamente amoroso como la que es acerca de Cristo y la experiencia viva cristiana. Si te encuentras perdiendo interés en el hablar de la religión del corazón, y de las experiencias varias y maravillosas de cristianos, entonces sabes que has caído del amor verdadero de Dios, si lo tuviste antes, y eres apóstata en corazón.
3.14. Una pérdida de interés en el hablar y el relacionarse con gente de espiritualidad alta es otra evidencia de un corazón apóstata. Nos encanta el relacionarnos con aquellos que tienen su mayor interés en las cosas que son preciosas a nosotros. Por esto, un corazón cristiano lleno de amor siempre busca relacionarse con los que tengan una mente espiritual y cuyas conversaciones son más evangélicales y espirituales. Si te encuentras faltando en este punto, bien claro es que eres apóstata de corazón.
3.15. La pérdida de interés en el asunto de la santificación es una evidencia de un corazón apóstata. Otra vez digo la pérdida de interés, porque si conocías el amor de Dios, seguramente tenía gran interés en al asunto de la consagración completa a Dios o de la santificación entera. Si eras cristiano, sentías que el pecado era una abominación para tu alma. Tenías deseos inexpresibles de dejarlo para siempre, y cualquiera cosa que pudiera aclarar este asunto de importancia grande tenía mucho interés para ti. Si este asunto se puso de lado en tu vida, y ya no tiene interés para ti, es porque eres apóstata de corazón.
3.16. La pérdida de interés en los recién convertidos es también una evidencia de un corazón apóstata. El escritor de algunos de los salmos dice "Todos los que te teman se regocijan cuando me vean, porque he esperado en tu palabra." Esto él pone en la boca de un convertido, y ¿quién no sabe que es la verdad? Seguramente hay gozo en la presencia de los ángeles de Dios sobre un pecador que se arrepiente, y ¿no hay gozo entre los santos en la tierra sobre los que vinieron a Cristo y son bebés recién nacidos en el reino de Dios? Muéstrame uno que se dice cristiano, quien a la vez no manifieste un interés absorto en los convertidos a Cristo, y te mostraré uno apóstata de corazón y también hipócrita. Él dice que tiene salvación, pero en verdad no la tiene.
3.17. Otra evidencia de un corazón apóstata es falta de amor hacia otros que dicen que son convertidos. El amor "todo lo espera, todo lo soporta" y es bien listo a juzgar con amistad y favor a los que dicen que son convertidos a Cristo. También los cuidará con interés, orará para ellos, los instruirá y tendrá tanta confianza en ellos como es razonable tener. Una actitud de criticarlos, censurarlos y dudar de ellos es una evidencia de un corazón apóstata.
3.18. La falta de un espíritu de oración es evidencia de un corazón apóstata. Mientras que el amor de Cristo esté fresco en el alma, el Espíritu de Cristo que mora adentro se revelará como el espíritu de gracia y suplicación. Él pondrá deseos fuertes en el alma para la salvación de pecadores y la santificación de los santos. Muchas veces hará intercesiones con deseos grandes, llantos fuertes con lágrimas y con gemidos que no se pueden expresar con palabras humanas por las cosas que son de acuerdo a la voluntad de Dios. Como dice Pablo en las escrituras de Romanos 8:26-27, "Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos." Si el espíritu de la oración se va de una persona, es indicio seguro de un corazón apóstata, porque mientras el primer amor de un cristiano siga vivo, seguramente será instruído por el Espíritu Santo a luchar mucho en oración.
3.19. Un corazón apóstata muchas veces se revela por su manera de orar. Por ejemplo, el orar como estando en un estado de condenación, o como siendo un pecador convicto, es evidencia de un corazón apóstata. Esta persona revelará la verdad de que no tiene paz con Dios. Sus confesiones y acusaciones de sí mismo mostrarán a otros que no se acepta a sí mismo. Su manera de orar revelará que no tiene comunión con Dios, y que en lugar de ser llena de fe y amor se revelará que él es más or menos convicto de pecado y sabe que él no está en un estado de aceptación con Dios. Por naturaleza va a orar más como un pecador convicto que como un cristiano. Se mostrará por medio de su oración que no está en un estado de libertad cristiana- que él tiene una experiencia del capítulo 7 de Romanos y no del 8.
3.20. Un corazón apóstata se mostrará más en el orar casi totalmente para sí mismo y para sus amigos que sean contados como parte de él mismo. Muchas veces me sorprende mucho asistir a una reunión de oración compuesto de los apóstatas de corazón, y siento pena decir que muchas reuniones de oración están compuestos de tales personas. Sus oraciones son tímidas, vacilantes y revelan la verdad que ellos tienen poco o nada de fe. En vez de rodear el trono de gracia y derramar sus corazones para bendición de los que están cerca de ellos, tienen que forzar para hacer sus deberes, y tienen que llevar sus cruces para orar. Sus corazones no rebosan en espontaneidad en la oración, ni pueden hacerlo. Tienen poco ínterés en otros, y cuando llevan (como dicen ellos) su cruz y hacen su "deber" para orar, se observa que oran como un grupo de pecadores convictos; casi totalmente para sí mismos. Oran para lo que, si la obtuvieran, sería salvación; como un pecador convicto ora para un corazón nuevo. Y el orar así manifiesta que no lo tienen en su presente estado conciente. Si se les pide orar para la conversión de pecadores se lo olvidarán por completo, o lo mencionarán en tal manera que claro es que no sienten en sus corazones el orar para ellos. Yo he conocido a padres que dicen que son cristianos, quienes tenían tal estado mental que no tenían un corazón para orar para la conversión de sus hijos aunque estos hijos estaban bajo la convicción de Dios. Estas personas continuaron las oraciones familiares y asistieron a las reuniones de oración cada semana, pero nunca salieron de la rutina del orar vez tras vez para sí mismos.
Hace pocos años estaba trabajando en una revivamiento en una iglesia presbiteriana. Al fin del sermón de la noche, encontré que la hija de uno de los ancianos de la iglesia estaba en gran aflicción mental. Observé que su convicciones eran muy profundas. Teníamos una reunión con buscadores en un cuarto privado, y recién había despidido a los buscadores cuando vino esta joven en agitación grande, y me pidió que orara por ella. La mayoría de la gente se había ido, pero unos pocos se quedaron en la iglesia esperando a sus amigos que asistían a la reunión de buscadores. Llamé al padre de la joven adentro del cuarto para que pudiera él ver el estado mental ansioso de su hija. Después de charlar con ella un ratito en la presencia de su papá, le pedí a él que orara por ella, y le dije que le seguiría yo. También le exhorté a ella a rendir su corazón a Cristo. Todos nos hincamos de rodillas, y él pasó por su oración, arrodillado al lado de su hija llorante, sin mencionar su caso. Su oración reveló que él no tenía más salvación que ella, y que él tenía el mismo estado mental de ella- estaba bajo un sentimiento de condenación. Sostuvo una apariencia de religión. Como anciano de la iglesia, estaba obligado a sostener apariencias. Había ido vez tras vez sobre la rueda de andar de sus deberes, mientras que su corazón era apóstata completamente.
Muchas veces casi da asco asistir a un culto de oración de los apóstatas de corazones. Dan vueltas vez tras vez, uno después del otro, en realidad orando para su propia conversión. No lo confiesan así, pero esto es la realidad de su oración. No pueden declararlo mejor que son apóstatas de corazones, aunque den cada uno un juramento.
3.21. Ausentarse en las reuniones de oraciones por razones insignificantes es indicación clara de un corazón apóstata. No hay reunión más interesante para un cristiano despierto que la reunión de oración, y mientras que tenga algo en su corazón para orar, no va a ausentarse de éstas a menos que sea prevenido por un acto de Dios. Si una llamada de un amigo a la hora de la reunión le impide asistir, y esta llamada no es muy importante, es evidencia fuerte que no quiere asistir, y por esto sabemos que es apóstata de corazón. Una llamada de tal hora no impidiría la asistencia a una boda, una fiesta, una partida de campo o un discurso de entretenimiento. La verdad es que es hipocresía fingir que existe voluntad de asistir mientras pueda ser impedido por tales razones. Si fuera un lugar que tenía ganas de visitar, entonces diría, "Ya estoy saliendo a pasear" o "Ya estoy yendo a tal lugar", y ya iría.
3.22. Lo mismo es verdad de la negligencia para las oraciones familiares por razones insignificantes. Mientras que los corazones sean llenos de salvación, los cristianos no dejarán las devociones familiares; y cuando están listos buscar excusas para dejarlas, hay evidencia clara que son apóstatas de corazón.
3.23. Cuando la oración secreta sea contada más como obligación que un privilegio, es porque el corazón es apóstata. A mi me pareció siempre casi ridículo escuchar cristianos hablando de la oración como una obligación. Es uno de los privilegios más grande en este mundo. ¿Qué pensemos de un hijito viniendo a una cena, no porque tiene hambre, sino porque es una obligación? ¿Cómo pensamos al escuchar de un mendigo hablando de su obligación de pedir limnosas de nosotros? Es un privilegio inapreciable ser permitido acudir a Dios y pedir que nos supla todas nuestras necesidades. Pero el orar porque tenemos que hacerlo, en lugar de querer hacerlo, no parece natural. Pedir lo que queremos y porque lo queremos y porque Dios nos dio ánimo para pedir, y también prometió darnos respuestas, esto parece natural y razonable. Pero orar como algo debido y como estando obligados por Dios por nuestra oración es ridículo y indicación clara de un corazón apóstata.
3.24. Rugiendo por entretenimientos mundanos es también una indicación de un corazón apóstata. Los entretenimientos más placenteros que hay, para una mente verdaderamente espiritual, son las cosas que traen el alma a una comunión más estrecha con Dios. Mientras que el corazón esté lleno de amor y fe, una hora o una tarde a solas en comunión con Dios dará más placer que todos los entretenimientos que puede ofrecer este mundo. Un corazón amoroso tiene celos de cada cosa que puede romper o interponerse con su comunión con Dios. Para entretenimientos vanas no tiene ningún deseo. Cuando el alma no encuentra más deleito en Dios que en cualquiera cosa del mundo, el corazón está (triste es decirlo) vuelto por atrás.
3.25. Ceguera espiritual es otra evidencia de un corazón vuelto. Mientras que el ojo sea bueno el cuerpo estará lleno de luz espiritual, pero si el ojo es malo, (el cual es un corazón vuelto) el cuerpo entero estará lleno de oscuridad.
Ceguera espiritual se revela por una falta de interés en la Palabra de Dios, y generalmente en verdades religiosas también. Igualmente se manifiesta una falta de discernimiento espiritual, y es fácilmente seducido por sugerencias de Satanás. Un corazón vuelto es guíado hacia la adopción de principios libertinos en cuanto a la moralidad. Generalmente no se discierne la espiritualidad de las leyes de Dios ni de sus exigencias tampoco. Cuando se manifieste esta ceguera espiritual, seguramente es una indicación que el corazón es vuelto.
3.26. Apatía religiosa, con el despertar de sentimientos mundanos es indicación clara de un corazón vuelto. A veces vemos gente quienes se envuelven profundamente y rápidamente en temas mundanos, pero al mismo tiempo no se pueden profundizar profundamente en temas religiosos. Esto claramente indica un estado de mente vuelto por atrás.
3.27. Un espíritu auto-indulgente es indicación segura de un corazón apóstata. Al decir auto-indulgente, quiero significar una disposición para satisfacer los apetitos, las pasiones y las tendencias; "haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos". (Efesios 2:3)
Esto, en la Biblia, representa como un estado de muerte espiritual. Estoy seguro que la más comun razón para volver hacia atrás en corazón se encuentra en un clamor por la satisfacción de los apetitos y las tendencias naturales y varias. El apetito por la comida es frecuentemente, y puede ser el más frecuente, ocasión de volver por atrás. Pocos cristianos, yo temo, entienden el peligro de esto. La instrucción de Dios es "Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios." (1 Corintios 10:31) Los cristianos se olvidan esto, y comen y beben para complacerse- consultan sus apetitos en lugar de las leyes de la vida y de la salud. Hay más personas enlazadas por sus mesas de lo que la iglesia piensa. La mesa es un lazo de muerte más fuerte para la multitud que un hombre puede contar. Un gran número de personas quienes huyen de las bebidas alcoholicas completamente, se gratifican especialmente en té, café y aun tabaco: y aun más en comida, en cuantidad y cualidad tal que violan cada ley de la salud. Parecen no tener ninguna otra ley que la ley del apetito, y este es abusado tanto que arruina el cuerpo y el alma juntos. Muéstrame un glotón, y te mostraré uno apóstata de corazón.
3.28. Una conciencia cauterizada es otra evidencia de un corazón apóstata. Mientras que el alma esté despierta y llena de amor, la conciencia será tierna como "la niña del ojo". (Zacarías 2:8) Pero cuando el corazón sea apóstata la conciencia está quieta y cauterizada en muchos asuntos. Esta persona te diría que no viola su conciencia en el comer, el beber, o cualquier otro tipo de auto-indulgencia. Te encontrarás que el apóstata de corazón tiene poco sentido de conciencia. Lo mismo ocurrirá generalmente en cuanto de cualquier pecado de omisión. Multitudes de deberes pueden ser descuidados y la conciencia cauterizada guardará silencio. Donde haya una conciencia dormida, el corazón por supuesto es vuelto por atrás.
3.29. Principios inferiores de moralidad son una indicación clara de un corazón apóstata. Un corazón apóstata escribe cartas en el día de descanso {o sea, no cuida la santidad del día de descanso}, lee cosas mundanas y habla mucho de los asuntos del mundo. En sus negociones, esta persona engaña a otros, se aprovecha de otros, se conforma a los hábitos de hombres mundanos de negocios, se hace culpable de engaño por falsificar un poquito en cuanto a sus negocios, exige ínteres alto y se aprovecha de las necesidades de sus prójimos.
3.30. Un temor predominante de los hombres es una manifestación de un corazón apóstata. Mientras que el corazón esté lleno del amor de Dios, hay temor de Dios, y no de los hombres. El deseo del aplauso de los hombres no se muestra, y basta para el cristiano agradarle a Dios, no importa si a los hombres les gusta o no. Pero donde disminuye el amor a Dios, "El temor del hombre que pone lazo" (Proverbios 29:25) toma al hombre. Agradar a los hombres, en lugar de Dios, es entonces su meta. En tal estado este hombre quiere, aunque no lo dice así, ofender Dios antes de los hombres.
3.31. Porfía en cuanto a formas, ceremonias y cosas poco necesarias es evidencia de un corazón apóstata. Un corazón lleno del amor de Dios es insistente sólo en cuanto a la sustancia y el poder de la religión, y no porfia acerca de sus formas.
3.32. Una frecuencia en criticar los medios que se usan para promover avivamientos de salvación se revela un corazón apóstata. Donde haya un corazón completamente puesto en la conversión de los pecadores, y la santificación de los santos, por naturaleza se ocupirá en estos asuntos de la manera más directa, y por medios que son los más estudiados para lograr éxito. Este corazón no se tropieza ni se queja de estos medios que son claramente bendecidos por Dios, sino usará su más alta capacidad para idear los medios más adecuados para lograr el fin que anhela su corazón.
4. ¿Cuales son las resultas de reincidir de corazón?
El verso dice, "De sus caminos será hastiado el necio de corazón;"
4.1. Será hastiado de sus propias obras. Pero estas son obras muertas, no de fe y amor, las cuales son aceptables a Dios, sino son los "trapos sucios" (Isaías 64:6) de su propia justicia. Si se hacían como servicio religioso eran no más que hipocresía y abominación a Dios. No eran hechos de corazón, y a una tal persona Dios dice, "¿Quién ha pedido tal cosa de ti?", y "Ustedes son los que se justifican a sí mismos ante de los hombres, pero Dios conoce sus corazones; pues lo que es muy estimado entre los hombres es una abominación en los ojos de Dios" (Lucas 16:15) y "les conozco, que no tienen el amor de Dios adentro". (Juan 5:42)
4.2. Será hastiado de sus propios sentimientos. En lugar de la paz dulce, descanso y gozo que una vez se conocía, va a encontrarse en un estado de turbulencia, descontento consigo mismo y con sus prójimos; y con sentimientos dolorosos, orgullosos, poco agradables y amables; los más desagradables que se puede tener. Es muy difícil vivir con uno apóstata de corazón. Muchas veces son criticos, irritables y quejosos en todos sus caminos. Han dejado a Dios, y en sus sentimientos hay más del infierno que del cielo.
4.3. Será hastiado de sus propios prejuicios. Su voluntad de escoger, saber y hacer la verdad desapareció. Por naturaleza se pondrá contra cualquier verdad que oprima su espíritu de auto-indulgencia. Tratará de justificarse, ni leerá ni oirá lo que reprenda su estado apóstata; y será profundamente prejuiciado hacia cualquier persona que cruce su rumbo. Si le reprendiera alguien, aquella persona será contada como enemigo. Se encierra en sí mismo, cierra los ojos a la luz, se pone a pie para defenderse y critica cada cosa que le descubra lo que hay en su interior.
4.4. Un corazón apóstata será hastiado con sus propias enemistades. Tal persona casi seguramente tendrá motivos de queja contra los que tienen relaciones o hacen negocios con él. Chocará en casi cada relación en su vida, se permitirá perturbarse y enojarse; también se pondrá en tal situación o relación con algunos, tal vez muchos, que no podrá orar por ellos honestamente, y casi no podrá tratarles con civilidad. Esto es casi seguramente un resulto de un corazón apóstata.
4.5. El corazón apóstata será hastiado de sus propias equivocaciones. No camina con Dios. Ha caído del orden Divino. No es guiado por El Espíritu, sino anda en oscuridad espiritual. En tal estado seguramente caerá adentro de muchos equivocaciones graves; y puede ser que se enredará en tal manera que estropee su felicidad, y quizás se destruya su utilidad para toda su vida venidera. Errores en negocios, errores en la formación de relaciones nuevas en la vida, errores en el uso de su tiempo, lengua, dinero e influencia- todo será equivocado mientras que se quede en un estado vuelto por atrás.
4.6. El corazón apóstata será hastiado de sus propios deseos. Sus apetitos y pasiones, los cuales habían sido vencidos, ahora han reanudado su mando; y como por mucho tiempo fueron controlados, parecerán ahora vengarse al ser más clamorosos y despóticos que antes. Los apetitos y las pasiones animales brotarán, sorprendiendole al apóstata de corazón; y seguramente se encontrará más debajo de sus enfluencias y más esclavizado que antes.
4.7. El apóstata en corazón será hastiado con sus propias palabras. Mientras esté en tal estado, no controla (no puede hacerlo) su lengua. Ésta probará ser un mal poco refrenado, lleno de venemo mortal, la cual inflama la reuda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Por sus palabras se metará en muchas dificultades y perplejidades, de los cuales nunca podrá salir, hasta que se vuelva a Dios.
4.8. Será hastiado de sus propias pruebas. En lugar de evitar las tentaciones, va a correr mero dentro de ellas. Atraerá sobre sí una multitud de pruebas, las cuales nunca se hubiera tenido si no hubiera dejado a Dios. Él se queja de sus pruebas, pero seguirá trayendo más por sus decisiones malas. Un apóstata de corazón se siente el dolor de sus pruebas bien, y mientras se queja de ser probado por cada cosa alrededor de él, siempre las agrava; y como es autor de ellas, me parece que es listo para traerlas sobre sí como un torrente.
4.9. El apóstata de corazón será hastiado de sus propias necedades. Pues ha rechazado la guía Divino, seguramente caerá adentro de la profundidades de su propia necedad. Sin duda dirá y hará muchas cosas necias y imprudentes. Como dice que es cristiano aún, estas cosas serán más vistas, y inevitablemente le traerán aún más desprecio y burla. Un apóstata de corazón es, en verdad, el necio más grande en el mundo. Pues tuvo conocimiento real del camino verdadero de la vida, ya tiene la necedad infinita de rechazarlo. Mientras que conocía la fuente de aguas vivas, la abandonó y ha cavado una cisterna, una cisterna rota que no retiene agua. Pues tuvo la culpa de hacer esta necedad infinita, el rumbo entero de su vida apóstata tiene que ser él de un necio en el sentido bíblico.
4.10. El apóstata de corazón será hastiado de sus propias inquietudes. Dios está contra él, y él está contra sí mismo. No tiene la paz con Dios, ni con sí mismo, ni con la iglesia ni con el mundo. No tiene quietud adentro. Su conciencia le condena. Dios le condena. Todos que le conocen le condenan. "No hay paz para los malos, dice Jehová." (Isaías 48:22) No hay lugar en tiempo o espacio donde puede descansarse en paz.
4.11. El apóstata de corazón será hastiado de sus propios afanes. Ha vuelto por atrás a su egoísmo. Se piense que él mismo es dueño de sí y sus posesiones. Tiene que afanarse de todo. No quiere pensar que Dios es dueño de él y sus posesiones, y por esto no deja la responsibilidad de cuidarse a sí mismo y sus posesiones a Dios. No echa, ni quiere hacerlo, toda de su ansiedad sobre El Señor, sino trata de manejar todo por sí mismo, y esto por su propia sabiduria, y también para sus propias ganas. Por consecuencia, sus afanes se multiplicarán, y vendrán sobre sí como un diluvio.
4.12. El apóstata de corazón será hastiado de sus propias perplexidades. Al desechar a Dios, y al caerse de su orden y hacia la oscuridad de su propia necedad, será hastiado con perplexidades y dudas en cuanto de escoger cual camino deba seguir para alcanzar sus metas mezquinosas. No anda con Dios, sino contra Él. Por esto, la gracia de Dios constantamente confundirá sus ganas y hará difícil sus trabajos. Dios pondrá la oscuridad sobre su senda, y tratará de trastornar sus projectos y soplará sus ganas a los vientos.
4.13. El apóstata de corazón será hastiado de sus propias ansiedades. Se preocupará de sí mismo, su negocio, su reputación y todo. Ha sacado todo de las manos de Dios, y lo reclama y trata como lo suyo; pero, pues ya que no tiene fe en Dios no más, y no puede controlar lo que pase, por necesidad tiene que llenarse de ansiedad en cuanto del futuro. Estas ansiedades son los resultados inevitables de su locura y necedad de poner al lado a Dios.
4.14. El apóstata de corazón será hastiado de sus propias desilusiones. Al dejar a Dios, y llegar a una actitud de autonomía delante de Él, Dios seguramente le desilusionará por el seguir una vida egoísta. Se escogerá sus caminos sin consultar a Dios. Por supuesto, Dios también le escogerá sus caminos para desilusionarle. Resuelto de ir por su propio camino, va a desilusionarse cuando se frusten su planes. Porque el rumbo seguro de sucesos, los cuales están bajo la autoridad de Dios, tiene que llegar a una serie de desilusiones sobre los que han rebelado contra Él.
4.15. El apóstata de corazón será hastiado de sus propias pérdidas. Se estima sus posesiones como suyos, su tiempo como de sí, su influencia como suya y su reputación como de sí mismo. Entonces la pérdida de cualesquier de éstos es su propia pérdida. Pues ha puesto al lado a Dios, y no teniendo el poder de controlar los sucesos que pasen, se encontrará perdiendo por todos lados. Se pierde la paz. Se pierde su propiedad. Se pierde mucho de su tiempo. Se pierde su reputación como cristiano. Se pierde su influencia cristiana y si sigue así, se perderá su alma.
4.16. El apóstata de corazón será hastiado de sus propias cruces. Cada deber cristiano le molestará, y por esto es una cruz para él. Su estado de mente se hará muchas cosas como cruces, las cuales, por uno en estado de mente cristiano, sería un placer grande. Al perder del poner todo su corazón en su salvación, el hacer de sus deberes cristianos ya es una cruz. No hay ayuda para él si no vuelve a Dios. Las decisiones de Dios cruzarán su camino, y toda su vida será una serie de cruces y pruebas. No puede tener sus propias decisiones. No puede agradacerse por el complir sus propias ganas. Puede patear las rocas eternas de la voluntad de Dios y del camino de Dios, pero no puede quebrantarlas ni cambiar lo que Dios le manda. Tiene que ser cruzado vez tras vez tras vez, hasta que se caiga en el orden y la voluntad de Dios.
4.17. El apóstata de corazón será hastiado de sus propios enojos. Al dejar a Dios, mucha va a irritarle. En su estado apóstata, no puede mantener su alma en paciencia. Las irritaciones de su vida apóstata le hará nervioso y irritable. Su enojo será explosivo y incontrolable.
4.18. El apóstata de corazón será hastiado de sus propias desgracias. Pues dice que es cristiano, los ojos del mundo le miran atentamente, y ven todos de sus inconsistencias, mente mundano, necedades, enojos, palabras y hechos odiosos. Por esto, todos le piensan como un desgraciado.
4.19. El apóstata de corazón será hastiado de sus propios engaños. Pues tiene ojo malo, todo de su cuerpo está en tinieblas. (Mateo 6:23) Seguramente se caerá en engaños en cuanto a doctrinas y hechos. Desviando en la oscuridad, puede ser que trague los peores de los engaños. Espiritismo, mormonismo, universalismo o cualquier otro "ismo" que desvia lejos de la verdad le ganará a él. ¿Quién no lo ha visto así con los apóstatas de corazón?
4.20. El apóstata de corazón será hastiado de sus propias esclavitudes. El decirse que es cristiano le hace un esclavo a su iglesia. No tiene en su corazón de interesarse en las cosas de la iglesia ni quiere trabajar para edificarla; pero para cuidar su reputación se obliga hacer algo. Para su reputación, se siente una necesidad de hacer algo, pero el hacerlo es como esclavitud. Si lo hace, es porque tiene que hacerlo, no porque lo quiere. Otra vez está en esclavitud a Dios. Si hace algo es como un esclavo, y no un libre. Sierve a Dios por miedo o esperanza, exactamente como un esclavo, y no de amor. Otra vez, está esclavo en su conciencia. Para no tener convicción or tristeza, hace o no hace muchas cosas, pero todo lo hace con aversión y no de una voluntad libre.
4.21. El apóstata de corazón será hastiado de sus propias condenaciones. Pues antes se agradaba el amor de Dios, pero ya lo ha dejado, se siente condenado por todo. Si trata de hacer deberes cristianos, sabe que no tiene su corazón en el hacer, y por esto se condena. Si niega su deberes cristiano, por supuesto se condena. Si lee su Biblia, se siente condenado. Si no la lee, también se condena. Si va a los cultos, los mensajes le condena. Si se aleja, se condena. Si ora en secreto, con su familia o en público, se entiende que no es sincero, y se siente condenado. Si niega o rehusa de orar, se siente condenado. Todo le condena. Su conciencia le pelea, y los relámpagos y truenos de condenación le siguen a dondequiera que vaya.
5. Cómo recuperarse de un estado de la apostacía del corazón.
5.1. Acuérdate de donde te has caído. Fíjate al asunto inmediatamente, y con diligencia compárate tu estado presente con tu estado de antes, en el cual andabas con Dios.
5.2. Deja la convicción de su verdadera condición entrarte profundamente. No tardes de comprender la situación exacta de Dios y tu alma.
5.3. Arrepiéntete inmediatamente. Haz tus primeras obras otra vez.
5.4. No trates de volver a Dios por cambiar solamente tus hechos exteriores. Empieza con tu corazón, y repentinamente ponte en el camino correcto.
5.5. No hagas como un pecador convicto no más, y no trates de recommendarte a Dios por las obras buenas y oraciones sin el arrepentimiento. No piénsas que necesitas reformarte y hacerte mejor por tus propias fuerzas antes de venir a Él, sino entiéndelo bien que solamente el llegar a Él puede hacerte mejor. No importa cuanto te sientas afligado, entiéndelo bien que hasta que te arrepientas y te aceptes la voluntad de Dios, sin tus propias condiciones, no eres mejor, sino sigues empeorándote. Hasta que te entregues a su misericordia soberano, y así vuelvas a Dios, Él no va a aceptar nada de tus manos.
5.6. No piénsas que estás a un estado de justificación porque sabes que no estás. Tu conciencia te condena, y sabes que Dios debe condenarte, y si te justifique Dios, tu conciencia no puede justificarle a Dios. Ven, entonces, a Cristo inmediatamente como un pecador culpable y condenado, lo que realmente eres. Reclámate toda la vergüenza y culpa a tí mismo, y cree que a pesar que tus desvíos del camino de Dios, te ama Dios aún, y que te amaba con un amor eterno; y pues por esto, sabes con amor te llama Dios a tí.
Tomado de Lecturas Sobre Avivamientos De Religión por Charles (Carlos) Finney.