jueves, 27 de septiembre de 2007

El avivamineto Por:Charles G. Finney

Ministerio Evangelistico Shekinah
Ahora veras si mi palabra se cumple o no. (Números 11:23)

Capítulo 1

COMO EMPEZAR UN AVIVAMIENTO

¿Que es un avivamiento?

Un avivamiento no es nada más que un nuevo comien zo de obediencia a Dios. Como en el caso de la conversión de los pecadores, el primer paso es un arrepentimiento profundo, que parta el corazón, y nos postre en el polvo delante de Dios, con verdadera humildad, y un abandono del pecado.

Un individuo rue una vez a una fábrica para ver la ma quinaria de la misma. (Este individuo era el mismo señor Finney.) Su expresión era solemne, puesto que acababa de estar en un lugar en que había habido un avivamiento. El personal que trabajaba en la fábrica le conocía de vista, y sabía quién era. Una muchacha que estaba trabajando le vio e hizo un comentario tonto a su compañera, riéndose. El visitante se paró y la miró con un sentimiento de pena. La chica se quedó sorprendida; el hilo en la máquina se rompió y, cuando ella trató de anudarlo, no pudo por lo nerviosa que estaba. Miró por la ventana para sosegarse y volvió a empezar; una y otra vez trató de recobrar la com postura. Al fin se sentó, vencida por sus proplos sentimien tos. El visitante entonces se le acercó y le habló; ella ma nifestó pronto un profundo sentimiento de pecado. Este sentimiento se esparció por toda la fábrica como fuego y antes de pocas horas todas las personas empleadas allí se hallaban bajo la convicción de pecado: tanto fue asi que el dueño, aunque no era cristiano, se quedó asombrado, y mandó que pararan las máquinas y se celebrara una reu nión de oración; porque, dijo, es de mucha más importan cia que toda esta gente se convierta que seguir trabajan do. Y en pocos días, el propietario y casi todos los que trabajaban en el establecimiento (unos 3.000) habían pro fesado haberse convertido. La mirada de este individuo, la expresión solemne de su rostro, sus sentimientos compasivos, reprendieron la ligereza de esta muchacha y la traje ron bajo la convicción de pecado; y probablemente en gran parte todo este gran avivamiento resultó de este pequeño incidente.

EL AVIVAMIENTO

Por

Charles G. Finney

Capítulo 2

CUANDO HAY QUE ESPERAR UN AVIVAMIENTO

"¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo se regocife en ti? (Salmo 85:6.)

1. Cuando hay falta de amor fraternal y confianza cristiana entre los que profesan ser religiosos, entonces es necesario un avivamiento. Entonces hay una clara Ilamada de Dios para avivar su obra.

2. Cuando hay disensiones, celos, murmuraciones entre los que profesan ser religiosos, entonces hay gran necesidad de un avivamiento. Estas cosas muestran que los cristianos se han alejado de Dios, y es hora de pensar seriamente en un avivamiento.

3. Cuando hay un espíritu mundano en la Iglesia. Es evidente que la Iglesia se ha hundido en un estado bajo y resbaladizo, cuando se ve a los cristianos que se ajustan al mundo en cuanto a vestido, comportamiento y fiestas, buscando diversiones mundanas, leyendo novelas y otros libros que el mundo lee.

4. Cuando la Iglesia encuentra que sus miembros caen en pecados graves y escandalosos, es el momento de despertar y clamar a Dios por un avivamiento de la religión.

5. Cuando los pecadores son descuidados e indiferentes, es hora de que los cristianos se muevan. Es su deber, no menos que lo es el de los bomberos cuando suena la campana de incendios, en una gran ciudad, el ir a apagarlo. La Iglesia tendría que apagar los fuegos del infierno que alcanzan a los malvados. ¡Dormir! ¿Puede dormir el bombero y dejar que arda toda la ciudad? ¿Que pensaríamos de un bombero asi? Y con todo, su culpa no puede compararse con la de los cristianos que duermen mientras los pecadores que les rodean se van hundiendo en los fuegos del infierno.

6. Si un ministro encuentra que ha perdido en algún grado la confianza de su grey, tendría que trabajar para un avivamiento, como el único medio de ganar la confianza de los suyos otra vez. Y no ya para ganar su confianza, sino que un avivamiento conseguido por medio de él como instrumento restaurará la confianza de los suyos que oran. De modo que si un anciano o un miembro particular de la Iglesia encuentra a sus hermanos fríos hacia él, sólo hay un modo de restaurarlos. Es siendo avivado él mismo, vertiendo desde sus ojos e irradiando de su vida el esplendor de la imagen de Cristo.

El hecho es, que los cristianos tienen más culpa de no ser reavivados que los pecadores de no ser convertidos.

7. Una Iglesia que declina de esta manera no puede continuar existiendo sin un avivamiento. Si recibe nuevos miembros, éstos, en general, serán personas poco o nada piadosas. Sin un avivamiento no habrá, probablemente, tantas personas nuevas convertidas como las que morirán en un año. Ha habido iglesias en este pais cuyos miembros se han ido muriendo, y como no había avivamientos para convertir a otros en su lugar, la Iglesia ha ido muriendo y la organización se ha disuelto.

8. Sin un avivamiento los pecadores se irán endureciendo bajo la predicación y experimentarán una condenación más horrible que si no hubieran oído el Evangelio. Vuestros hijos y amigos irán a una condenación más horrible en el infierno, como consecuencia de no hacer caso de los medios de gracia, si no hay avivamientos para convertirlos a Dios. Mejor sería para ellos que no hubiera medios de gracia, ni santuario, ni Biblia, ni predicación, que el vivir y morir donde no hay avivamiento. El Evangelio es un cauce para llevar la muerte o lo muerto, si no es hecho un cauce de vida para vida.

9. No hay otro medio por el cual la Iglesia pueda santificarse, crecer en la gracia y ser preparada para el cielo. ¿Qué es crecer en la gracia? ¿Es oír sermones y oír nuevas nociones sobre religión? No; de ninguna manera. El cristiano que hace esto, y nada más, está empeorando cada día, se endurece y cada semana será más dificil ponerle a la altura de su deber.

10. Puede esperarse un avivamiento cuando los cristianos tienen un espíritu de oración para el avivamiento. Esto es, cuando oran como si sus corazones estuvieran dedicados a ello. A veces los cristianos no se dedican de modo definido a orar por un avivamiento, ni cuando son fervientes en la oración. Su mente está en otras cosas; oran por otras cosas --la salvación de los paganos y cosas así-- y no por un avivamiento entre ellos mismos. Pero cuando sienten la necesidad de un avivamiento, entonces oran pidiéndolo; sienten que lo necesitan para sus propias familias y la vecindad; piden por ellos como si no se les pudiera negar aquello que piden.

¿Qué es lo que constituye un espíritu de oración? ¿Son muchas oraciones y palabras fervientes? ¡No! La oración es un estado del corazón. El espíritu de oración es un estado de deseo continuo y ansia de la mente para la salvación de los pecadores. Es algo que pesa sobre uno. Es Io mismo, en cuanto se refiere a la mente, que cuando un hombre está ansioso por algún interés mundano. Un cristiano que tenga este espíritu de oración siente angustia por las almas. Este es el tema de sus pensamientos en todo momento, y hace que parezca y que obre como si tuviera una carga en su mente. Piensa en ello de día, sueña en ello de noche. Esto es propiamente el "orar sin cesar". Sus oraciones parecen fluir del corazón como fluiría un líquido: "Oh, Señor, aviva tu obra." Algunas veces este sentimiento es muy profundo; hay personas que se han inclinado tanto orando que su espalda ha quedado doblada.

11. Este espíritu no es en modo alguno entusiasmo. Es exactamente lo que sentía Pablo cuando dice: "Hijitos míos, por quienes sufrí dolores de parto." El sufrimiento de esta alma es una profunda agonía, que las personas sienten cuando han echado mano de Dios para esta bendición, y no le dejan ir hasta que la reciben. No quiero decir que es esencial para un espíritu de oración que su tensión tenga que ser asi. Pero un deseo ferviente, persistente, profundo, para la salvación de los pecadores es lo que constituye el espíritu de oración para un avivamiento.

12. Cuando este sentimiento existe en una iglesia, a menos que este espíritu sea agraviado por el pecado, habril infaliblemente un avivamiento de cristianos, generalmente, el cual implicará la conversión de pecadores a Dios. Un pastor me contó una vez de un avivamiento entre su grey, que había comenzado con una mujer celosa en la fe y de gran piedad de la Iglesia. Esta mujer sentía ansia por los pecadores, y se entregó a orar por ellos; oró y su afiicción aumentó; y finalmente fue a su pastor y habló con él, pidiéndole que convocara una reunión para personas interesadas, porque sentía que era necesario. El pastor no compartió su opinión, porque él no sentia que hubiera esta necesidad.

La semana siguiente ella fue a verle otra vez y le rogó que convocara esta reunión. Ella sabía que alguien acudiria, porque sentía que Dios iba a derramar su Espíritu. El pastor se negó otra vez.

Finalmente ella le dijo: "Si usted no convoca la reunión, yo voy a morir, porque no me cabe la menor duda que va a haber un avivamiento." El domingo siguiente el pastor convocó la reunión, y dijo que si algunos deseaban conversar con él sobre la salvación de su alma, podrian reunirse con él una noche de la semana, que indicó. No sabía que hubiera nadie interesado, pero cuando se dirigió al lugar de la reunión se quedó aturdido al ver una gran cantidad de personas ansiosas de inquirir. ¿Ahora bien, no creéis que esta mujer sabía que iba a haber un avivamiento? Llámese esto como se quiera, una nueva revelación, o una vieja revelación, o lo que sea. Yo digo que fue el Espíritu de Dios el que enseñó a esta mujer, que oraba, que iba a haber un avivamiento. "El secreto del Señor" estaba con ella, y ella lo sabía. Sabía que Dios había estado en su corazón, y lo había lienado a rebosar.

13. Puede esperarse un avivamiento religioso cuando los cristianos empiezan a confesar sus pecados unos a otros. En otras ocasiones confiesan sus pecados de un modo general, como si no lo hicieran del todo en serio. Pueden hacerlo en lenguaje elocuente, pero esto no significa nada. Pero cuando hay un sincero quebrantamiento, y un derramamiento del corazón en la confesión del pecado, las compuertas están a punto de estallar y la salvación lo inundará todo.

14. Puede esperarse un avivaimento cuando los cristianos están dispuestos a hacer los sacrificios necesarios para que tenga lugar. Tienen que estar dispuesto a sacrificar sus sentimientos, sus negocios, su tiempo y ayudar en la obra. Los pastores deben estar dispuestos a exponer su fuerza y arriesgar su salud y su vida. Tienen que estar dispuestos a ofender al impenitente con sus palabras fieles y claras, y quizás a ofender a muchos miembros de la la Iglesia que no querrán acudir para trabajar. Pero deben adoptar una actitud decidida ante el avivamiento, pase lo que pase. Deben de estar preparados a seguir trabajando aunque pierdan el afecto de los no penitentes y de la parte fría de la iglesia. El ministro debe estar preparado, si es la voluntad de Dios a perder su posición como pastor en aquella iglesia. Debe estar decidido a seguir adelante con rectitud y dejarlo todo a la mano de Dios.

15. Conozco a un pastor que tenía a un joven que trabajaba con él en un avivamiento. El joven predicaba la pura verdad y esto a los pecadores no les gusta. Estos dijeron: "Nos gusta el pastor y que predique él" Finalmente, le presionaron tanto que el pastor dijo al joven: "Fulano de tal, que da tanto para la obra, dice esto; Mengano dice aquello y Zutano lo mismo. Estas personas creen que se romperá la unidad de la iglesia si continúas predicando y, por tanto, creo que sería mejor que no predicaras más." El joven se marchó, pero el Espíritu de Dios se retiró inmediatamente del lugar y el avivamiento terminó. El ministro, al ceder ante los deseos malvados de los inicuos, alejó a Dios, por miedo de que el diablo le expulsara de allí. De modo que para satisfacer al diablo ofendió a Dios. Y Dios ordenó de tal modo el curso de las cosas, que al poco tiempo el pastor tuvo que dejar aqueIla iglesia, después de todo. EL intentó pasar por entre el diablo y Dios, y Dios lo echó.

EL AVIVAMIENTO

Por

Charles G. Finney

Capítulo 3

COMO FOMENTAR UN AVIVAMIENTO

"Sembrad para vosotros en justicia, segad para vosotros en misericordia; roturad el barbecho, porque es el tiempo de buscar a Jehová, hasta que venga y os enseñe justicia." (Oseas 10:12.)

Los judíos eran un pueblo de labradores y pastores y, por tanto, es cornún en la Biblia hallar ilustraciones que se refieren a la vida del campo y sus labores, la labranza y el pastoreo. Aquí el profeta Oseas se dirige a ellos como una nación que se ha vuelto atrás; los reprende por su idolatría y los amenaza con el juicio de Dios.

Un avivamiento consisle en dos partes; por lo que respecta a la Iglesia y lo que respecta a los no salvos. Hablaré en esta ocasión de un avivamiento en la Iglesia. Barbecho es el terreno que ha sido arado pero que se deja sin sembrar, y la próxima temporada de siembra necesita volver a ser ablandado y roturado, para poder recibir el grano.

Si se quiere roturar el barbecho del corazón, hay que empezar examinándolo: examinándolo y notando el estado de la mente y ver dónde estamos. Muchos nunca parecen pensar en esto. No prestan atención a su propio corazón, y nunca saben si están prosperando religiosamente o no; si están ganando terreno y yendo hacia atrás; si son fructiferos o son un yermo. Ahora habéis de quitar vuestra atención de otras cosas y atender a esto. Ocupáos de ello. No os apresuréis. Examinad a conciencia el estado de vuestro corazón y ved dónde os halláis; si estáis andando con Dios, cada día, o si vais con el diablo.

EL autoexamen consiste en contemplar vuestra vida, considerar vuestras acciones, buscar en el pasado y ver cuál es vuestro verdadero carácter. Regresad a vuestra historia pasada. Considerad vuestros pecados uno a uno. No quiero decir dar un vistazo, simplemente, sino considerarlos uno a uno. Si es necesario coged pluma y papel, y tomad nota de ellos.

Hay que repasarlos como el mercader repasa sus libros. La confesión general no basta. Los pecados fueron cometidos uno a uno. EL arrepentimiento de ellos ha de ser hecho uno a uno. Consideremos primero lo que comúnmente se llama pecados de omisión.

1. La ingratitud. Este pecado consiste en recibir favores de Dios sin mostrat o ejercitar gratitud por ellos. ¿Cuántas veces has faltado? Recuerda los actos de providencia notable, un cambio en el curso de los acontecimieno tos, algo que te salvó de la ruina. Escribe los casos de bondad de Dios cuando tú estabas en pecado, antes de la conversión, y por los cuales no has dado bastantes gracias; y lo mismo las numerosas misericordias que has recibido desde entonces. ¡Cuán largo es el catálogo de ejemplos en que tu ingratitud ha sido tan negra que te yes forzado a esconder el rostro confuso! Póstrate de rodillas y confiésalos a Dios y pide perdón. El mismo acto de confesión te traerá otros pecados a la memoria. Haz esto tres o cuatro veces y verás el número asombroso de misericordias por las cuales no has dado nunca gracias a Dios.

2. Falta de amor a Dios. Piensa cómo te sentirías agraviado si descubrieras que el afecto de los tuyos, tu esposa, tu marido, tus hijos, flaqueara; si vieras que su mente se desvía de ti y piensan en otra persona. Quizá te sentirías morir de celos, justos y virtuosos. Pues bien, Dios se llama un Dios celoso; y tú no le has dado todo el corazón, sino que le has ofendido entregando tu corazón a otros amores. ¿No crees haberle ofendido?

3. Descuido de la Biblia. Anota los casos en que quizá durante semanas, o más, la Palabra de Dios no te ha causado ningún placer. Algunos, es verdad, leen capítulos enteros de tal forma que después no pueden ni decir lo que han leído. Si es así, no es de extrañar que tu vida flote a la deriva y que tu religión sea un verdadero fracaso.

4. Incredulidad. Recuerda los casos en que virtualmente has puesto en duda la veracidad del Dios de verdad, pues esto es tu incredulidad en sus promesas y declaraciones expresas. Dios ha prometido dar el Santo Espíritu a los que se lo pidan. ¿Crees tú esto? ¿Lo has pedido? ¿Has esperado que El te conteste? ¿No has dicho virtualmente en tu corazón, cuando orabas pidiendo el Santo Espíritu: "No creo que lo reciba"? Y si no creías ni esperabas recibir la bendición que Dios te había prometido de modo especifico, ¿no es como si le acusaras de mentir?

5. Descuido de la oración. Piensa en las ocasiones en que has descuidado la oración privada, la oración familiar y las reuniones de oración; o que has orado de tal manera que has agraviado y ofendido a Dios aún más que si no hubieras orado.

6. Descuido de los medios de gracia. Cuando has permitido que, con excusas baladíes, tu descuido de asistir a las reuniones quedara justificado en tu mente; cuando has vertido desprecio sobre los medios de salvación meramente por no gozar en el cumplimiento de tus deberes espirituales.

7. La manera en que has ejecutado tus deberes. Esto es, falta de sentimiento y de fe, con un estado mental mundano, de modo que tus palabras no eran más que de labios y no merecías que Dios te escuchara o hiciera caso de ti. Cuando has caído de rodillas y "dicho tus oraciones" de modo descuidado e indiferente, hasta el punto que a los cinco minutos, ya no te habrías acordado de lo que decías.

8. Falta de amor a las almas de tus prójimos. Mira a tus amigos y parientes, y recuerda cuán poca compasión has sentido por ellos. Has estado a su lado y visto que se dirigen al infierno, pero, parece que esto no te preocupa. ¿Cuántos días ha habido en que no has hecho de su condición el tema de una simple oración sincera, ni has mostrado deseo ardiente por su salvación?

9. Falta de interés por los paganos. Quizá no te has interesado en enterarte de su condición; quiá ni aun has leído ninguna revista misionera. Mira esto y considera si es que te intereses por los paganos, y evalúa la intensidad de tus sentimientos por ellos y el deseo que tienes de su salvación. Compara con esto el deseo que tienes de tu propia salvación. ¿Cuánto has dado para que se les envíe el Evangelio? ¿Te niegas, para mostrar este interés, satisfacciones superfluas como té, café o tabaco? ¿Te has instalado cómodamente en tu estilo de vida y no estás dispuesto a pasar el menor inconveniente por ellos? ¿Oras por ellos en privado? ¿Pones aparte algo para depositar en el tesoro del Señor, cuando vas a orar? Si no haces esto y tu alma no está en agonía por los pobres paganos, ¿por qué pretendes ser cristiano en realidad? ¿No está tu profesión marcada por la hipocresia, hasta el punto que es un insulto para Jesucristo?

10. Descuido de tus deberes familiares. Piensa en la forma en que has vivido para tu familia, como has orado, qué ejemplo les has dado. ¿Qué esfuerzos directos haces habitualmente para su bienestar espiritual? ¿Qué deber para con ellos es el que no has descuidado?

11. Descuido en vigilar tu propia vida. En muchos casos te has apresurado para atender a tus asuntos particulares, y no has dedicado tiempo ni sinceridad para pasar cuentas con Dios; ¡cuán frecuentemente has descuidado vigilar tu conducta y, no estando alerta, has pecado delante del mundo, de la Iglesia y delante de Dios!

12. Descuido en la vigilancia de tus hermanos. ¿Cuántas veces has quebrantado el pacto de que vigilarías sobre ellos en el Señor? ¡Cuán poco te preocupas del estado de sus almas! Y con todo tienes el solemne deber de velar sobre ellos. ¿Qué has hecho para estar en contacto con ellos? ¿Sobre cuántos te has interesado, para conocer su estado espiritual? ¿Cuántas veces has visto a tu hermano enfriarse en la religión y no le has hablado? Le has visto empezando a descuidar un deber tras otro y no le has reprendido como hermano, con amor fraternal. Le has visto caer en pecado y le has dejado. Y todavía dices que los amas. ¡Qué hipócrita eres! ¿Cómo puedes dejarlos resbalar sin advertirles? ¿Permitirías, quedando tú indiferente, que algo así ocurriera a tu esposa o a uno de los tuyos?

13. Descuido de la abnegación, o sea, negarse a uno mismo. Hay muchos que profesan querer hacerlo todo en religión, en tanto que no se requiera negarse a sí mismos. Cuando se requiere que hagan algo en que hayan de negarse a sí mismos ¡ah!, ¡esto es demasiado! Creen que están haciendo mucho por Dios, y que hacen lo que es razonable pedir, tanto si es todo lo que pueden, como si no; pero, no están dispuestos a privarse de ninguna comodidad o conveniencia por poder servir al Señor. No están dispuestos a sufrir reproches por el nombre de Cristo. Ni a negarse los lujos de la vida, a fin de ayudar a salvar un mundo que se dirige al infierno. Se hallan tan lejos de saber que la abnegación es una condición del discipulado que no tienen idea de lo que es negarse a sí mismos. No se han negado ni aun un alfiler por Cristo y por el Evangelio. ¡Oh, estas personas se hallan camino del infierno! Están dando de su abundancia, y dan mucho, y son prontos en quejarse de que otros no dan más; cuando en verdad, no dan nada de lo que necesitan, algo de lo que hubieran podido disfrutar aunque lo hubieran retenido. Sólo dan lo que les sobra de su riqueza; y quizá la pobre mujer que pone un centavo en la colecta ha ejercido más abnegación que ellos, que han dado millares.

Vamos ahora a ocuparnos de los pecados de comisión.

14. Mundanalidad. ¿Cuál es el estado de tu corazón con relación a las posesiones mundanas? ¿Las has considerado como tuyas, como si tuvieras derecho a poseerlas en calidad de propias, según tu voluntad? Si ha sido y es así, escríbelo. Si has amado la propiedad, y la has buscado por lo que es en sí, para satisfacer tu ambición, tu espíritu mundano, o para acumularlo para tu familia, has pecado y has de arrepentirte.

15. Orgullo. Recuerda los casos en que te has descubierto en ti mismo la práctica del orgullo. La vanidad es una forma especial de orgullo. ¿Cuántas veces te has descubierto en consulta con la vanidad sobre tu vestido y apariencia? ¿Cuántas veces has pensado más y te has preocupado más de pasar tiempo decorando tu cuerpo para ir a la iglesia que en preparar tu mente para el culto a Dios? ¿Te has interesado más en tu apariencia externa, en el aspecto del hombre mortal, que en tu alma, o sea ver cómo aparece a la vista de Dios, que escudriña el corazón? De hecho te has preparado para que los otros te rindan culto a ti, en vez de prepararte tú para rendir culto a Dios. Has procurado dividir la atención en la casa de Dios, llamar más la atención del pueblo de Dios para que miren tu hermosa apariencia. Es en vano que quieras decir ahora que no te preocupa si los demás te miran o no. ¡Sé sincero! ¿Te habrías preocupado tanto de tu aspecto si todos los demás hubieran sido ciegos?

16. Envidia. Mira los casos en que has sentido envidia de los que están por encima de ti en algún aspecto. O quizá has envidiado a los que tienen más talento o son más útiles que tú. ¿No has envidiado a algunos, y has sufrido cuando oíste a otros que los elogiaban? ¿Ha sido más agradable para ti pensar en sus faltas que en sus virtudes, en sus fracasos que en sus éxitos? Sé sincero contigo mismo; y si has albergado este espíritu del infierno, arrepiéntete profundamente delante de Dios, pues de lo contrario no se te perdonará.

17. Criticas y censuras. Piensa en casos en que has mostrado un espíritu acerbo en que has hablado de otros cristianos en formas en que no había caridad ni amor; o falta de amor, que siempre requiere que esperes lo mejor en todo caso posible, y que interpretes de la mejor manera posible toda conducta dudosa.

18. Calumnia. ¿Hay ocasiones en que has hablado de las faltas de otros, reales o supuestas, a su espalda; has hablado de miembros de la Iglesia y otros sin necesidad, y sin ninguna razón buena? Esto es calumniar. No tienes por qué mentir para calumniar; el decir la verdad con la intención de perjudicar ya es calumniar.

19. Ligereza y frivolidad. ¿Con cuánta frecuencia has dado muestras de ligereza ante Dios, cosa que no te habrías permitido en la presencia de un soberano de la tierra. Te has portado como un ateo, pues te has olvidado de que hay un Dios, o le has mostrado menos respeto a El, en su presencia, del que habrías tenido por un juez de la tierra.

20. Mentir. Has de entender Io que es mentir. Mentir es todo intento de engañar; si no hay este intento no es mentira. Pero si dices algo con la intención de desviar de la pura verdad, es una meritira. No las llames con otras palabras. Para Dios son MENTIRAS, y tú eres culpable de MENTIR, y no trates de disimularlo. ¡Cuántas falsedades se cometen en los negocios, en el trato social, con palabras, aspectos y acciones que están calculados para causar una cierta impresión en otros, por razones egoístas!

21. Engaños y trampas. Escribe los casos en que has hecho algo a otro que no te habría gustado que te lo hicieran a ti. Esto es engaño. Dios ha dado la regla para este caso: "Todas las cosas que quieras que los hombres te hagan a ti, esto es Io que debes hacer a ellos." Si no Io has hecho has faltado. La regla no es que deberias hacer "todo lo que razonablemente puedes esperar que hagan para ti", porque esta regla podría admitir un cierto grado de maldad. La regla es: "Que tú quisieras que hicieran a ti."

22. Hipocresia. Por ejemplo, en tus oraciones y confesiones a Dios. Piensa en las oraciones pidiendo cosas que no quieres en realidad. Y la evidencia es que cuando has terminado de orar, no podrías decir por qué has orado. ¿Cuántas veces has confesado pecados de los que no tenías intención de apartarte, y que no tenías el solemne propósito de no repetirlos? Sí, has confesado pecados que piensas repetir, y ¡seguir viviendo!

23. Robar a Dios. Aquí entra el tiempo perdido, pasando las horas que Dios te ha dado para servirle y salvar almas, en diversiones vanas y conversación tonta, leyendo novelas o no haciendo nada; casos en que has aplicado mal tus talentos y capacidades mentales, en que has despilfarrado dinero en concupiscencias, o cosas que no necesitabas, y que no contribuyen a tu salud, bienestar o utilidad. Quizá dinero para tabaco. No diré nada de bebidas alcohólicas, porque ya doy por sentado que quien profesa religión no bebe, pero deseo que ni aun uses este verdadero veneno, el tabaco.

24. Mal humor. Quizá hayas faltado a tu esposa, hijos, resto de la familia, criados o vecinos. Pon todo esto en el papel.

25. Impedir a otros que sean útiles. Quizá has debilitado su influencia con insinuaciones contra ellos. No sólo has privado a Dios de sus talentos, sino que has atado las manos de otro. Que mal siervo es aquel que no sólo deja de hacer él lo que debe sino que, además, impide a los otros que lo hagan. Esto es el quitarles el tiempo; destruir su confianza en Cristo. Con ello te has puesto en las manos de Satanás, holgazaneando e impidiendo trabajar a otros

Si has cometido una falta contra un individuo, y te es posible, por hallarse él cerca, ve y se lo confiesas. Si está distante, escríbele. Si has defraudado a alguien, enviale el dinero con los intereses.

Haz todo esto ahora, no lo aplaces; esto lo empeoraría todo. Confiesa tus pecados a Dios, si los has cometido contra Dios, y a los hombres si los has cometido contra los hombres. No pienses escaparte andando alrededor de estas piedras de tropiezo. Quítalas. Cuando rotures tu barbecho has de quitar todos los obstáculos. Pequeñas cosas que te impiden que te sientas en lo religioso de modo diferente de lo que quisieras. Rotura la tierra, otra vez. No te desanimes, no dejes de hacerlo porque es difícil; conduce el arado, vuelve los terrones arriba y abajo, hasta que todo esté blando para recibir la semilla y rendir fruto a ciento por uno.

26. Cuando hayas terminado, a conciencia, vuelve a empezar otra vez, como dije, pensando que lo que has escrito te recordará otras cosas relacionadas con ellas. Y de nuevo, por tercera vez. Verás que puedes recordar cantidades enormes de cosas, que no te gustaría recordar en la eternidad. Prepara y repasa esta lista con el mismo cuidado y solemnidad con que te prepararías para el juicio final.

AI repasar el católogo de tus pecados asegúrate bien de tu resolución de hacer una reforma total y ahora. Todo lo que no esté bien, decide al instante que, con la ayuda y fuerza de Dios, no volverás a hacerlo. No sería de ningún beneficio examinarse a menos que hagas la decisión de enmendar todo lo que haya malo en tu corazón, tu temperamento y tu conducta.

Cuando lo hagas, si ves que en tu mente hay aún oscuridad, que no se hace la luz y que el Espíritu de Dios está apartado de ti, es que no has sido bastante concienzudo. En el progreso de la obra has de forzarte, poner toda tu intención en la obra, con la Biblia delante, probando tu corazón. No puedes esperar que Dios obre un milagro para ti, roturando el barbecho. Sólo lo hará haciendo tú uso de los medios. Concentra tu atención en tus pecados. No puedes pensar en ellos mucho tiempo y a conciencia sin ver Io malvado de los mismos y sentirlo, sentirlo profundamente.

La experiencia demuestra que es beneficioso el repasar la propia historia de esta manera. Ponte a trabajar en ello; decide que no pararás hasta que puedas orar. No tendrás nunca el Espíritu de Dios en ti hasta que hayas desentrañado todo este misterio de iniquidad y presentado tus pecados delante de Dios. Que este trabajo de arrepentimiento y plena confesión, este quebrantamiento delante de Dios, tengan lugar y tendrás el espíritu de oración, en abundancia, a rebosar. La razón por la cual tan pocos cristianos conocen este espíritu de oración, es porque nunca se han tomado el trabajo de examinarse debidamente y someter sus corazones de esta forma.

27. No sería de ningún valor el predicarte si tu corazón está endurecido, en barbecho. El labrador no echa su semilla sobre la roca. No produciría nada. Por ello entre los que profesan religión hay tan poco fruto; mucho exterior, pero poco sentimiento. Hay mucha actividad y poca piedad. Si sigues así en los caminos de Dios, seguirás endureciéndote, las cosas empeorarán, como la lluvia y la nieve hacen más espesa la costra de un campo en barbecho y vuelven los terrones más duros.

28. Los que professan religión no deberían estar nunca satisfechos o esperar un avivamiento, por el mero hecho de despertar de su sueño, jactarse y hablar mucho, aunque sea a los pecadores. Tienen que empezar roturando su campo. Una vez hecho esto, para conseguir un modo de sentir más profundo, lo que hay que hacer es salir y ver a los pecadores camino al infierno y hablar con ellos y guiar sus aimas desorientadas. Entonces recibirás más sentimiento. Te puedes entusiasmar sin esta roturación; puedes mostrar mucho celo, pero no durará, y no vas a hacer mella en los pecadores, ni los retendrás. La razón es que lo harás de modo mecánico sin la debida preparación.

29. Y finalmente, ¿estás dispuesto a roturar tu campo en barbecho? ¿Quieres seguir este curso que se te indica y perseverar en él hasta que estés del todo despierto? Si dejas de hacerlo, de prepararte, no puedes seguir conmigo mucho trecho. He ido contigo tan lejos como pude para serte útil, pero ahora has de roturar el campo. De lo contrario todo lo que me queda por decir no te será de ninguna utilidad. Más aún, te hará peor, te endureceá. Si no te pones a trabajar en esto inmediatamente puedes estar seguro que no tienes interés en un avivamiento, que has abandonado a tu pastor y le dejas para que luche solo. Si no lo haces, puedo decirte que has olvidado a Cristo, porque rehusas arrepentirte y volver a tus obras del principio, como hacía la iglesia del Apocalipsis.

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EL AVIVAMIENTO

Por

Charles G. Finney

Capítulo 4

EL ESPÍRITU DE ORACIÓN

"Y de igual manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues, qué es Io que hemos de pedir como conviene, no Io sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.

"Y el que escudriña los corazones sabe cuál es la mentalidad del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos." (Romanos 8:26, 27.)

Nuestra ignorancia respecto a la voluntad de Dios, tanto la que se revela en la Biblia, como la que no nos es revelada, es tan grande, que tenemos que saber por medio de sus providencias. La humanidad está prácticamente en ignorancia tanto de las promesas y profecías de la Biblia, como ciega a la providencia de Dios. Y aún están más a oscuras sobre aquellos puntos en que Dios no ha dicho nada excepto por medio de la dirección de su Espíritu. He mencionado estas cuatro fuentes de evidencia en las cuales se funda la fe en la oración: promesas, profecías, providencias y el Santo Espíritu. Cuando fallan todos los otros medios para guiarnos al conocimiento de qué es o que hemos de pedir al orar, el Espíritu nos guiía.

Sé de un hombre (Nora: indudablemente se trata de él mismo) que estaba en gran oscuridad espiritual. Se retiró para orar, resuelto a no desistir hasta haber hallado al Señor. Se arrodilló y trató de orar. Todo era oscuro y no podía orar. Se levantó un rato; pero no quería ceder, porque había prometido que no dejaría que se pusiera el sol aquel día, sin haberse entregado al Señor. Se arrodilló de nuevo; pero todo era oscuro, y su corazón era tan duro como antes. Estaba casi desesperado y dijo en agonía: "He agraviado el Espíritu de Dios y no hay promesa para mi. Estoy apartado de la presencia de Dios."

Pero, estaba resuelto a no rendirse y se volvió a arrodillar. Había dicho unos pocas palabras solamente cuando este pasaje apareció en su mente, como si acabara de leerIo: "Y me buscaréis y me hallaréis, cuando me buscareis de todo corazón" (Jeremias 29:13). Vio que aunque esta promesa estaba en el Antiguo Testamento y estaba dirigida a los judíos todavía era aplicable a él, como a ellos. Y esto quebrantó su corazón, como el martillo del Señor, en un momento. Y oró, y se levantó feliz en Dios.

Conocí a un individuo (Rev. Daniel Nash), que acostumbraba hacer una lista de las personas por las cuales tenía un interés especial; y he tenido la oportunidad de conocer a multitud de personas, por las cuales él estaba interesado, que se convirtieron inmediatamente. Le he visto orar por personas en su lista y estaba literalmente agonizando por ellas; y en algunas ocasiones he sabido que había llamado a otra persona para que le ayudara a orar por alguien. He sabido que su mente se concentraba así en un individuo de carácter endurecido, abandonado, y que no podía ser alcanzado por los métodos corrientes. El siguiente es uno de estos casos:

En una ciudad en la parte norte de este Estado, en que había un avivamiento, vivía cierto individuo que era un enemigo del cristianismo, violento y ofensivo. Tenía una taberna y se deleitaba jurando y blasfemando siempre que había cristianos cerca, que le estaban oyendo, con el propósito de molestarles. Era tan malo que un vecino dijo que debía vender su casa, o darla, y marcharse de la ciudad, porque le era imposible vivir cerca de un hombre que blasfemaba así. Pues bien, este buen hombre del cual estoy hablando, pasó por la ciudad y oyó hablar del caso, y sintió mucha pena por el individuo. Lo puso en su lista de oración. El caso pesaba en su mente cuando dormía y cuando estaba despierto. Siguió pensando en este hombre impío, y orando por él, día tras día. Y, cuando menos se esperaba, el tabernero fue a una reunión, se levantó y confesó sus pecados, y derramó su alma, el hombre más quebrantado que he visto. Confesó todo lo que había hecho.

Su taberna inmediatamente se convirtió en una sala para reuniones de oración. De esta manera el Espíritu de Dios conduce a los cristianos a orar por cosas por las que no orarían, de no ser guiados por el Espíritu; y así oran "según la voluntad de Dios".

1. Se ha hecho mucho mal diciendo que esta clase de influencia equivale a una nueva revelación. Mucha gente tendrán miedo de ella si oyen que se la llama así, y no se pararán a inquirir lo que significa, ni procurarán saber si las Escrituras la enseñan o no. La verdad es que el Espíritu guía al hombre a orar; y si Dios guía a un hombre a orar por un individuo, la inferencia a sacar de la Biblia es que Dios le ha destinado a ser salvo. Si hallamos, comparando nuestro estado mental con la Biblia, que somos guiados por el Espíritu para orar por un individuo, tenemos buena evidencia de que Dios está preparado a bendecirle.

2. Los cristianos que oran con devoción, con frecuencia, ven estas cosas por anticipado, tan claramente que incluso dan lugar a que otros tropiecen. A veces, parece que profetizan. No es de extrañar que algunos se equivoquen cuando piensan que son conducidos por el Esplritu sin serlo. Pero no hay duda que un cristiano puede discernir claramente las señales de los tiempos y así entender, por la Providencia, lo que hay que esperar, y orar por ello con fe. Así son conducidos a esperar un avivamiento y a orar por él con fe, cuando nadie más ve ninguna señal del mismo.

3. Había una mujer en Nueva Jersey, en un lugar en que había habido un avivamiento. Estaba convencida de que iba a haber otro. Quería celebrar una "serie de reuniones". Pero el pastor y los ancianos no veían ninguna razón para hacerlo, y se negaron. Ella veía que estaban ciegos y quería seguir adelante. Dijo a un carpintero que le hiciera sillas, porque iba a celebrar reuniones en su propia casa; ¡estaba segura que habría un avivamiento! Apenas había abierto sus puertas para las reuniones, que el Espíritu de Dios descendió con gran poder, y aquellos miembros adormilados se hallaron rodeados de pecadores redargüidos de pecado. Sólo podían decir: "Ciertamente, Jehová está en este lugar y yo no lo sabía" (Genesis 28: 16). La razón por la que personas como esta mujer entienden la indicación de la voluntad de Dios, no es porque tengan una sabiduría superior, sino porque el Espíritu de Dios les guía aver las señales de los tiempos. Y esto, no por revelación; sino que lo ven por un convergir de providencias a un punto único, que produce en ellos una expectativa confiada de un resultado cierto.

El texto dice: "El mismo Espíritu hace intercesión con gemidos indecibles." El significado de esto, creo yo, es que el Esplritu estimula deseos demasiado grandes para ser pronunciados excepto gimiendo; llenando el alma demasiado para que estos gemidos puedan ser expresados por palabras, de modo que la persona sólo puede gemirlos a Dios, el cual entiende el lenguaje del corazón.

4. ¿Cómo es redargúido un pecador? Pues, pensando en sus pecados. Esta es la manera en que un cristiano obtiene sentimientos profundos, pensando en un objeto. Dios no va a concederte estas cosas a menos que te esfuerces. Tienes que hacer caso de las impresiones más ligeras. Toma una Biblia y repasa los pasajes que muestran las condiciones y posibilidades del mundo. Mira el mundo, tus hijos, vecinos y ve su condición mientras están en pecado; luego, persevera en oración y esfuérzate hasta que obtengas la bendición del Espíritu de Dios.

Me he entretenido más en este tema, porque quiero dejarlo bien claro para que tengas cuidado de no agraviar al Espíritu. Quiero que tengas ideas elevadas del Espíritu Santo, y sientas que no hay nada bueno sin sus influencias. Sin El no sirve de nada ni la oración ni la predicación. Si Jesucristo viniera aqui a predicar a los pecadores, ni uno se convertiría sin la intervención del Esplritu. Ten cuidado, pues, de no agraviarlo, desairándole o descuidando sus influencias celestiales cuando El te invita a orar.

5. Vemos de todo esto lo obsurdo de usar fórmulas en la oración o libros de oración. La misma idea de usar una forma escrita o aprendida, o modelo, rechaza, como es natural, la guía del Espíritu. No hay nada más opuesto al espíritu de oración, y calculado para oscurecer y confundir la mente, que el usar formas. Las oraciones en forma escrita no son sólo un absurdo en sí, sino que son una añagaza del diablo para destruir el espíritu y quebrantar el poder de la oración. No sirve de nada decir que la forma es buena. La oración nO consiste en palabras. Y no importa qué palabras se dicen si el Espíritu de Dios no las guía. Si el deseo no esta enardecido, los pensamientos son dirigidos y toda la corriente de sentimiento producida y guiada por el Espíritu de Dios, lo que decimos no es oración. Y las fórmulas sólo impiden que un individuo ore como debería.

6. "El Espíritu hace intercesión"; ¿para quién? ¡para los santos! Los que son santos son afectados así. Si sois santos sabéis por experiencia qué es esto: y si no, es porque habéis agraviado al Espíritu de Dios, de modo que no os guía. Vivis de tal forma que este Santo Consolador no mora en vosotros ni os da el espíritu de oración. Si es así, tenéis que arrepentiros. No te pares a considerar si eres cristiano o no, pero arrepiéntete, como si no lo hubieras hecho nunca. Empieza a hacer obras. No des como un hecho que ya eres cristiano, sino ve, como un humilde pecador, y vierte tu corazón ante Dios. No puedes tener el espíritu de oración de ninguna otra manera.

7. Nada suele producir una excitación y una oposición tan rápidamente como el espíritu de oración. Si una persona está tan abrumada con la situación de los pecadores, y gime en su oración, algunos se ponen nerviosos y al punto se les reprende. Por mi parte aborrezco toda afectación de sentimiento cuando no hay ninguno, y todos los esfuerzos de alentarse y cobrar calor uno mismo, por medio de gemidos. Pero creo que he de defender la posición de que hay un cierto estado mental, en el cual sólo hay una manera de abstenerse de gemir: esto es, resistiendo al Espíritu Santo.

Estuve una vez presente en una discusión sobre este tema. Se dijo que "los gemidos tenían que ser considerados reprobables". Se hizo inmediatamente la pregunta: "¿Puede Dios producir un estado tal de sentimiento que haga imposible contener los gemidos?" La respuesta fue: "Sí, pero no lo hace nunca." Entonces el apóstol Pablo se hallaba en la más egregia confusión cuando escribió: "Con gemidos indecibles." Edwards se engañaba cuando escribió su libro sobre avivamientos. Ahora bien, nadie que repase bien la historia de la Iglesia va a adoptar este punto de vista. No me gusta este intento de cerrar, acallar, ahogar o limitar el espíritu de oración. Más bien me cortaría la mano derecha que rechazar y reprender el espíritu de oración, como he oído que se hacía, diciendo: "¡Que no se oigan más gemidos!"

EL AVIVAMIENTO

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Charles G. Finney

Capítulo 5

LA ORACIÓN QUE PREVALECE

"La oración eficaz del justo tiene mucha fuerza." (Santiago 5:16.)

1. Hay dos clases de medios necesarios para fomentar un avivamiento: el uno es influir en los hombres; el otro influir en Dios. La verdad es empleada para influir en de mover a Dios no quiero decir que la mente de Dios se cambie por la oración, o que se cambie su disposición de carácter. Pero la oración produce un cambio tal en nosotros que hace compatible para Dios que haga lo que de otro modo no sería compatible. Cuando un pecador se arrepiente, este estado de sentimiento hace apropiado que Dios le perdone. Dios siempre ha estado dispuesto a perdonarle bajo estas condiciones, de modo que cuando el pecador cambia sus sentimientos y se arrepiente, no se requiere ningun cambio de sentimiento en Dios para perdonarle. Es el arrepentimiento del pecador que hace posible su propio perdón, y es la ocasión para que Dios actúe así.

2. Otros yerran en la dirección opuesta. No que se pueda hacer demasiado énfasis en la oración. Pero pierden de vista el hecho de que la oración, cuando es ofrecida por sí misma, aunque se hiciera para siempre no daría ningún resultado.

Algunos van a sus cuartos solos "para orar" simplemente porque "han de decir sus oraciones". Ha llegado la hora en que tienen el hábito de orar, sea la mañana, el mediodía o cuando sea. Pero, en vez de tener algo que decir, no hay nada definido en su mente, y oran según les vienen las palabras, lo que flota en su imaginación en aquel momento, y cuando han terminado apenas se acuerdan de lo que han dicho. Esto no es oración efectiva.

3. Para orar de modo efectivo has de orar con sumisión a la voluntad de Dios. No confundas la sumisión con la indiferencia. Son muy distintas. Conocí a un individuo que vino a un lugar en que había un avivamiento. El estaba frío, y no entró en el espíritu del mismo, y no tenía espíritu de oración; y cuando oyó que los hermanos oraban como si no se les pudiera negar lo que pedían, se sobresaltó de su atrevimiento, y siguió insistiendo en la importancia de orar con sumisión; cuando era evidente que confundía la sumisión con la indiferencia.

4. Mientras no conocemos la voluntad de Dios, el someterse, sin oración, es tentar a Dios. Quizá, aunque no lo sepamos, el hecho de que ofrezcamos la clase adecuada de oración puede ser lo que da lugar a que cambie el curso de las cosas. En el caso de un amigo impenitente, la importunidad y fervor de tu oración puede muy bien ser lo que le salve del infierno.

5. La oración que prevalece se ofrece hoy día, cuando los cristianos se han enfervorizado hasta un punto de importunidad y santo atrevimiento que cuando miraron hacia atrás después, se asombraron de que se hubieran atrevido a ejercer tal importunidad ante Dios. Y con todo, estas oraciones suyas habían prevalecido y obtenido la bendición. Y muchas de estas personas, con las cuales tengo amistad, se hallan entre las más santas que he conocido.

ó. La tentación a motivos egoistas es tan fuerte que hay motivo para temer que las oraciones de muchos padres nunca se han elevado má s allá de deseos de ternura paterna o materna. Y ésta es la razón por la que muchas oraciones no han sido contestadas y porque muchos padres piadosos y que oran tienen hijos infieles. Gran parte de la oración para el mundo pagano parece basada sólo en el principio de la simpatía. Hay misioneros, y otros, que insisten casi exclusivamente en los millones de paganos que van al infierno, mientras se dice muy poco de que están deshonrado a Dios.

7. Muchos cristianos llegan a la oración que prevalece por medio de un proceso retardado. Su mente se va llenando gradualmente de ansiedad sobre un objeto, de modo que se dedican a sus quehaceres suspirando sus deseos ante Dios. Como la madre cuyo hijo está enfermo va rondando por la casa suspirando como si su corazón fuera a partirse. Y si es una madre que ora, sus gemidos suben a Dios todo el día. Si sale de la habitación en que está su hijo, su mente sigue todavia allí; y si está durmiendo, sus pensamientos están sobre él, y se despierta sobresaltada en su sueño, pensando que quizá su hijo está muriendo. Toda su mente está absorbida en aquel niño enfermo. Este es el estado de la mente de los cristianos que ofrecen oración que prevalece.

8. El espíritu de aquellos que han estado en aflicción por las almas de otros, me parece a mi, no es diferente de la del apóstol que sufría por las almas, y "deseaba él mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a sus hermanos" (Romanos 9:3). No es distinto tampoco de la del salmista (Salmo 119:53): "El furor se apoderó de mí a causa de los inicuos, que dejan tu ley." (vers. 136): "Rios de agua descendieron de mis ojos, por los que no guardan tu ley." Ni del profeta Jeremias (4:19): "¡Mis entrañas, mis entrañas! Me duelen las fibras de mi corazón; mi corazón se agita dentro de mí, no callaré; porque has oído sonido de trompeta, oh, alma mía, pregón de guerra." Y en los capitulos 9:1 y 13:17; y en Isaias 22:4. Leemos de Mardoqueo, cuando vio a su pueblo en peligro de ser destruido con una destrucción eventual (Este 4:1) que "rasgó sus vestidos, se vistió de saco y, cubierto de ceniza, se fue por la ciudad clamando con grande y amargo clamor." ¿Y porqué hemos de pensar que las personas no han de desesperarse cuando no pueden tolerar la consideración de la miseria de aquellos que van a la destrucción eterna?

9. Si quieres orar de modo efectivo, tienes que orar mucho. Se dijo del apóstol Santiago que una vez muerto hallaron que tenía callos en las rodillas, como las rodillas de un camello, de tanto orar. ¡Ah, éste era el secreto del éxito de estos ministros primitivos! ¡Tenían callos en las rodillas!

10. Si intentas orar de modo efectivo, tienes que ofrecerlo en el nombre de Cristo. No puedes presentarte ante Dios en tu propio nombre. No puedes pedir en tus propios méritos. Pero puedes presentarte en un Nombre que siempre es aceptable. Ya sabemos lo que es usar el nombre de otra persona. Si vamos al banco con un talón firmado por un millonario, puedes sacar el dinero como si Io hiciera él mismo. Pues bien, Jesús te da derecho al uso de su nombre. Y cuando oras en el nombre de Cristo, significa que puedes prevalecer como si fuera El mismo, y recibir tanto como Dios daría a Jesús si fuera El quien lo pidiera. Pero has de orar con fe.

11. Estos fuertes deseos que he descrito son los resultados naturales de gran benevolencia y visión clara, respecto al peligro de los pecadores. Es razonable que sea así. Si las mujeres presentes miraran y vieran que su casa está ardiendo y oyeran los gritos de los que están dentro, se desmayarían de horror y agonía. Y nadie se sorprendería, ni dirían que son tontas o locas, por afligirse de tal manera. Es al contrario: todos se extrañarian si no expresaran sus sentimientos así. ¿Por qué, pues, hay que extrañarse si los cristianos sienten lo que he descrito, cuando ven claramente el estado y el peligro de los pecadores? Los que nunca lo han sentido no conocen lo que es la verdadera benevolencia, y su piedad tiene que ser muy superficial. No quiero juzgar severamente, o hablar sin caridad, pero afirmo que esta piedad es superficial. Esto no es crítica, sino la pura verdad.

12. Cuando los cristianos son llevados a extremos, hacen un esfuerzo desesperado, ponen la carga sobre el Señor Jesucristo y, simplemente, confían en El como si fueran niños. Entonces se sienten aliviados, entonces sienten cómo el alma por la que han estado orando está salvada. La carga ha desaparecido, y Dios parece calmar el alma con una dulce seguridad de que la bendición será concedida. A menudo, después de que un cristiano ha pasado esta lucha, esta agonía en oración, y ha obtenido un alivio así, siente afectos celestiales dulcísimos que salen de él: el alma descansa dulce y gloriosamente en Dios, y "se alegra con gozo inefable y glorioso" (1 Pedro 1:8).

13. Estos dolores de nacimiento por las aimas crean también un notable lazo de unión entre los cristianos fervientes y los recién convertidos. Los que se convierten son muy caros a los corazones de los que tuvieron este espíritu de oración por ellos. El sentimiento es como el de una madre por su primer hijo. Pablo lo expresa con gran belleza, cuando dice: "Hijitos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto --se habían vuelto atrás, y sufría la agonía de un padre sobre su hijo vagabundo--, estoy de parto por vosotros otra vez hasta que Cristo sea formado en vosotros. "En un avivamiento he notado con frecuencia de qué manera los que tienen el espíritu de oración aman a los recién convertidos. Ya sé que esto es como si hablara de álgebra a aquellos que no lo hart sentido.

14. Otra razón por la que Dios requiere esta clase de oración es que es el único modo en que la Iglesia puede ser preparada debidamente para recibir grandes bendiciones sin ser perjudicada por ellas. Cuando la Iglesia está así postrada en el polvo delante de Dios, y está en la profundidad de la agonía en oración, las bendiciones le hacen bien. Mientras que si recibe la bendición sin esta postración profunda del alma, se envanece y se llena de orgullo. Pero así, aumenta su santidad, su amor y su humildad.

15. El siguiente hecho fue contado por un pastor y yo lo oí. Dijo que en cierta ciudad no había habido ningún avivamiento durante muchos años; la iglesia estaba casi extinguida, la juventud eran todos inconvertidos, y la desolación era general. Vivía en una parte retirada de la ciudad un anciano, herrero, el cual tartamudeaba tanto, que era penoso escucharle. Un viernes, estando en su fragua, solo, su mente se conmovió por el estado de la iglesia y los impenitentes. Su agonía era tan grande que se vio Ilevado a dejar su trabajo, cerrar el taller y pasar la tarde en oración.

Prevaleció, y el sábado llamó al pastor y le dijo que convocara una "reunión". Después de algunas dudas el pastor consintió; le hizo notar, sin embargo, al herrero, que temía que asistirían muy pocos. La reunión iba a celebrarse aquella noche en una casa particular grande. Cuando llegó la noche había más gente reunida de la que cabía en la casa. Todos estuvieron silenciosos un rato hasta que un pecador rompió a llorar, y dijo que si alguien podia orar, que orara por él. Otro siguió, y así sucesivamente uno tras otro hasta que había personas procedentes de todos los barrios de la ciudad que estaban bajo una profunda convicción de pecado. Y lo más notable de todo fue que todos coincidieron en dar la hora en que el anciano estaba orando en su taller como la hora en que fueron convictos de pecado. A esto siguió un poderoso avivamiento. Este anciano tartamudo, pues, prevaleció, y como un príncipe tuvo poder ante Dios.

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Charles G. Finney

Capítulo 6

LA ORACIÓN DE FE

"Por eso os digo que todo cuanto rogáis y pedis, creed que lo estáis recibiendo, y lo tendréis." (Marcos ll: 24 .)

1. La Biblia establece muchos principios y da muchas promesas que los cristianos podrian usar, con sólo pensar en ellas. Cuando estás en circunstancias alas cuales se aplican las promesas y principios, deberIas usarlos. Un padre halla esta promesa: "Mas la misericordia de Jehová es desde la eternidad y hasta la eternidad sobre los que le temen, y su justicia sobre los hijos de los hijos. Sobre los que guardan su pacto, y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra" (Salmo 103:17,18). AquI hay una promesa para los que poseen cierta característica. Si un padre está convencido de que la tiene, tiene el derecho de aplicársela a sí mismo y a su familia. Si tienes este rasgo, puedes hacer uso de esta promesa en oración, creerla incluso para los hijos de los hijos.

2. Donde hay alguna declaración profética de que aquello porque oras es agradable a la voluntad de Dios; cuando es claro por la profecía que el acontecimiento ha de tener lugar, tienes que creerlo y hacer de ello base para tu oración de fe especial. Si el tiempo no está especificado en la Biblia, y no hay evidencia de otros orígenes, no estás obligado a creer que va a ocurrir ahora, o inmediatamente. Pero si el tiempo está especificado, o si se puede saber por el estudio de las profecías, y parece haber llegado, entonces los cristianos tienen la obligación de comprenderlo y aplicarlo, ofreciendo la oración de fe. Por ejemplo, tomemos el caso de Daniel, con respecto al retorno de los judíos de su cautividad. ¿Quó dice? "Yo Daniel, miré atentamente en los libros sagrados el número de los años que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse sobre las ruinas de Jerusalén: setenta años" (Daniel 9:2). Aprendió de los libros; esto es, estudió su Biblia y por ella averiguó que el término de la cautividad eran setenta años.

3. ¿Qué hace entonces? Se apoya sobre la promesa y dice: "Dios ha prometido poner fin a la cautividad dentro de setenta años, y este período ya ha expirado, ¿no hay, pues, necesidad de hacer nada más?" ¡Oh, no! Dice: "Y volvi mi rostro al Señor Dios, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza" (vers. 3). Se puso a orar al instante para que se cumpliera la profecía. Oró en fe. Pero ¿qué había de creer? Lo que había visto por la profecía. Hay muchas profecías no cumplidas todavía, en la Biblia, que los cristianos tienen la obligación de entender, en tanto que son capaces de ello, y que son base para la oración de fe. No creáis, como hacen algunos, que por haber sido profetizado no es necesario orar por ello, o de que pasará, oren o no los cristianos. Dios dice con respecto a esta misma clase de sucesos que son revelados en la profecía: "Aun seré solicitado por la casa de Israel, para hacerles esto." (Ezequiel 36:37.)

4. Cuando el Espíritu de Dios está sobre ti, y estimula deseos fervientes sobre cualquier bendición, estás obligado a orar por ello en fe. Estas obligado a inferir, por el hecho de que te sientes atraído por el deseo a esta cosa como resultado de la actividad del Santo Espíritu, que estos deseos son obra del Espíritu. No es común que la gente ore con los deseos de tipo recto, a menos que sean estimulados por el Espíritu de Dios. EL apóstol se refiere a estos deseos, estimulados por el Espíritu, en su Epístola a los Romanos, cuando dice: "Y de igual manera también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues, qué es lo que hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles" (Romanos 8:26).

5. Es evidente que la oración de fe obtendrá la bendición, por el hecho de que nuestra fe descansa en evidencia de que la voluntad de Dios es conceder la tal cosa. No es evidencia de que será concedido algo distinto, sino esta cosa particular. Pero ¿cómo podemos tener evidencia de que esto nos será concedido, si a lo mejor se nos concede otra cosa? La gente, a veces, recibe más de lo que piden. Salomón pidió sabiduráa y Dios le concedió riquezas y honores, además. De modo que una esposa puede orar por la conversión de su marido, y ofrece la oración de fe, y Dios puede que le conceda no sólo esta bendición, sino convertir al hijo y a toda la familia de ella. Las bendiciones a veces parecen "juntarse", de modo que si el cristiano consigue una las consigue todas.

Podría nombrar muchos casos de individuos que se han puesto a estudiar este tema en la Biblia, y cuando habían Ilegado bastante adelante, estaban llenos del espíritu de oración. Habían hallado lo que Dios quería decir con sus promesas, que es lo que un hombre de sentido común entendería. Os aconsejo que Io intentéis. Tenéis biblias; abridlas, y donde halléis una promesa que podáis usar, afirmad vuestra mente en ella antes de seguir adelante; y no habréis llegado al final del libro sin descubrir que las promesas de Dios quieren decir, simplemente, lo que dicen.

6. Es necesario perseverar. No debes orar por la cosa una vez y cesar, llamándolo oración de fe. Mira a Daniel. Oró durante veintiún días, y no cesó hasta que consiguió la bendición. Puso su rostro y su corazón ante el Señor, para buscar por medio de la oración, con ayuno, cilicio y ceniza, y después de tres semanas llegó la respuesta. ¿Por qué no antes? Dios envió al arcángel para llevarle el mensaje, pero el diablo interfirió (véase Daniel 10:11-14). Ved Io que dice Cristo en la parábola del juez injusto, y en la parábola de los panes. ¿Qué nos enseña con ellas? Pues que Dios contestará la oración aunque sea importuna. "¿Y acaso no hará Dios justicia a sus escogidos que claman a El de día y de noche?" (Lucas 18:7).

Me dijo un buen hombre (el Rev. D. Nash): "¡Oh, me estoy muriendo de deseo de tener poder en la oración! Mi cuerpo está aplastado, llevo el mundo encima, y ¿cómo puedo dejar de orar?" Sé que este hombre se acostaba agotado y desmayando bajo la presión. Y sé que oraba como si hiciera violencia al cielo, y luego hemos visto que la bendición descendia simplemente como una respuesta a su oración, de modo que nadie podía dudar de que era como si Dios le hablara desde el cielo. ¿Os diré cómo murió? Oró y siguió orando; se puso el mapa del mundo delante y oró, y miró a los diferentes países oró por ellos hasta que expiro en su habitación, orando. ¡Bendito sea este hombre! Le consideraban como un reprobado los impíos, los carnales, los intelectuales; pero era el favorito de los cielos, un principe que prevalecía en la oración.

7. Pero puede que preguntes: "¿Por quién hemos de orar así. Queremos saber los casos, las personas, los lugares y los tiempos si hemos de hacer la oración de fe." Y yo contesto, como ya he contestado antes: "Cuando tenéis la evidencia --de las promesas, Escrituras, providencias o directrices del Espíritu-- de que Dios quiere las cosas por las cuales oráis."

8. "¿No es verdad que hay una promesa de que los padres piadosos pueden pedir por sus hijos? ¿Por que, pues, hay tantos padres piadosos que tienen hijos impenitentes, que mueren en sus pecados?" Admitiendo que sea así, ¿qué demuestra este hecho? "Que Dios sea veraz, y todo hombre mentiroso" (Romanos 3:4). ¿Qué vamos a creer, que la promesa de Dios ha fallado o que estos padres no cumplieron con su deber? Quizá no creían la promesa, o no creían que hubiera lo que llamamos la oración de fe. Como sea, siempre que hallamos un creyente que no cree en esta oración, vemos, en general, que sus hijos u otros familiares están todavía en sus pecados.

9. ¿no conduce un punto de vista así al fanatismo? ¿No pensarán muchos que están ofreciendo la oración de fe cuando no lo están? Esta es la misma objeción que hacen los unitarios contra la doctrina de la regeneración: que muchos creen que han nacido de nuevo cuando no han nacido. Es un argumento contra toda religión espiritual. Algunos piensan que lo tienen, y no lo tienen y son fanáticos. Pero hay algunos que conocen qué es la oración de fe, como hay los que saben lo que es la experiencia espiritual, aunque algunos que lo profesen, de corazón frio, no lo sepan. Incluso hay pastores que se hacen vulnerables a la reprimenda que Cristo dio a Nicodemo: "¿Eres tú maestro en Israel y no sabes estas cosas?" (Juan 3:10).

10. Las personas que no tienen la experiencia de lo que es la oración de fe, tienen razón de dudar de su propia piedad. Esto no es falta de carldad. Que se examinen a sí mismos. Hay que temer que entienden la oración tan poco como Nicodemo entendía el Nuevo Nacimiento. No han andado con Dios, y no es posible describírselo, como no es posible describir un cuadro hermoso a un ciego.

11. Hay razón para creer que hay millones en el infierno, porque hay creyentes que no han ofrecido la oración de fe. Aunque los creyentes tenían las promesas delante de sus ojos, no tenían bastante fe para usarlas. Las señales de los tiempos, las indicaciones de la Providencia eran favorables quizás, y el Espíritu de Dios estimulaba sus deseos de salvación de las aimas. Había evidencia bastante de que Dios estaba dispuesto a conceder una bendición, y si los creyentes hubieran orado en fe, Dios la habría concedido; pero, se volvieron de espaldas, porque no supieron discernir las señales de los tiempos.

12. Conocí a un padre que era un buen hombre, pero tenía ideas equivocadas respecto a la oración de fe; y todos sus hijos llegaron a hombres sin que ninguno de ellos se hubiera convertido. AI fin, uno de los hijos enfermó, y parecía que iba a morir. EL padre oró, pero el hijo se puso peor, y parecía que se hundía en la tumba sin esperanza. El padre oró, hasta que su angustia se hizo inexpresable. AI fin oró (parecía que no había esperanza de que su hijo sobreviviera) de modo que derramó su alma como si no pudiera serle denegado y, al fin, recibió la seguridad de que su hijo no sólo viviría, sino que se convertiría; y de que no sólo éste, sino que toda su familia se convertiría a Dios. Fue a su casa y les dijo a la familia que el hijo no moriría. Se quedaron asombrados. "Os digo --insistió-- que no morirá. Y ninguno de mis hijos morirá en sus pecados." Los hijos de este hombre se convirtieron todos, hace ya años.

¿Qué opinas de esto? ¿Era fanatismo? Si crees que lo era es porque no entiendes nada sobre el asunto. ¿Oras así? ¿Vives de tal manera que puedes ofrecer oraciones así para tus hijos? Sé que los hijos de creyentes pueden convertirse a veces como respuesta a la oración de otros. Pero ¿tienes que vivir así? ¿Te atreves a confiar en las oraciones de otros, cuando Dios te llama a mantener esta importante relación con tus hijos?

13. Finalmente; ved los esfuerzos combinados que se hacen para poner de lado la Biblia. Los inicuos están dispuestos a echar por la borda las amenazas de la Biblia; y la Iglesia, las promesas. ¿Qué nos queda, pues? Entre ellos dejan la Biblia en blanco. Y yo pregunto en amor: "¿Para qué sirve nuestra Biblia, si no echamos mano de sus preciosas promesas, y las usamos como base de nuestra fe cuando oramos pidiendo la bendición de Dios?" Sería mejor que enviáramos las biblias a los paganos, donde podrían ser de alguna utilidad, si es que no vamos a creerlas y usarlas

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Charles G. Finney

Capítulo 7

REUNIONES DE ORACIÓN

"Y cualquier cosa que pidáis al Padre en mi nombre, la haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedls algo en mi nombre, yo lo haré." (Juan 14:13,14.)

1. Dios nos ha hecho de tal forma, y tal es la operación de su gracia, que somos seres que sentimos afinidad unos por otros, nos comunicamos los sentimientos. Un ministro, por ejemplo, con frecuencia, inspirará sus propios sentimientos a toda la congregación. El Espíritu de Dios que inspira su alma, hace uso de los sentimientos para influir en sus oyentes, tal como hace uso de las palabras que predica. Del mismo modo usa Dios los sentimientos de los cristianos. No hay nada más apropiado para inspirar un espíritu de oración que el unirse en oración conjunta con otro que tiene el Espíritu él mismo; a menos que éste esté tan adelantado que su oración sea una repulsa para el resto. Su oración despertará a los otros, siempre que no estén a demasiada distancia, atrás, como para alterarse y resistirle. Si están más o menos a la misma altura en los sentimientos, su espíritu los alumbrará, los encenderá y el fuego se esparcerá alrededor. Un individuo que posee el espíritu de oración, a veces, levanta a una iglesia entera, y extiende el mismo espíritu alrededor, de lo que resulta un avivamiento general.

2. Deja la reunión al Espíritu de Dios. Que los que desean orar, oren. Si el lider ve algo que haya que enderezar, que lo haga notar, libremente y con amabiliidad, y una vez rectificado, que se siga. Sólo que hay que ser cuidadoso de decir lo que sea en el momento oportuno, para no interrumpir el curso del sentimiento, o apartar los pensamientos de las personas del tema apropiado.

3. Generalmente, los hay siempre que oran largo rato en una reunión, no porque tengan el espíritu de oración, sino porque no lo tienen. Son personas que van desenvolviendo una oración interminable, diciéndole a Dios quién es y qué es, o bien despliegan al orar todo un sistema teológico. Algunos predican; otros exhortan al pueblo, hasta que todo el mundo desea que se callen, y Dios también, supongo. Deberían ir al grano, orar por lo que tienen que orar, y no seguir la imaginación de sus corazones por todo el universo.

Cosas que pueden destruir una reunión de Oración.

4. Cuando hay una falta de confianza en el líder, no hay que esperar ninguna bendición. Sea por la causa que sea, aunque no tenga la culpa, el hecho es que el que dirige una reunión puede impedir toda bendición. He presenciado esto en iglesias, en que había algún anciano o diácono desgradable (quizá con razón, quizá no) que dirigía, y la reunión moría bajo su infiuencia. Si hay una falta de confianza con respecto a la piedad, capacidad, juicio o lo que sea, relacionada con la dirección de una reunión, todo lo que esta persona diga o haga caerá en el suelo. Lo mismo se puede decir que ocurre en una iglesia que ha perdido la confianza en el ministro.

5. Hay personas que llegan tarde a la reunión. Esto es un gran estorbo. Cuando se ha empezado a orar, y la atención está concentrada, con los ojos cerrados y la mente abierta, y en medio de una oración, alguien abre la puerta y atraviesa la habitación. Algunos miran y su mente se distrae. Cuando tratan de concentrarse otra vez, entra otro, y así sucesivamente. Yo creo que el diablo no se preocupará mucho del número de personas que asistan a una reunión de oración, con tal que lleguen después que haya empezado la reunión. Yo creo que, en realidad, está contento que vayan muchos así, para que pueda mantener distraídos a todos, escurriéndose entre los demás y buscando un asiento, para tener a todo el mundo distraído.

6. Si se canta demasiado, esto estorba la reunión. El espíritu que siente agonía por orar, no lleva a las aimas a cantar. Hay tiempo para todo, tiempo para cantar y tiempo para orar. Pero si sé lo que es sufrir dolores de parto por las almas, los cristianos nunca tienen menos ganas de cantar que cuando tienen el espíritu de oración por los pecadores.

7. Con frecuencia la reunión de oración sufre daño porque los decién convertidos son llamados a cantar himnos gozosos. Esto es altamente inapropiado en una reunión de oración. No es el momento de que se entusiasmen en gozoso canto cuando hay tantos pecadores alrededor, y sus propios antiguos amigos, que avanzan en dirección al infierno. Un avivamiento se ve con frecuencia amortecido cuando la iglesia y el ministro se dejan llevar por el impulso de cantar con los recién convertidos. Pues, al cesar de orar, para gozarse cuando tendrían que sentir más y más por los pecadores, agravian el Espíritu de Dios, y pronto se encuentran que su intenso deseo y agonía por las almas se han desvanecido.

8. Las reuniones de oración son, con frecuencia, demasiado largas. Habría que terminarlas cuando los cristianos todavía sienten interés, y no dejar que se deshilvanen hasta que todo interés ha muerto y el espíritu de oración ha desaparecido.

Todo ministro debería saber que si descuida las reuniones de oración, toda su labor es en vano. A menos que consiga creyentes que asistan alas reuniones de oración, todo lo demás que haga no va a mejorar la condición espiritual de su iglesia.

9. Las reuniones de oración son las reuniones más dificiles de mantener, y sin duda ha de ser así. Son tan espirituales que, a menos que el líder esté especialmente preparado, su corazón y su mente, pronto van a disminuir. Es en vano que el líder se queje que los miembros de la iglesia no asisten. De diez casos, nueve es el líder el que tiene la culpa de que no haya asistencia. Si él tuviera los sentimientos que debe tener, los miembros encontrarían la reunión tan interesante que asistirían de modo natural. Si es tan frío y aburrido, y falto de espiritualidad que enfría a todo el mundo, no es de extrañar que los miembros no asistan a las reuniones. Hay quejas por parte de los diáconos u otras personas a cargo de las reuniones que hay falta de asistencia a las mismas, pero la verdad es que son ellos los que con su frialdad hielan de muerte a todos los que asisten.

10. El gran objetivo de todos los medios de gracia es la conversión de los pecadores. Deberias orar para que se convirtieran allí. No ores para que sean despertados y redargüidos, sino para que se conviertan allí mismo. Nadie debería orar, o hacer algún comentario de modo que diera la impresión de que considera que algunos pecadores saldrán de allí sin haber dado su corazón a Dios. Hay que dar la impresión en su mente de que es en aquel momento que han de entregarse. Si tienes esto en cuenta cuando cuando oras, Dios escuchará.

EL AVIVAMIENTO

Por

Charles G. Finney

Capltulo 8

OBSTACULOS A LOS AVIVAMIENTOS

"Y les envié mensajeros, diciendo: Yo hago una gran obra, y no puedo ir, porque cesaría a obra, dejándola yo para ir a vosotros." (Nehemías 6:3.)

1. Cuando los cristianos se enorgullecen de su "gran avivamiento," éste va a terminar. Quiero decir que los cristianos se enorgullecen de que han sido instrumentos para promoverlo. Es casí siempre el caso de que una parte de la Iglesia es demasiado orgullosa o mundana para participar en modo alguno en la obra. Están decididos a mantenerse aparte y esperar, para ver qué pasa. El orgullo de esta parte de la Iglesia no puede parar el avivamiento, pues el avivamiento nunca se apoyó en ellos. Empezó y terminará sin ellos. Pueden cruzarse de brazos y no hacer nada sino mirar y criticar; y con todo la obra seguirá.

Pero cuando la parte de la Iglesia que hace la obra empieza a pensar en lo grande que es el avivamiento que tienen, cuánto trabajan y oran, lo denodados que son y llenos de celo que están y el bien que ya han hecho, entonces la obra está a punto de declinar. Quizá se han hecho comentarios en los periódicos de que hay un avivamiento en esta o aquella iglesia, y los miembros piensan en el prestigio que adquirirán ante otras iglesias, o en todo el país, por tener un avivamiento tan grande. Con ello se engríen, se envanecen, y ya no pueden disfrutar de la presencía de Dios. EL Espíritu se retira y el avivamiento cesa.

2. Cuando los cristianos empiezan a hacer prosélitos. Quizás un avivamiento seguirá durante cierto tiempo, y todas las dificultades sectarias o denominacionales serán mantenidas al margen, hasta que empieza a circular un libro o folletos, de modo privado, para conseguir prosélitos. Quizás algún diácono superceloso, o algún ministro, o alguien que intenta poner embrollos, y empieza la obra del diablo, para ganar prosélitos y causar resentimientos; va dando lugar al espíritu de pugna, se agravía el Espíritu y se hacen comidillas y partidos. íEl avivamiento ha terminado alli!

3. El espíritu puede agraviarse como resultado de jactarse del avivamiento. A veces, tan pronto como comienza el avivamiento, se ponen grandes titulares en los periódicos. Muchas veces esto da por resultado el final del avivamiento. Hubo un caso en que comenzó un avivamiento e instantáneamente llegaron a nosotros cartas del pastor diciendo que tenía un avivamiento. Al ver la carta me dije: "Esto me temo que sea lo último que oiga de este avivamiento." Y así fue. A los pocos días había cesado la obra por completo. Podría mencionar casos y lugares en que se han publicado estas cosas para halagar a la iglesia y que todo el mundo se sienta orgulloso. EL avivamiento no puede progresar en medio de este ambiente.

4. Algunos, con Ia excusa de publicar cosas para el honor y gloria de Dios, han publicado articulos en que, en realidad, no hacen más que ensalzarse a sí mismos --al destacar la parte que ellos juegan de modo conspicuo-- y que no podía evitarse el ver que tenían este objetivo. En una "reunión prolongada" celebrada en esta nuestra iglesia, hace un año, en el otoño, hubo quinientas personas que profesaron conversión, cuyos nombres y domicilios conocemos. Muchos de ellos se unieron a nuestra iglesia; otros a otras iglesias. No se dijo nada en los periódicos. Se me ha preguntado varias veces por qué no se mencionó esto en ninguna parte. Mi respuesta siempre es que hay tal tendencia a la autoexaltación en las iglesias, que temía que se publicara algo sobre ello. Quizá me haya equivocado. Pero he visto tantas veces el daño que ha causado esta clase de propaganda, que prefiero no decir nada.

5. Hay que esperar que cese el avivamiento cuando disminuye el espíritu de amor fraternal. Jesucristo no continuará con la gente en un avivamiento cuando disminuya o cese el ejercicio del amor fraternal. Cuando los cristianos están en el espíritu de un avivamiento, sienten ese amor y se les oye decir el uno al otro: "Hermano" y "hermana", con afecto. Pero tan pronto como se enfrían y termina el calor del afecto mutuo y este decir "hermano y hermana" parece tonto, todo termina. En algunas iglesias nunca se llaman así; pero cuando hay un avivamiento, sí lo hacen. No he visto nunca un avivamiento, y probablemente no lo vea nunca, en que no lo hagan. EL caso es que cuando cesan, es que el Espíritu de Dios se está apartando de ellos.

6. Los cristianos, cualquiera que sea su denominación, deberían poner aparte los prejuicios denominacionales. Hay vasta multitudes de personas, que profesan religión, que se dejan llevar por los prejuicios hasta el punto que se niegan a leer y escuchar y llegar a comprender este tema. Pero los creyentes no pueden orar en este estado mental. Yo reto a cualquiera que sea demasiado parcial para negarse a examinar esta y otras cuestiones de deber, a que posea el espíritu de oración. Si no brillara la luz, los cristianos podrían permanecer en la oscuridad sobre este punto y, con todo, poseer el espíritu de oración. Pero, si se niegan a acercarse a la luz, no pueden orar. Donde los ministros, los cristianos individuales o la Iglesia entera, resiste la verdad en este punto, cuando se ha hecho tan extenso su conocimiento y dado a conocer al público, no creo que disfruten de un avivamiento religioso.

7. Generalmente, es mejor que sea el mismo ministro el que dirija una "reunión proolngada". Algunas veces, por cortesía, algunos ministros visitantes son requeridos para hablar y no ha habido bendición. La razón es evidente. No vienen con el estado mental apropiado para entrar en esta obra; y no conocían el estado mental de la gente, para saber lo que tenían que predicar. Supongamos que un enfermo llama a un médico diferente cada día. Este nuevo médico no conocería los síntomas anteriores, el curso de la enfermedad o del tratamiento, los remedios que se han probado y lo que puede tolerar el paciente. Este método, es probable que terminara con el enfermo. Lo mismo ocurre en un a "reunión prolongada", cuando es dirigida por una serie de ministros. Ninguno entra en el espíritu de la cosa y, en general, hacen más daño que beneficio.

No se debería convocar una "campaña prolongada" a menos que se pueda disponer de la ayuda apropiada, y conseguir un ministro o dos que estén dispuestos a quedarse en ella hasta el fin de la misma. Entonces, probablemente habrá una rica bendición.

Ocurre con el pecador despertado que si se le predica con pasión, al momento cree que está dispuesto a hacerlo todo; cree que está decidido a servir al Señor, pero si se le pone a prueba, se le pide que haga cierta cosa, dar cierto paso, que se identifique con el pueblo de Dios o contraríe su orgullo, este orgullo se yergue y se resiste; con ello se ha mostrado su propio engaño y se ve que es un pecador perdido todavía; mientras que si no se le hubiera dicho nada, podría haberse ido halagando con la idea de que es un cristiano. Si se le dice: "Alli hay el "asiento de los penitentes", ven y confiesa tu decisión de ponerte del lado del Señor", y él no está dispuesto a hacer una cosa tan pequeña, entonces no está dispuesto a hacer nada, y esto está a la vista de su propia conciencia. Descubre el engaño del corazón humano y evita muchas conversiones espurías, mostrando que algunos que parece o se imaginan que quieren hacer algo para Cristo, en realidad no están dispuestos a hacer nada.

La Iglesia siempre ha sentido que era necesario tener algo así como respuesta a este objetivo. En los días de los apóstoles el bautismo servía este propósito. El Evangelio era predicado al pueblo, y los que estaban dispuestos a pasarse al lado de Cristo, eran llamados a ser bautizados. Esto tenía el mismo objetivo exacto que tiene el "asiento de los penitentes" ahora, como una pública manifestación de su decisión de ser cristianos.

En los tiempos modernos, incluso los que se han opuesto rotundamente al "asiento de los penitentes", se han visto obligados a adoptar algún sustituto del mismo, o no han podido progresar en el avivamiento. Algunos han adoptado el expediente de invitar a los que están ansiosos por sus almas, a quedarse, para una conversación, cuando el resto de la congregación se ha retirado. ¿Qué diferencia hay? Esto es una prueba, lo mismo que lo otro. Los ha habido que han desdeñado el emplear el "asiento de los penitentes", y han pedido a los que se sienten conmovidos a que se queden en sus asientos cuando los demás se retiran. Otros llaman a los penitentes y los llevan a otra sala. EL objetivo en todos los casos es el mismo, el sacar a la gente de su refugio de vergüenza falsa.

8. Es evidente que es necesario que haya una predicación más movida y estimulante, si hemos de hacer frente al carácter y necesidades de la época. Los ministros se van dando cuenta de ello. Y algunos se quejan y suponen que esto son "nuevas medidas", como las llaman. Dicen que hay ministros a quienes nuestros padres habrían escuchado con gusto, que hoy no podrían conseguir un pastorado o llenar un auditorio. Creen que estas "nuevas medidas" han pervertido el gusto del público. Pero la dificultad no es ésta. Lo que pasa es que ha cambiado el carácter de la época y, con todo, estos hombres continúan en el mismo estilo de predicación prosaico de hace cincuenta años.

Miremos a los metodistas primitivos. Gran parte de sus ministro no tenían estudios formales, en el buen sentido de la palabra, muchos habían sido sacados directamente de la tienda o la granja, y con todo reunían congregaciones, progresaban y ganaban almas por todas partes. Doquiera han ido los metodistas su estilo simple, claro y directo de predicar, aunque cálido y animado, ha reunido congregaciones. Hay pocos ministros presbiterianos que hayan juntado tan grandes congregaciones y hayan ganado tantas almas. Ahora se nos dice que hemos de proseguir los mismos estilos antiguos y formales de hacer las cosas, en medio de todos estos cambios. Es lo mismo que pedir a un río que se vuelva corriente arriba, cuando se quiere convertir al mundo con esta predicación. Necesitamos predicación vigorosa, con poder, o el diablo se llevará a la genre... con excepción de los que salven los metodistas. En otras palabras, podemos ver que un ministro con el espíritu que hemos descrito reunirá a su alrededor congregaciones mucho mayores que otros, con muchos más estudios, diez veces más si se quiere, pero que no tiene el fervor del otro, ni vierten fuego sobre los que le están escuchando.

9. Otras cosas que pueden parar un avivamiento. Algunos han hablado tontamente sobre este tema, como si no hubiera nada que pudiera estorbar un avivamiento genuino. Dicen: "Si nuestro avivamiento es obra de Dios, no es posible pararlo; ¿puede estorbar a Dios una de sus criaturas?" ¿Es esto, en realidad, sentido común? Antiguamente se acostumbraba decir que un avivamiento no podía ser parado, porque era la obra de Dios. Y así se suponía que iba a seguir, se hiciera lo que se hiciera para estorbarlo, en la iglesia o fuera de ella. Pero, si fuera así, con este mismo razonamiento, el labrador podría cortar los tallos del trigo esperando que no dañaría la cosecha, porque es Dios el que da el crecimiento del grano. Un avivamiento es la obra de Dios, y lo mismo una cosecha de trigo; Dios depende del uso de los medios lo mismo en un caso que en el otro. Y por tanto, un avivamiento sufrirá como sufre un campo de trigo. Un avivamiento cesará cuando los cristianos se vuelvan mecánicos y rutinarios en lo que hagan para fomentarlo. Cuando la fe es fuerte, y los corazones cálidos y blandos, y las oraciones lienas de santa emoción, y las palabras tienen poder, la obra seguirá. Pero cuando las oraciones se enfríen y carezcan de emoción, y la labor se haga mecánicamente, y las palabras no tengan sentimiento, el avivamiento cesará.

10. El avivamiento cesará cuando la iglesia se agote por el trabajo. Muchos cristianos hacen un gran error aquí en épocas de avivamiento. Son descuidados y usan poco juicio, en el hecho que interrumpen sus hábitos de vida, no duermen ni comen a las horas, y dejan que la emoción gobierne sus vidas, de modo que agotan su cuerpo y son tan imprudentes que pronto quedan exhaustos y les es imposible continuar trabajando. Los avivamientos cesan por negligencia e imprudencia, a menudo por estas causas.

11. Cuando los cristianos no se sienten dependientes del Espíritu. Siempre que se creen fuertes en su propia fuerza, Dios se niega a bendecirlos. En muchos casos, pecan porque se engríen con sus éxitos y se creen hacerlo ellos, y no dan la gloria a Dios. Como Dios dice: "Si no escucháis, ni decidís de corazón dar gloria a mi nombre, dice Jehová de los ejércitos, enviaré maldición sobre vosotros y maldeciré vuestras bendiciones; y aun las he maldecido ya, porque no lo habéis decidido de corazón" (Malaq. 2:2). Ha habido mucho de esto, sin duda. He visto comentarios en los periódicos que sugerían una actitud, en los hombres, como si asumieran que el éxito en el avivamiento se debía a su labor. Hay la tentación de hacerlo, y se requiere mucha vigilancia, por parte de los ministros e iglesias, para evitarlo y no agraviar al Espíritu con la vanagloria de los hombres.

12. Un avivamiento va a declinar y cesar, a menos que los cristianos sean avivados ellos mismos con frecuencia. Con esto quiero decir, que los cristianos, para mantener el espíritu de avivamiento, comúnmente, necesitan ser redargüidos y humillados y quebrantados delante de Dios con frecuencia. Esto es algo que muchos no entienden, cuando hablamos de que un cristiano ha de ser avivado. Pero el hecho es que, en un avivamiento, el corazón del cristiano tiene tendencia a adquirir una costra, a perder su exquisito deleite por lo divino; su unción y poder en la oración se abate, y entonces ha de ser renovado otra vez. Es imposible mantenerse en este estado sin dañar la obra, a menos que se pase por este proceso con cierta frecuencia, una vez cada pocos días. Nunca he trabajado en avivamientos en compañía con alguno que quiera seguir en la obra y crea esta apto para el avivamiento de modo continuo, que no pasara por este proceso de quebrantamiento, por lo menos, cada dos o tres semanas.

13. Los avivamientos pueden ser abatidos por la continua oposición de la Vieja Escuela, combinados con un esplritu pobre por parte de la Nueva Escuela. Si los que no hacen nada para fomentar el avivamiento continúan en su oposición, y los que laboran para prosperarlo se impacientan y entran en un espíritu deficiente, el avivamiento cesará. Cuando la Vieja Escuela escribe cartas en los periódicos contra los avivamientos y los que trabajan en ellos, y los de la Nueva Escuela escriben cartas contestándoles con espíritu pugnaz, los avivamientos cesan. QUE SIGAN EN SU LABOR, y nadie haga caso de la oposición, ni prediquen sobre ella ni se apresuren a publicar cosas. La calumnia no hará cesar el avivamiento en tanto que los que lo fomentan se ocupen de la obra y nada más.

14. Otro punto que estorba los avivamientos es el descuidar las misiones. Si los cristianos limitan su atención a la propia iglesia, si no leen las revistas misioneras o usan otros medios de información sobre este tema, sino que rechazan la luz, y no quieren hacer lo que Dios les requiere en esta causa, el Espíritu de Dios se apartará de ellos.

15. Si la Iglesia quiere fomentar avivamientos, debe santificar el Día de Reposo. Hay muy poco respeto al mismo en el pais. Por parte de todo el mundo. La Iglesia tiene que adoptar una actitud firme respecto a esto. A menos que se haga algo para fomentar la santificación del Día de Reposo por parte de la Iglesia, y se haga pronto, cada día se respetará menos. Pronto veremos las tiendas abiertas, las oficinas de correos y los tribunales abiertos en domingo. Y ¿qué hará la Iglesia, qué hara la nación sin el Día de Reposo?

EL AVIVAMIENTO

Por

Charles G. Finney

Capltulo 8

OBSTACULOS A LOS AVIVAMIENTOS

"Y les envié mensajeros, diciendo: Yo hago una gran obra, y no puedo ir, porque cesaría a obra, dejándola yo para ir a vosotros." (Nehemías 6:3.)

1. Cuando los cristianos se enorgullecen de su "gran avivamiento," éste va a terminar. Quiero decir que los cristianos se enorgullecen de que han sido instrumentos para promoverlo. Es casí siempre el caso de que una parte de la Iglesia es demasiado orgullosa o mundana para participar en modo alguno en la obra. Están decididos a mantenerse aparte y esperar, para ver qué pasa. El orgullo de esta parte de la Iglesia no puede parar el avivamiento, pues el avivamiento nunca se apoyó en ellos. Empezó y terminará sin ellos. Pueden cruzarse de brazos y no hacer nada sino mirar y criticar; y con todo la obra seguirá.

Pero cuando la parte de la Iglesia que hace la obra empieza a pensar en lo grande que es el avivamiento que tienen, cuánto trabajan y oran, lo denodados que son y llenos de celo que están y el bien que ya han hecho, entonces la obra está a punto de declinar. Quizá se han hecho comentarios en los periódicos de que hay un avivamiento en esta o aquella iglesia, y los miembros piensan en el prestigio que adquirirán ante otras iglesias, o en todo el país, por tener un avivamiento tan grande. Con ello se engríen, se envanecen, y ya no pueden disfrutar de la presencía de Dios. EL Espíritu se retira y el avivamiento cesa.

2. Cuando los cristianos empiezan a hacer prosélitos. Quizás un avivamiento seguirá durante cierto tiempo, y todas las dificultades sectarias o denominacionales serán mantenidas al margen, hasta que empieza a circular un libro o folletos, de modo privado, para conseguir prosélitos. Quizás algún diácono superceloso, o algún ministro, o alguien que intenta poner embrollos, y empieza la obra del diablo, para ganar prosélitos y causar resentimientos; va dando lugar al espíritu de pugna, se agravía el Espíritu y se hacen comidillas y partidos. íEl avivamiento ha terminado alli!

3. El espíritu puede agraviarse como resultado de jactarse del avivamiento. A veces, tan pronto como comienza el avivamiento, se ponen grandes titulares en los periódicos. Muchas veces esto da por resultado el final del avivamiento. Hubo un caso en que comenzó un avivamiento e instantáneamente llegaron a nosotros cartas del pastor diciendo que tenía un avivamiento. Al ver la carta me dije: "Esto me temo que sea lo último que oiga de este avivamiento." Y así fue. A los pocos días había cesado la obra por completo. Podría mencionar casos y lugares en que se han publicado estas cosas para halagar a la iglesia y que todo el mundo se sienta orgulloso. EL avivamiento no puede progresar en medio de este ambiente.

4. Algunos, con Ia excusa de publicar cosas para el honor y gloria de Dios, han publicado articulos en que, en realidad, no hacen más que ensalzarse a sí mismos --al destacar la parte que ellos juegan de modo conspicuo-- y que no podía evitarse el ver que tenían este objetivo. En una "reunión prolongada" celebrada en esta nuestra iglesia, hace un año, en el otoño, hubo quinientas personas que profesaron conversión, cuyos nombres y domicilios conocemos. Muchos de ellos se unieron a nuestra iglesia; otros a otras iglesias. No se dijo nada en los periódicos. Se me ha preguntado varias veces por qué no se mencionó esto en ninguna parte. Mi respuesta siempre es que hay tal tendencia a la autoexaltación en las iglesias, que temía que se publicara algo sobre ello. Quizá me haya equivocado. Pero he visto tantas veces el daño que ha causado esta clase de propaganda, que prefiero no decir nada.

5. Hay que esperar que cese el avivamiento cuando disminuye el espíritu de amor fraternal. Jesucristo no continuará con la gente en un avivamiento cuando disminuya o cese el ejercicio del amor fraternal. Cuando los cristianos están en el espíritu de un avivamiento, sienten ese amor y se les oye decir el uno al otro: "Hermano" y "hermana", con afecto. Pero tan pronto como se enfrían y termina el calor del afecto mutuo y este decir "hermano y hermana" parece tonto, todo termina. En algunas iglesias nunca se llaman así; pero cuando hay un avivamiento, sí lo hacen. No he visto nunca un avivamiento, y probablemente no lo vea nunca, en que no lo hagan. EL caso es que cuando cesan, es que el Espíritu de Dios se está apartando de ellos.

6. Los cristianos, cualquiera que sea su denominación, deberían poner aparte los prejuicios denominacionales. Hay vasta multitudes de personas, que profesan religión, que se dejan llevar por los prejuicios hasta el punto que se niegan a leer y escuchar y llegar a comprender este tema. Pero los creyentes no pueden orar en este estado mental. Yo reto a cualquiera que sea demasiado parcial para negarse a examinar esta y otras cuestiones de deber, a que posea el espíritu de oración. Si no brillara la luz, los cristianos podrían permanecer en la oscuridad sobre este punto y, con todo, poseer el espíritu de oración. Pero, si se niegan a acercarse a la luz, no pueden orar. Donde los ministros, los cristianos individuales o la Iglesia entera, resiste la verdad en este punto, cuando se ha hecho tan extenso su conocimiento y dado a conocer al público, no creo que disfruten de un avivamiento religioso.

7. Generalmente, es mejor que sea el mismo ministro el que dirija una "reunión proolngada". Algunas veces, por cortesía, algunos ministros visitantes son requeridos para hablar y no ha habido bendición. La razón es evidente. No vienen con el estado mental apropiado para entrar en esta obra; y no conocían el estado mental de la gente, para saber lo que tenían que predicar. Supongamos que un enfermo llama a un médico diferente cada día. Este nuevo médico no conocería los síntomas anteriores, el curso de la enfermedad o del tratamiento, los remedios que se han probado y lo que puede tolerar el paciente. Este método, es probable que terminara con el enfermo. Lo mismo ocurre en un a "reunión prolongada", cuando es dirigida por una serie de ministros. Ninguno entra en el espíritu de la cosa y, en general, hacen más daño que beneficio.

No se debería convocar una "campaña prolongada" a menos que se pueda disponer de la ayuda apropiada, y conseguir un ministro o dos que estén dispuestos a quedarse en ella hasta el fin de la misma. Entonces, probablemente habrá una rica bendición.

Ocurre con el pecador despertado que si se le predica con pasión, al momento cree que está dispuesto a hacerlo todo; cree que está decidido a servir al Señor, pero si se le pone a prueba, se le pide que haga cierta cosa, dar cierto paso, que se identifique con el pueblo de Dios o contraríe su orgullo, este orgullo se yergue y se resiste; con ello se ha mostrado su propio engaño y se ve que es un pecador perdido todavía; mientras que si no se le hubiera dicho nada, podría haberse ido halagando con la idea de que es un cristiano. Si se le dice: "Alli hay el "asiento de los penitentes", ven y confiesa tu decisión de ponerte del lado del Señor", y él no está dispuesto a hacer una cosa tan pequeña, entonces no está dispuesto a hacer nada, y esto está a la vista de su propia conciencia. Descubre el engaño del corazón humano y evita muchas conversiones espurías, mostrando que algunos que parece o se imaginan que quieren hacer algo para Cristo, en realidad no están dispuestos a hacer nada.

La Iglesia siempre ha sentido que era necesario tener algo así como respuesta a este objetivo. En los días de los apóstoles el bautismo servía este propósito. El Evangelio era predicado al pueblo, y los que estaban dispuestos a pasarse al lado de Cristo, eran llamados a ser bautizados. Esto tenía el mismo objetivo exacto que tiene el "asiento de los penitentes" ahora, como una pública manifestación de su decisión de ser cristianos.

En los tiempos modernos, incluso los que se han opuesto rotundamente al "asiento de los penitentes", se han visto obligados a adoptar algún sustituto del mismo, o no han podido progresar en el avivamiento. Algunos han adoptado el expediente de invitar a los que están ansiosos por sus almas, a quedarse, para una conversación, cuando el resto de la congregación se ha retirado. ¿Qué diferencia hay? Esto es una prueba, lo mismo que lo otro. Los ha habido que han desdeñado el emplear el "asiento de los penitentes", y han pedido a los que se sienten conmovidos a que se queden en sus asientos cuando los demás se retiran. Otros llaman a los penitentes y los llevan a otra sala. EL objetivo en todos los casos es el mismo, el sacar a la gente de su refugio de vergüenza falsa.

8. Es evidente que es necesario que haya una predicación más movida y estimulante, si hemos de hacer frente al carácter y necesidades de la época. Los ministros se van dando cuenta de ello. Y algunos se quejan y suponen que esto son "nuevas medidas", como las llaman. Dicen que hay ministros a quienes nuestros padres habrían escuchado con gusto, que hoy no podrían conseguir un pastorado o llenar un auditorio. Creen que estas "nuevas medidas" han pervertido el gusto del público. Pero la dificultad no es ésta. Lo que pasa es que ha cambiado el carácter de la época y, con todo, estos hombres continúan en el mismo estilo de predicación prosaico de hace cincuenta años.

Miremos a los metodistas primitivos. Gran parte de sus ministro no tenían estudios formales, en el buen sentido de la palabra, muchos habían sido sacados directamente de la tienda o la granja, y con todo reunían congregaciones, progresaban y ganaban almas por todas partes. Doquiera han ido los metodistas su estilo simple, claro y directo de predicar, aunque cálido y animado, ha reunido congregaciones. Hay pocos ministros presbiterianos que hayan juntado tan grandes congregaciones y hayan ganado tantas almas. Ahora se nos dice que hemos de proseguir los mismos estilos antiguos y formales de hacer las cosas, en medio de todos estos cambios. Es lo mismo que pedir a un río que se vuelva corriente arriba, cuando se quiere convertir al mundo con esta predicación. Necesitamos predicación vigorosa, con poder, o el diablo se llevará a la genre... con excepción de los que salven los metodistas. En otras palabras, podemos ver que un ministro con el espíritu que hemos descrito reunirá a su alrededor congregaciones mucho mayores que otros, con muchos más estudios, diez veces más si se quiere, pero que no tiene el fervor del otro, ni vierten fuego sobre los que le están escuchando.

9. Otras cosas que pueden parar un avivamiento. Algunos han hablado tontamente sobre este tema, como si no hubiera nada que pudiera estorbar un avivamiento genuino. Dicen: "Si nuestro avivamiento es obra de Dios, no es posible pararlo; ¿puede estorbar a Dios una de sus criaturas?" ¿Es esto, en realidad, sentido común? Antiguamente se acostumbraba decir que un avivamiento no podía ser parado, porque era la obra de Dios. Y así se suponía que iba a seguir, se hiciera lo que se hiciera para estorbarlo, en la iglesia o fuera de ella. Pero, si fuera así, con este mismo razonamiento, el labrador podría cortar los tallos del trigo esperando que no dañaría la cosecha, porque es Dios el que da el crecimiento del grano. Un avivamiento es la obra de Dios, y lo mismo una cosecha de trigo; Dios depende del uso de los medios lo mismo en un caso que en el otro. Y por tanto, un avivamiento sufrirá como sufre un campo de trigo. Un avivamiento cesará cuando los cristianos se vuelvan mecánicos y rutinarios en lo que hagan para fomentarlo. Cuando la fe es fuerte, y los corazones cálidos y blandos, y las oraciones lienas de santa emoción, y las palabras tienen poder, la obra seguirá. Pero cuando las oraciones se enfríen y carezcan de emoción, y la labor se haga mecánicamente, y las palabras no tengan sentimiento, el avivamiento cesará.

10. El avivamiento cesará cuando la iglesia se agote por el trabajo. Muchos cristianos hacen un gran error aquí en épocas de avivamiento. Son descuidados y usan poco juicio, en el hecho que interrumpen sus hábitos de vida, no duermen ni comen a las horas, y dejan que la emoción gobierne sus vidas, de modo que agotan su cuerpo y son tan imprudentes que pronto quedan exhaustos y les es imposible continuar trabajando. Los avivamientos cesan por negligencia e imprudencia, a menudo por estas causas.

11. Cuando los cristianos no se sienten dependientes del Espíritu. Siempre que se creen fuertes en su propia fuerza, Dios se niega a bendecirlos. En muchos casos, pecan porque se engríen con sus éxitos y se creen hacerlo ellos, y no dan la gloria a Dios. Como Dios dice: "Si no escucháis, ni decidís de corazón dar gloria a mi nombre, dice Jehová de los ejércitos, enviaré maldición sobre vosotros y maldeciré vuestras bendiciones; y aun las he maldecido ya, porque no lo habéis decidido de corazón" (Malaq. 2:2). Ha habido mucho de esto, sin duda. He visto comentarios en los periódicos que sugerían una actitud, en los hombres, como si asumieran que el éxito en el avivamiento se debía a su labor. Hay la tentación de hacerlo, y se requiere mucha vigilancia, por parte de los ministros e iglesias, para evitarlo y no agraviar al Espíritu con la vanagloria de los hombres.

12. Un avivamiento va a declinar y cesar, a menos que los cristianos sean avivados ellos mismos con frecuencia. Con esto quiero decir, que los cristianos, para mantener el espíritu de avivamiento, comúnmente, necesitan ser redargüidos y humillados y quebrantados delante de Dios con frecuencia. Esto es algo que muchos no entienden, cuando hablamos de que un cristiano ha de ser avivado. Pero el hecho es que, en un avivamiento, el corazón del cristiano tiene tendencia a adquirir una costra, a perder su exquisito deleite por lo divino; su unción y poder en la oración se abate, y entonces ha de ser renovado otra vez. Es imposible mantenerse en este estado sin dañar la obra, a menos que se pase por este proceso con cierta frecuencia, una vez cada pocos días. Nunca he trabajado en avivamientos en compañía con alguno que quiera seguir en la obra y crea esta apto para el avivamiento de modo continuo, que no pasara por este proceso de quebrantamiento, por lo menos, cada dos o tres semanas.

13. Los avivamientos pueden ser abatidos por la continua oposición de la Vieja Escuela, combinados con un esplritu pobre por parte de la Nueva Escuela. Si los que no hacen nada para fomentar el avivamiento continúan en su oposición, y los que laboran para prosperarlo se impacientan y entran en un espíritu deficiente, el avivamiento cesará. Cuando la Vieja Escuela escribe cartas en los periódicos contra los avivamientos y los que trabajan en ellos, y los de la Nueva Escuela escriben cartas contestándoles con espíritu pugnaz, los avivamientos cesan. QUE SIGAN EN SU LABOR, y nadie haga caso de la oposición, ni prediquen sobre ella ni se apresuren a publicar cosas. La calumnia no hará cesar el avivamiento en tanto que los que lo fomentan se ocupen de la obra y nada más.

14. Otro punto que estorba los avivamientos es el descuidar las misiones. Si los cristianos limitan su atención a la propia iglesia, si no leen las revistas misioneras o usan otros medios de información sobre este tema, sino que rechazan la luz, y no quieren hacer lo que Dios les requiere en esta causa, el Espíritu de Dios se apartará de ellos.

15. Si la Iglesia quiere fomentar avivamientos, debe santificar el Día de Reposo. Hay muy poco respeto al mismo en el pais. Por parte de todo el mundo. La Iglesia tiene que adoptar una actitud firme respecto a esto. A menos que se haga algo para fomentar la santificación del Día de Reposo por parte de la Iglesia, y se haga pronto, cada día se respetará menos. Pronto veremos las tiendas abiertas, las oficinas de correos y los tribunales abiertos en domingo. Y ¿qué hará la Iglesia, qué hara la nación sin el Día de Reposo?

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Charles G. Finney

Capítulo 10

COMO ACERCARSE A LOS PECADORES

"He aqui yo os envio como a ovejas en medio de lobos, sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas." (Mateo 10:16.)

Aprovechad la primera oportunidad para conversar con aquellos alrededor vuestro que viven descuidados. No lo aplacéis. Mejor aún: Tenéis que buscar la oportunidad, y si no se ofrece, hacerla. Designar un tiempo o lugar, y conseguir una entrevista con un amigo o un vecino cuando podáis hablar libremente. Le enviáis una nota; le visitáis a propósito, que vea que es un asunto de importancia, que tratáis de contribuir a la salvación de su alma. Con ello considerará que es una cosa de importancia, por lo menos para vosotros. Seguid hasta que consigáis lo que queréis o bien os convenzáis que, de momento, es imposible hacer nada más.

Cuando os acerquéis a an individuo que rive descuidado, estad seguros de tratarle afectuosamente. Que vea que os dirigis a él, no con miras a buscar una controversia, sino porque amáis su alma y deseáis lo mejor para él en el tiempo y la eternidad. Si sois ásperos y le abrumáis con vuestro estilo de conversación, probablemente se ofenderá y le alejaréis más aún del camino de vida.

Aseguráos de ser muy sencillos y claros. No querráis disimular las circunstancias del carácter de la persona y de sus relaciones con Dios. Ponedlo a la vista, no con el ánimo de ofenderle, sino porque es necesario. Antes de curar una herida hay que limpiarla desde el fondo. No retengáis la verdad, sino decidla de modo claro.

Sed pacientes. Si tiene alguna dificultad real en su mente sed pacientes hasta averiguar lo que es y, entonces, aclaradla. Si es una simple excusa suya, decidselo así. No tratéis de contestar por medio de un argumento, sino mostradle que no es sincero al darla. No vale la pena discutir y pasar el tiempo con una excusa, hacedle comprender que está pecando al darla y con ello alistad su conciencia a vuestro lado.

Tened cuidado y estad en guardia de vuestro propio espíritu. Hay mucha gente que no tienen bastante buen carácter para conversar con personas muy opuestas a la religión. Y esta clase de personas no tendrán mejor satisfacción que haceros enojar. Al contrariaros se irá rebosando contento, porque "ha hecho enfadar a uno de esos aparentes santos, que para él, son todos hipócritas.

Si el pecador tiene tendencia a atrincherarse contra Dios, tened cuidado en no hacerle el juego en nada. Si dice que no puede creer en Dios, no intentéis comprenderlo o justificarlo ni le digáis nada que dé aprobación a su falsedad; no aceptéis que no puede y no le ayudéis a mantenerse en controversia contra su Hacedor. A veces un pecador descuidado empezará hallando faltas en los cristianos. Simplemente decidle que él no tendrél que dar cuenta de los pecados de ellos; que sería mejor que pensara en los propios. Si estás de acuerdo con él, pensarél que tú estás de su lado. Muéstrale que el espíritu con que hace estos comentarios es un espíritu de crítica y que no tiene consideración para el honor de Dios y las leyes de Jesucristo.

Algunas veces el individuo tiene algún ídolo, algo que ama más que a Dios, que le impide entregarse. Tienes que buscar y ver que es lo que no quiere ceder. Quizél es la riqueza; quizá algún amigo mundano; quizá compañía alegre o bien diversiones favoritas. En todo caso, hay algo en que está puesto su corazón que no quiere ceder por Dios.

Es posible que se hayan fortificado en algún punto, y preparado su mente con respecto al mismo, de modo que están decididos a no ceder. Por ejemplo, es posible que se hayan obstinado en que no harán una cierta cosa. Conocí a un hombre que estaba decidido a no ir a cierto bosquecillo para orar. Había otras personas que durante el avivamiento habían ido al bosquecillo, y allí, por medio de la oración y la meditación se habían entregado a Dios. Su propio escribiente se había convertido allí. Esta persona, un abogado, fue despertado, pero estaba decidido a que no iría a aquel bosquecillo. Era un hombre de convicciones y pasaron semanas así, sin alivio. Trataba de hacer creer a Dios que no era orgullo lo que le apartaba de Cristo; y así, cuando se iba a su casa saliendo de la reunión, se arrodillaba en la calle y oraba. Y no sólo esto sino que miraba si había algún charco, y se arrodillaba dentro, para mostrar que no era orgullo. Una vez oró toda la noche en su despacho, pero no quería ir al bosquecillo. Su desasosiego era tan grande y su indignación contra Dios, que se sintió tentado seriamente a quitarse la vida, y tuvo que echar, él mismo, su cuchillo por miedo de cortarse él mismo el cuello. Por fin, decidió ir al bosquecillo y orar, y tan pronto como llegó allí se convirtió y entregó todo su corazón a Dios.

Haz un objeto de estudio constante, de reflexión diaria y de oración, el aprender a tratar con los pecadores y a activar su conversión. EL ganar almas es el mayor asunto de la tierra para cada cristiano. Las personas se quejan con frecuencia que no saben cómo hacerlo. Se comprende: es porque no han aprendido nunca. Nunca se han tomado la molestia de aprender los requisitos que los capacitarían para la obra. Si la gente no se preocupara de sus asuntos y negocios en el mundo, como no lo hacen de salvar almas, ¿podria esperarse que tuvieran algún éxito? Pues bien, si estás descuidando el NEGOCIO PRINCIPAL de la vida, ¿para que estás viviendo? Si no haces objeto de estudio el tener éxito en la edificación del reino de Cristo, estás llenando tu parte como cristiano de modo absurdo y negligente.

Los pecadores ansiosos han de ser considerados en el estado critico y solemne en que se encuentran. De hecho han llegado a una encrucijada. Han llegado al momento en que su destino se ha de decidir para siempre. Los cristianos deberían preocuparse profundamente de ellos. En. muchos aspectos sus circunstancias son más solemnes de lo que serán en el día del juicio. Allí su destino ya estará sellado. El día del juicio Io revelará. Pero el momento particular en que se sella es cuando el Espíritu está luchando con ellos.

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Charles G. Finney

Capítulo 11

LA NECESIDAD DE UNION

"Otra vez os digo, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidan, les será hecho por mi Padre que está en los cielos." (Mateo 18:19.)

1. Un individuo puede desear un avivamiento para la gloria de Dios y la salvación de los pecadores. Otro miembro de la Iglesia puede desear un avivamiento, pero por motivos muy diferentes. Alguno, quizá, desea un avivamiento para reforzar la congregación, a fin de que sea más fácil para ellos pagar los gastos con que sostener la obra. Otro desea un avivamiento para aumentar la Iglesia, hacerla más nutrida y respetable. Otros desean un avivamiento porque otros se han opuesto a ellos y han dicho mal de ellos, y quieren que se sepa que Dios los bendice. Algunas personas desean un avivamiento meramente por afecto natural, como el que sus amigos se conviertan y se salven.

2. Algunas veces se dedican a orar para un avivamiento, y se podría pensar que, por su fervor y su unión, podrían sin duda hacer que Dios conceda la bendición hasta que se descubre su motivación. Y ¿cuál es? Pues que su congregación está a punto de dividirse, a menos que se haga algo. O ven a otra denominación que les está ganando terreno, y no ven otra manera de contrarrestarlo que teniendo un avivamiento en su iglesia. Toda su oración es, pues, para conseguir que el Todopoderoso les ayude a salir de su dificultad; es algo egoísta puramente y, por lo tanto, que ofende a Dios.

3. Los padres nunca se ponen de acuerdo para orar por sus hijos de modo que sus oraciones sean contestadas, hasta que aceptan que sus hijos son rebeldes. Los padres, a veces, oran con gran fervor en favor de sus hijos, porque desean que Dios los salve, y casi piensan duramente de Dios si no salva a sus hijos. Pero, si quieren que sus oraraciones prevalezcan, deben tomar la parte de Dios en contra de sus hijos, aunque por su maldad y perversión Dios se vea obligado a enviarlos al infierno. Conocí a una mujer que estaba muy ansiosa por la salvación de su hijo, y acostumbraba orar por él en agonía, pero él seguía impenitente, hasta que al fin ella se convenció de que sus oraciones y agonías no habían sido nada más que los anhelos cariñosos del sentimiento materno, y no dictados por una justa perspectiva del carácter de su hijo como un rebelde pertinaz contra Dios. Y acabó convencida de que tenía que ponerse en oposición a su hijo como rebelde y que debía considerar que merecía ser enviado al infierno. Y entonces fue cuando se convirtió. La razón era que nunca había sido influida por el motivo correcto.

4. Supongamos que una iglesia llega a la idea de que los pecadores son criaturas pobres y desgraciadas, que vienen al mundo con una naturaleza con la que no pueden evitar el pecado, y que los pecadores son incapaces de arrepentirse y creer en el Evangelio, como lo son de volar a la luna, ¿cómo se puede considerar, con estas ideas, que el pecador es un rebelde contra Dios y que merece ser enviado al infierno? ¿Cómo pueden pensar que el pecador tiene la culpa? Y ¿cómo pueden tomar el lado de Dios cuando oran? Si no toman el lado de Dios contra el pecador, no pueden esperar que Dios tenga en cuenta sus oraciones, pues no oran por los motivos justos. No hay duda que una gran razón por la que muchas oraciones no son contestadas es porque el que ora, de hecho, está en favor del pecador en contra de Dios. Oran como si el pecador fuera un ser desgraciado, pobre, digno de compasión, y no un miserable culpable con toda la culpa. Y la razón es que no creen que los pecadores pueden obedecer a Dios.

5. Cuán frecuentemente hemos oído que la gente ora por los pecadores en este estilo. "Oh, Señor, ayuda a esta pobre alma a hacer Io que debe hacer; oh, Señor, hazle posible hacer esto o aquello." Este tipo de lenguaje implica que están tomando el lado del pecador y no el de Dios. No pueden orar con éxito hasta que entienden que el pecador es un rebelde, obstinado en su rebelión, tan obstinado que nunca, sin el Espíritu Santo, puede hacer Io que debería al instante, y que esta obstinación es la razón, la única razón, por la que necesita la influencia del Espíritu Santo para su conversión. La única base por la que el pecador necesita el agente divino, es para vencer su obstinación, y hacer que quiera hacer lo que puede hacer, y lo que Dios requiere que haga.

6. Si hay miembros podridos en la Iglesia tienen que ser quitados, y la Iglesia debe estar de acuerdo en echarlos. Si se quedan, son un reproche tal para la religión que impiden un avivamiento. Algunas veces cuando se hace un intento de expulsarlos, esto crea una división, y con ello cesa la obra. A veces los ofensores son personas de influencia, o tienen amigos y familiares que toman su parte, y hacen un partido y con ello crean un espíritu desfavorable que impide el avivamiento.

7. Confesiones plenas. Siempre que se ha hecho algo malo, tiene que haber una confesión plena. No quiero decir un reconocimiento frio y forzado, como: "He hecho algo malo, lo lamento"; sin una confesión del corazón, en toda la extensión de lo malo, mostrando que sale de un corazón quebrantado.

8. Perdón de los enemigos. Una gran obstrucción a los avivamientos se halla en el hecho de que individuos dirigentes y activos albergan un espíritu de falta de perdón y de revancha contra los que les han agraviado.

Pero si los miembros de la Iglesia se ponen verdaderamente de acuerdo en la confesión de sus faltas, y en tener un espíritu como el de Cristo, tierno, misericordioso y perdonador hacia los que ellos creen que les han agraviado, entonces el Espíritu descenderá sobre ellos en abundancia.

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Charles G. Finney

Capítulo 12

GUIA Y DIRECCION A LOS PECADORES

"¿Qué debo hacer para ser salvo?" (Hechos 16:30.)

1. La respuesta a esta pregunta no puede consistir en ninguna dirección que no incluya un cambio de corazón, un corazón recto, una obediencia sincera a Cristo. En otras palabras, no hay nada apropiado a menos que sea, en realidad, hacerse cristiano. Cualquier otra dirección que no sea ósta carece de valor. No le llevará más cerca del reino, ni le hará ningún bien, sino que le hará demorar precisamente aquello que debe hacer para ser salvo. EL pecador necesita oír claramente, al punto, Io que ha de hacer si no quiere perderse; y no hay que decirle nada que no incluya un cambio del estado de su corazón. Sea lo que sea, pecador, lo que no incluye un corazón recto es pecado. Leas la Biblia o no, estás en pecado en tanto que estés en rebelión. Vayas a los servicios religiosos o no; ores o no, no sirve de nada, todo es rebelión. Es sorprendente que un pecador piense que está haciendo un servicio a Dios cuando ora y lee la Biblia.

¿Debería un rebelde contra el Gobierno leer el libro de estatutos o el Código, en tanto que está en rebelión y no tiene intención de obedecer?; ¿debería pedir perdón, en tanto que tiene las armas en la mano, resistiéndose?; ¿consideraríamos que está haciendo un servicio a su país, y que el país está bajo la obligación de mostrarle favor? No; diríamos que su lectura y oración son sólo un insulto a la majestad del legislador y de la ley. De modo que, pecador, en tanto que permanezcas impenitente, estás insultando a Dios, y le desarías tanto si lees su Palabra y oras como si no. No importa el lugar, o la posición de tu cuerpo: estés de rodillas o en la casa de Dios; en tanto que tu corazón no es recto, en tanto que resistas al Espíritu Santo y rechaces a Cristo, eres un rebelde contra tu Hacedor.

2. En general es apropiado, seguro y provechoso el decir al pecador que se arepienta. Y digo, generalmente. Porque, a veces, el Espíritu de Dios parece que no está dirigiendo la atención del pecador precisamente a sus propios pecados sino a otra cosa. En los días de los apóstoles, la mente de la gente parecía estar agitada principalmente por la cuestión de si Jesús era realmente el verdadero Mesías. Los apóstoles, por tanto, dirigían gran parte de su instrucción a este punto, el probar que era el Cristo. Cuando había pecadores angustiados que preguntaban lo que tenían que hacer, la exhortación más común era: "Creed en el Señor Jesucristo." Insistían sobre este punto, porque aquí era que el Espíritu de Dios estaba trabajando, y éste era el tema que agitaba la mente de la gente de un modo especial, y era probablemente la primera cosa que una persona haría al someterse a Cristo. Era el gran punto en disputa entre Dios y los judios y gentiles de aquellos días, si Jesucristo era el Hijo de Dios. EL hacer que el pecador cediera en esta cuestión disputada, era el modo más efectivo de humillarlo.

3. En otros tiempos, se verá que el Espíritu de Dios está obrando con los pecadores, principalmente con referencia a sus pecados. A veces El trata con ellos con respecto a un deber particular, como la oración, quizá la oración familiar. EL pecador se verá que está disputando este punto con Dios, si tiene derecho a orar, o si debe orar en su familia. He conocido casos sorprendentes de esta clase, en que el individuo estaba luchando sobre este punto, y tan pronto se postró de rodillas para orar, cedió su corazón, mostrando que éste era precisamente el punto en que el Espíritu de Dios estaba luchando y sobre el cual giraba la pugna con Dios. Esto fue la conversión.

4. Hay palabras que acostumbraban ser claras y fácilmente entendidas y que ahora se han deformado y necesitan ser explicadas a los pecadores, pues a menudo producen una impresión equivocada en su mente. Este es el caso de la palabra "arrepentimiento". Muchos suponen que el remordimiento, o sea un sentimiento de culpa, es arrepentimiento. Si es así el infierno está lleno de arrepentimiento, porque está lleno de remordimiento, imposible de expresar y eterno. Otros sienten pena por lo que han hecho y lo llaman arrepentimiento. Pero sólo sienten pena por haber pecado, debido a sus consecuencias, no porque aborrezcan el pecado. Esto no es arrepentimiento. Otros suponen que la convicción de pecado y abundante temor del infierno es arrepentimiento. Otros consideran que las acusaciones de la conciencia son arrepentimiento; dicen: "Nunca hago nada malo sin arrepentirme y afligirme por ello."

Los pecadores deben ver que todo esto no es arrepentimiento. Todo ello no sólo es compatible con la mayor maldad sino que el diablo puede tenerlos todos ellos y seguir siendo diablo. El arrepentimiento es un cambio en la mente, por lo que se refiere a Dios y al pecado. No es sólo un cambio del punto de vista, sino un cambio en la preferencia final o elección del alma. Es un cambio voluntario, y como consecuencia implica un cambio de sentimientos y de acción hacia Dios y hacia el pecado. Es lo que naturalmente entendemos como un cambio de opinión en el sentido pleno de la actitud mental. Cuando oímos decir que un hombre ha cambiado de opinión en política entendemos que su mente ha cambiado el punto de vista, los sentimientos y la conducta. Los tres. Esto es arrepentimiento, aunque en este caso no se refiere haia Dios. El arrepentimiento evangélico es un cambio de la voluntad de los sentimientos y de la vida, respecto a Dios.

5. El arrepentimiento implica siempre un aborrecimiento del pecado. Naturalmente, implica amar a Dios y abandonar el pecado. El pecador que se arrepiente de veras no se siente como se sienten los pecadores impenitentes cuando consideran renunciar a sus pecados para hacerse religiosos. Los pecadores impenitentese consideran la religión de esta manera: si se vuelven piadosos se verán obligados a abstenerse de bailes, fiestas, teatros, juego y tantas otras cosas en que ahora se deleitan. Y no comprenden cómo podrían divertirse si rompieran con todas estas cosas. Pero esto dista mucho de ser un punto de vista correcto del asunto.

La religión no les hace infielices, al cerrarles de todas estas cosas en que se deleitan, porque el primer paso es el arrepentimiento, el cambio de la mente con respecto a todas estas cosas. No parecen comprender que la persona que se ha arrepentido no tiene atracción hacia estas cosas; ha renunciado a ellas y su mente se ha alejado de las mismas. Los pecadores consideran que les gustará ir a estos lugares, tomar parte en estas cosas, como ahora, y que este continuo sacrificio por su parte les hará infelices. Esto es una gran equivocación.

6. Sé que hay algunos profesantes que, de buena gana, volverían a sus prácticas anteriores, si no se sintieran constreñidos, por temor de perder su carácter, o algo semejante. Pero, si es así, en realidad es que no tienen religión; no aborrecen el pecado. Si desean volver a sus antiguos caminos no tienen religión y nunca se han arrepentido, porque el arrepentimiento consiste en un cambio de puntos de vista y sentimientos. Si fueran realmente convertidos, en vez de escoger estas cosas se alejarían de ellas porque las aborrecerían. En vez de suspirar por las oilas de carne de Egipto, preferirían el más alto goce de obedecer a Dios.

7. Otra instrucción apropiada para dar a los pecadores es que confiesen y abandonen sus pecados. Deben confesar a Dios sus pecados contra Dios, y a los hombres, sus pecados contra los hombres, y abandonarlos todos. Un hombre no abandona sus pecados hasta que ha hecho toda la reparación en su poder. Si ha robado, o defraudado a su prójimo, tiene no sólo que abandonar sus pecados no meramente resolviendo no robar más, sino que ha de hacer reparación en todo lo que pueda. Si ha calumniado a alguno no sólo ha de abandonar su pecado diciendo que no lo hará más, sino que ha de hacer reparación. Lo mismo, si ha robado a Dios, y todos los pecadores lo hart hecho, ha de hacer reparación, en tanto que pueda.

Supongamos que un hombre ha hecho dinero en rebelión contra Dios, le ha quitado el tiempo, talentos y servicio que le debía, ha vivido espléndidamente de los tesoros de su providencia y ha rehusado poner nada para la salvación del mundo: ha robado a Dios. Si muere, considerando que su dinero es suyo, y lo deja a sus herederos sin consultar la voluntad de Dios, puede estar tan seguro de ir al infierno como un atracador. Nunca ha rendido cuentas a Dios. Con toda su parlería piadosa nunca ha confesado su pecado a Dios, ni lo ha abandonado, ni ha reconocido que era un mayordomo de Dios, ni se ha sentido como tal. Si rehúsa considerar su propiedad como en mayordomía de Dios; si la considera suya, y la pasa a sus hijos, dice en efecto a Dios: "Esta propiedad no es tuya, sino mía, y la dejo a mis hijos." Ha continuado perseverando en su pecado, porque no ha renunciado a la posesión de lo que había robado a Dios.

¿Qué pensaría un comerciante si su escribiente tomara su capital y estableciera una tienda propia, muriendo con el capital en sus manos? ¿Iría este hombre al cielo? No es posible. Dios sería injusto si dejara sin castigar a una persona así. ¿Qué hará, pues, Dios a un hombre que le ha robado toda la vida. Dios le puso como mayordomo de sus riquezas, pero le ha robado, lo ha guardado y al morir lo deja en herencia como si fuera su legítima propiedad. ¿Ha abandonado este hombre el pecado? ¡No! Si no se ha rendido él mismo y todo lo que tiene a Dios, no ha dado ni el primer paso en el camino del cielo.

8. Algunas veces los pecadores se imaginan que han de esperar que cambien sus sentimientos antes de someterse a Dios. Dicen: "no creo que me sienta en condiciones de aceptar a Cristo todavía." Deberían ver que lo que Dios requiere de ellos es que quieran, o sea, que aportan su voluntad. Si obedecen y se someten con su voluntad, los sentimientos se ajustarán a su debido tiempo; no es cuestión de sentir, sino de querer y de obrar.

Los sentimientos son involuntarios, no tienen carácter moral excepto cuando se derivan de la acción de la voluntal con la cual simpatizan. A menos que la voluntad sea recta no es posible, naturalmente, que lo sean los sentimientos. El pecador debe acudir a Cristo aceptándole al momento; y esto ha de hacerlo, no en obediencia a sus sentimientos, sino en obediencia a su conciencia. Obedecer, someterse, confiar. ¡Cédelo todo instantánea e inmediatamente y tus sentimientos se volverán rectos! No esperes a tener mejores sentimientos, sino entrega todo tu ser a Dios al instante y ésta dará como resultado los sentimientos que estás esperando. Lo que Dios requiere de ti es un acto presente en tu mente que se vuelva del pecado a la santidad, y del servicio de Satán al servicio del Dios vivo.

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Charles G. Finney

Capítulo 13

FALSO CONSUELO PARA LOS PECADORES

"¿Cómo, pues, me consoláis en vano, viniendo a parar vuestras respuestas en falacia?" (Job. 21:34.)

1. Sin duda, son a millones los que ahora están en la condenación porque tuvieron alrededor quien les diera consuelo falso, quien sentía tanta compasión falsa, o que él mismo estaba en tal oscuridad, que no quería que los pecadores permanecieran en la ansiedad y les administraba falsedades.

2. He visto a menudo a cristianos que me han traido a pecadores angustiados, pidiéndome que los consolara, y luego, cuando he examinado la conciencia del pecador a lo vivo, se han estremecido y se han puesto de su lado. Es a veces imposible tratar de modo efectivo con jóvenes que están angustiados en la presencia de sus padres, porque los padres tienen tanta compasión por sus hijos que se olvidan de dar a Dios el honor que merece. Esta es una posición equivocada; y con estos puntos de vista y sentimientos Io mejor es callarse que decir una palabra a los penitentes.

3. Con frecuencia he encontrado casos de esta clase. Una madre dirá a su hijo, que se halla angustiado, que ha sido siempre un hijo obediente, bueno y amable, y que no debe tomarse las cosas así. Un marido dirá a su esposa, o la esposa al marido: "¡Has sido muy bueno! ¿Cómo? ¡No has sido tan malo! Has ido a ver a este terrible predicador que aterroriza a la genre y te has acongojado. i¡Cálmate, estov seguro que no hay motivo para esta inquietud!" La verdad es que las cosas son mucho peores de lo que ellos piensan.

Ningún pecador tiene idea de lo graves que son realmente sus pecados. No es probable que ningún hombre pudiera vivir bajo la plena visión de sus pecados. Dios, en su misericordia, ha ahorrado alas criaturas en la tierra la peor visión de todas, la de un corazón humano desnudo. La culpa del pecador es mucho más profunda y condenadora de lo que él mismo cree, y su peligro es mucho mayor de lo que piensa y si pudiera ver su pecado tal como es, probablemente no viviría ni un momento. Es verdad que un pecador puede tener ideas falsas sobre el tema, y crearse con ello angustia sin fundamento. Puede creer que ha cometido el pecado imperdonable, o que ha agraviado el Espíritu o que ha pecado hasta el punto que ha pasado, para él, el día de gracia. Pero el decir a la persona más moral y amable del mundo que es bastante bueno, o que no es tan malo como se piensa, no es darle consuelo racional, sino engañarle y destruir su alma.

4. EL pecador está a las puertas del infierno, está en rebelión contra Dios, y su peligro es infinitamente mayor de lo que piensa. ¡Oh, qué doctrina del demonio es decir a un rebelde contra el cielo que no se angustie! ¿Qué es esta angustia suya sino rebelión? No es consolado porque rehúsa serlo. Dios está dispuesto a consolarle. No tienes porque pensar que eres más compasivo que Dios. El llenará al pecador de consuelo, en un instante, en la sumisión. Aquí hay el pecador, luchando contra Dios y luchando contra el Espíritu Santo y su conciencia, que se angustia hasta la muerte, pero que no quiere ceder; y ahora viene uno que dice: "Oh, no me gusta que te sientas tan mal, no te apures; animate, animate; la religión no consiste en nada sombróo; ten ánimo." ¡Es horrible!

5. La gente, a veces, consuelan a un pecador diciéndole: "Si eres de los elegidos, serás recogido y llevado adentro." Una vez oí de un caso en que un joven en gran confiicto mental fue enviado a conversar con un ministro vecino. Hablaron durante mucho rato. Cuando el joven se marchaba, el ministro le dijo: Me gustaría escribir unas líneas a tu padre para que se las des." Su padre era un hombre piadoso. El ministro escribió la carta y se olvidó de cerrarla. EL pecador se fue a su casa, vio que la carta no estaba cerrada y se dijo que, probablemente, el ministro habría escrito sobre él y sintió tanta curiosidad que sacó la carta y la leyó.

Y lo que halló fue lo siguiente: "Querido amigo. He hallado a su hijo bajo convicción de pecado, en estado de angustia y no es fácil decir algo que le dé consuelo. Pero si es uno de los elegidos entrará en el redil." Quería decir algo para consolar al padre, pero en realidad, esta carta casi destruyó el alma del hijo, porque se contentó con la doctrina de la elección diciendo: "Si es uno de los elegidos será traído al redil"; y con ello desapareció la convicción del joven. Años más tarde fue despertado y convertido, pero sólo a costa de una gran lucha, y sólo cuando la falsa impresión anterior quedó obliterada de su mente, y se le pudo hacer ver que todo ello no tenía nada que ver con la doctrina de la elección, sino que si no se arrepentia se perdería.

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Charles G. Finney

Capítulo 14

INSTRUCCIONES PARA LOS CONVERTIDOS

"Apacienta mis corderos." (Juan 21:15.)

1. Una de las primeras cosas que deben aprender los recién convertidos es a distinguir entre la emoción y los principios en religión. Deseo que aprendáis bien estas palabras, las tengáis grabadas en la mente: el distinguir entre emoción y principios.

2. Emoción quiere decir el estado mental del cual somos conscientes, y que llamamos sentimiento; un estado involuntario de la mente, que aparece, naturalmente, cuando estamos en ciertas circunstancias o bajo ciertas influencias. Puede haber sentimientos intentos o pueden calmarse y tranquilizarse o desaparecer enteramente. Pero estas emociones deberían distinguirse cuidadosamente de los principios religiosos. Principio, no quiere decir cualquier sustancia o raíz o semilla o brote implantado en el alma. Lo que quiere decir es una decisión voluntaria de la mente, la decisión firme de cumplir con el deber y obedecer la voluntad de Dios, por la cual un cristiano debería ser gobernado siempre.

3. Cuando un hombre está plenamente decidido a obedecer a Dios, porque es RECTO que obedezca a Dios, yo llamo a esto principio. Tanto si siente alguna viva emoción religiosa en aquel momento, o no, hará su deber con alegría, bien dispuesto y con diligencia, cualquiera que sea el estado de sus sentimientos. Esto es actuar conforme a principios, no según emoción. Muchos convertidos recientes confunden este punto y dependen casi exclusivamente del estado de sus sentimientos para proseguir hacia el deber. Algunos no asistirán una reunión de oración a menos que sientan que pueden hacer una oración elocuente. Las multitudes son infiuidas casi enteramente por sus emociones y dan paso a las mismas, como si no estuvieran bajo la obligación del deber, a menos que se sientan impulsadas por alguna fuerte emoción. Serán muy celosos en religión si se sienten de modo adecuado para ello, cuando sus emociones son cálidas y vivas, pero no pondrán por obra su religión de modo consecuente, y no la pondrán en vigor en todos los aspectos de su vida. Son religiosos sólo en tanto que se hallan impulsados por la ráfaga del sentimiento. Esto no es verdadera religión.

4. Los recién convertidos deberían aprender que cuando tienen el deber delante, lo tienen que hacer. No importa si hay sentimiento imperceptible; si el deber llama, ¡HAY QUE HACERLO! No esperes que venga el sentimiento, sino ¡HAZLO! Lo más probable es que las mismas emociones que estás esperando, aparecerán cuando hagas tu deber. Si el deber es orar, por ejemplo, y no tienenes los sentimientos que desearías tener, ora: "Abre tu boca" (Salmo 81:10); y al hacerlo, es más que probable que tendrás las emociones que esperas y que constituyen la felicidad consciente de la religión.

5. Los recién convertidos no deberían volverse sectarios en sus sentimientos. No se les debería enseñar a insistir en distinciones sectarias, o ser porfiados en puntos sectarios. Han de examinar estos puntos, según su importancia, en el momento oportuno, la manera oportuna, y decidir por su cuenta. No se les debe enseñar a insistir en ellos, y darles mucha importancia al principio de su vida religiosa.

Cuando oigo que preguntan: "¿Crees en la doctrina de la elección?" o: "¿Crees en aspersión o inmersión?" me entristezco. No he visto nunca que estos cristianos valgan mucho. Su celo sectario pronto agría sus sentimientos, quita de su corazón toda religión, y enmohece todo su carácter en un fanatismo sectario y pecaminoso. Generalmente, se convierten en devotos de las tradiciones de sus padres y están muy poco preocupados por la salvación de las almas.

6. Los recién convertidos deberían aprender que han renunciado a todas sus posesiones y a ellos mismos y que, de no haberlo hecho, no son cristianos. No deben seguir pensando que les queda nada suyo: su tiempo, propiedad, influencia, facultades, cuerpo o alma. "No sois vosotros." (1 Corintios 6:19), pertenecen a Dios; y cuando se sometieron a Dios, hicieron una entrega libre de todo a El, para que los gobierne y disponga de ellos según su voluntad. No tienen derecho a pasar ni una hora de su tiempo como si fuera suya; no pueden ir a ninguna parte, por su cuenta, sino estar en todo a la disposición de Dios, y emplearlo todo para la gloria de Dios.

Los cristianos, y las iglesias en general, deben adoptar esta actitud y la han de mantener como un asunto de disciplina: el negar la mayordomía es un pecado y lo mismo la codicia; ambos deberían ser base suficiente para excluir a un hombre de la comunión, como le excluiríamos si negara la deidad de Cristo o cometiera adulterio.

7. Ya es hora de que se dejen estas cosas claras. Y la única manera de dejarlas claras es empezar con los que acaban de entrar en religión. Los jóvenes convertidos deben aprender que es digno de condenación el mostrar un espíritu codicioso, el mostrarse sordos cuando el mundo entero está pidiendo socorro, como lo es el vivir en adulterio o la adoración de ídolos.

8. Los jóvenes convertidos deben aprender a orar siempre, en todo lugar. Por falta de instrucción en este punto, muchos jóvenes convertidos sufren pérdida y se apartan de Dios. Por ejemplo, a veces ocurre que un joven convertido cae en pecado y, luego, cree que no puede orar, y en vez de vencer esto se siente afligido y espera que pase el filo de esta aflicción. En vez de ir directamente a Jesucristo en medio de su agonía y confesar su pecado con todo su corazón y conseguir el perdón y la restauración de la paz, espera que pase Io vivo de sus sentimientos y se calme; y luego, el arrepentimiento, si lo hace, es frio y desmayado. Quiero decir que nunca debes hacer esto; sino que, cuando tu conciencia te oprime, vayas a Cristo y confieses tu pecado plenamente y derrames tu corazón a Dios.

Algunas personas descuidan la oración porque están en la oscuridad y no sienten deseo de orar. Pero, entonces, es cuando necesitan orar más. Esta es la verdadera razón por la que tendrían que orar. Tendrían que ir directamente a Dios y confesar la frialdad y oscuridad de la mente. Decirle a Dios cómo se sienten. Decirle: "¡Oh, Señor, no tengo deseo de orar, pero sé que debería orar!" E inmediatamente el Espíritu descenderá y guiará tu corazón en oración y todas las nubes se disiparán.

9. A los recién convertidos habría que advertirles fielmente contra la adopción de un falso standard en religión. No debería dejárseles que siguieran o imitaran a los antiguos convertidos, o tener esa idea como un standard de la vida santa. Tendrían siempre que mirar a Cristo como su modelo. No procurar ser tan buenos cristianos como los antiguos miembros, ni pensar que hacen las cosas muy bien cuando están tan despiertos como los viejos miembros de la Iglesia; su objetivo debería ser la santidad. La Iglesia ha sufrido mucho por falta de atención sobre esta materia. Los recién convertidos se han puesto en marcha, con el corazón lleno de ardor, y celo fervoroso para dirigir su mirada a un alto standard, pero no se les dirigió debidamente, y pronto se contentan con la idea de que lo que es bastante bueno para los otros lo es también para ellos, y por lo tanto han cesado de mirar un poco más arriba que los que fueron antes que ellos. Y ésta es la manera en que la Iglesia, en vez de levantarse más y más alta en su santidad, con cada nuevo avivamiento, se ha mantenido estacionaria.

10. Los convertidos deben aprender a decir: "No." Esta es una lección dificil para muchos. ¡Mirad a esta joven! Antes amaba su circulo alegre, y se deleitaba en sus placeres; se unió a la Iglesia y se vio aislada de sus antiguos amigos. Ahora no la invitan a sus bailes y fiestas, porque saben que no asistiría; y quizá se mantienen alejados de ella, por temor que trataría de conversar con ellos acerca de sus almas.

Pero, poco a poco, sus amigos se van atreviendo, y algunos le preguntan si quiere salir a dar un paseo con ellos. A ella no le gusta decir "No". Son sus antiguos amigos y sólo unos pocos van, además un paseo es un recreo inocente y acepta la invitación. Pero, una vez se ha quebrado el hielo, ellos la tienen como uno de los suyos. Una vez se ha empezado, vienen las visitas de carácter social, "sólo unos pocos amigos", y pronto en una se quitan las alfombras para bailar un poco; después de esto viene un paseo en trineo el sábado por la noche, que dura hasta después de medianoche, y como está cansada se queda durmiendo el domingo por la mañana, que quizá será un domingo de comunión. ¡Todo por no decir no al principio!

11. Ved a este joven. Durante un tiempo siempre estuvo en su lugar en la Escuela Dominical y en la reunión de oración. Pero, poco a poco, sus antiguos amigos volvieron a tratarle con atención, le atrajeron y se lo llevaron, paso a paso. Razona que si rehúsa ir con ellos en cosas inocentes va a perder su influencia en ellos. Y va, hasta que empieza a descuidar la reunión de oración, la clase biblica y aun la lectura privada de la Biblia y la oración. ¡Ah, joven, párate aquí! No quieras exponer la causa de Cristo al desprecio y la burla, aprende a resistir los comienzos de la tentación.

12. Es de gran importancia que los recién convertidos aprendan a ser estrictamente sinceros. Hay que ser muy diferente del mundo y diferente aun de la mayoría de los que profesan religión. ¡Ay, cuán poco nos damos cuenta de esto! ¡Cuán poca sinceridad, real, pura y simple entereza, que debería ser la marca del hijo de Dios!

Considerad esto seriamente. ¿Qué dice Dios sobre los que irán al cielo? Leamos el Salmo 15: "El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia." ¿Qué piensas de esto? Si uno ha prometido algo, excepto el cometer algún pecado, tiene que guardar su promesa si quiere ser honrado e ir al cielo. Pero hay gente que harán promesas y para evitarse el cumplirlas, faltarán a las mismas como si nada. No tolerarían, en cambio, que un cheque suyo fuera devuelto por el banco. ¿Por qué? Porque perderían el crédito, y les demandarían ante el tribunal.

¿Es esto honradez? ¿Con este tipo de honradez esperan entrar en el cielo? ¿Quebrantar las promesas y presentarse ante Dios con una mentira en la mano? Si rehusas cumplir tu promesa eres un mentiroso; y si persistes en ello tu parte será el lago que arde con fuego y azufre. Ni por diez mil mundo permitiría yo que hubiera en mis manos dinero que fuera quitado de un objeto que yo había dado como promesa. Este dinero "roe como la gangrena" (2 Timoteo 2:17).

Si te es imposible devolver el dinero, esto ya es una excusa suficiente. Pero en todo caso, tienes que decirlo. Pero si rehusas pagar lo que prometiste, porque has cambiado de parecer, eres cupable. No puedes orar hasta que pagues este dinero. El Señor no puede escuchar tus oraciones.

13. La religión no consiste en deseos de hacer buenas acciones. Los deseos que no resultan en decisiones y en acción, no tienen virtud en sí. Tampoco tienen por qué ser malos. Pueden aparecer de modo involuntario en la mente, a la vista de ciertos objetos; pero en tanto que no producen ningún acto voluntario, no son ni mejores ni peores que el latido del corazón, excepto en casos en que hemos procurado indirectamente que aparezcan, por ponernos en circunstancias calculadas para estimularlos. EL hombre más malo de la tierra puede tener deseos de santidad. Puede ver claramente que la santidad es el único medio de alcanzar la felicidad. Y en el momento en que se da cuenta de que la santidad es un medio para la felicidad, naturalmente la desea. Es de temer que son muchos los que se engañan con la suposición de que un deseo de santidad, como medio de felicidad, es religión.

Sin duda, son muchos los que se ufanan de algunos deseos que han tenido, pero que nunca resultaron en la elección de lo recto. Tienen deseos de hacer su deber, pero no lo hacen, porque, en conjunto tienen deseos aún más fuertes de no hacerlo. En estos descos no hay virtud. Una acción o deseo puede set virtuosa a la vista de Dios sólo si es un acto de la voluntad. La gente a menudo hablan de modo absurdo sobre este tema, como si hubiera algo bueno en sus deseos, en tanto que son meros deseos. "Creo que deseo esto o aquello." Pero "¿lo haces?" "Oh, no, pero con frecuencia deseo hacerlo." Esto es ateísmo, prácticamente.

14. Cualquier deseo que pueda tener una persona si no es realizado en decisión y acción, no es virtuoso. No hay ningún grado de deseo que en sí sea virtuoso. Si se pudiera hacer que quedara destacada esta idea, remachada en la mente de la gente, probablemente aniquilaría las esperanzas de la mitad de los miembros de las iglesias, que están viviendo de sus buenos deseos, aunque no hacen nada para Dios.

15. Habría que hacer entender a los recién convertidos que cualquier cosa que sea egoísta no puede ser religión. Sean los deseos que tenga, y las acciones o elecciones que haga, si, después de todo, la razón de las mismas es egoísta, no hay religión en ellas. Un hombre puede haber cometido pecado incluso orando, leyendo la Biblia, asistiendo a un servicio religioso, o cualquier otra cosa, si el motivo es egoísta. Supongamos que un hombre ora simplemente con miras a fomentar su propia felicidad. ¿Es esto religión? ¿Qué es, sino un intento de hacer del Dios Todopoderoso nuestro siervo? No es nada más que una gran especulación y ponen al universo, Dios y todo, a contribución para hacerle feliz. Es el grado supremo de maldad. Está tan alejado de la piedad que es, en realidad, una forma de maldad superlativa.

16. Ninguna cosa es aceptable a Dios, como religión, a menos que sea ejecutada de corazón, para agradar a Dios. No hay ninguna acción externa que sea buena o que sea aprobada por Dios a menos que sea realizada con motivos rectos y de corazón. Los recién convertidos deberían aprender de modo pleno y positivo que toda religión consiste en obedecer a Dios de corazón. Toda la religión consiste en acción voluntaria. Todo lo noble, todo lo amable, a la vista de Dios, todo lo que pueda llamarse propiamente religión, consiste en acción voluntaria, y un obedecer voluntariamente la voluntad de Dios desde el corazón.

17. Los recién convertidos deberían aprender que el deber de la abnegación o negación de uno mismo es una de las características principales del Evangelio. No son piadosos a menos que voluntariamente acepten su cruz diariamente y se nieguen a sí mismos por Cristo. Hay muy poca abnegación en la Iglesia y la razón es que se pierde de vista el deber cuando se instruye a los recién convertidos. ¡Cuán raramente se les dice que el negarse a sí mismo es el rasgo principal del Cristianismo! Los ministros raramente piden a nadie, cuando tratan de fomentar una causa, que se nieguen a sí mismos en favor de ella; sólo les piden que den lo que les sobra; en otras palabras, que den al Señor lo que no les cuesta nada. ¡Qué abominación!

18. Los jóvenes convertidos deberían aprender lo que es perseverancia. Es asombroso lo que se llega a decir sobre la perseverancia. Como si la doctrina de la perseverancia fuera: "Una vez en la gracia, siempre en la gracia"; o: "Una vez convertido, seguro que irás al cielo." Esta no es la idea de la perseverancia. La verdadera idea es que si un hombre se ha convertido verdaderamente, como regla, continuará obedeciendo a Dios; y, como consecuencia, ira al cielo. Pero si una persona tiene la idea de que por haberse "convertido", tiene por seguro ir al cielo, esta persona no escapará de ir al infierno.

La obediencia a Dios consiste en el estado del corazón. Es querer obedecer a Dios; deseando que Dios nos gobierne en todas las cosas. Si un hombre habitualmente desobedece a Dios, en alguna cosa particular, está en un estado mental que hace la obediencia en todo Io demás imposible. El decir que se obedece a Dios en algunas cosas, por respeto a su autoridad y que en otras se le niega la obediencia, es absurdo.

19. Los recién convertidos aprenden fácilmente a ser "templados en todas las cosas" (1 Corintios 9:25). Con todo, este tema es descuidado en gran manera en lo que afecta a los recién convertidos y casi se ha perdido de vista en las iglesias. El mascar y fumar tabaco, son actos de falta de templanza. El usarlos no es ser "templados en todas las cosas". Hasta que los cristianos tengan la conciencia despertada sobre este tema, y vean que no tienen derecho a no ser templados en nada, habrá poco progreso en religión. Es muy posible que algunas familias gasten más en café y té, que no dan ningún alimento y son meramente estimulantes, que lo que ofrecen para las misiones. Es posible que esto sea verdad en iglesias enteras. Incluso algunos encargados de solicitar apoyo para las sociedades misioneras y otras hacen uso de té, cafè y tabaco. Es una cosa un poco rara.

20. Si los cristianos profesos pudieran comprender lo mucho que gastan por Io que son meramente venenos, y nada más, se quedarían asombrados. Hay muchos que insisten en que no se pueden pasar sin ellos. Y si se discute este asunto con ellos, es posible que se enojen, cuando los argumentos empiezan a afectar sus conciencias.

¡Oh, durante cuánto tiempo seguirá la Iglesia mostrando este tipo de hipocresía en las reuniones misioneras, orando a Dios para que salve al mundo, cuando en realidad están tirando cinco veces más dinero en pura intemperancia que lo que dan para salvar al mundo! Algunos creerán que esto son insignificancia, y que no merecen que se hable de ellas desde el púlpito. Pero yo os digo que es una gran equivocación, si pensáis que son cosas insignificantes, porque hacen a la Iglesia odiosa delante de Dios, pues ponen a la vista su hipocresía y su concupiscencia. Aquí hay un individuo que dice que se ha entregado para servir a Jesucristo, y con todo rehúsa negarse a sí mismo un deseo que le domina y ora: "¡Señor, salva al mundo; Señor venga tu reino!" Esto es hipocresía. Estas oraciones ¿cómo pueden ser oídas? A menos que estas personas se nieguen a sí mismas, no daría un comino por las oraciones de todos estos cristianos profesos, aunque hubiera tantos que cubrieran todos los Estados Unidos.

21. Estas cosas han de ser enseñadas a los recién convertidos. Ha de llegar al punto en que los hombres no se llamen cristianos a menos que estén dispuestos a cortar su mano derecha, a sacarse el ojo derecho, a negarse a sí mismos por amor de Cristo. ¿Es esto poco? Aquí se halla el veneno del espíritu de la oración. ¡Esto rebaja y sensualiza al alma! ¿Es esto pequeño y no merece hablar de ello en el púlpito, cuando toda esta intemperancia, de una clase u otra, cuesta a la Iglesia no ya cinco, quizá cincuenta veces más de lo que da para la salvación del mundo?

22. Ha llegado el momento de enseñar estas cosas de modo efectivo, cuando los convertidos son jóvenes. Si no se les enseña debidamente adquirirán hábitos falsos, y empezarán con un modo de vivir indulgente para sí mismos, y raramente llegarán a reformarse del todo. La pertinacia de muchos en permitirse estos deseos se puede ver con tan sólo hablar con muchos. Y yo creo que la Iglesia nunca puede levantarse de su modorra hasta que los recién convertidos sean instruidos, desde el principio de su carrera religiosa, a ser templados en todas las cosas.

23. Debe enseñárseles que es necesario que ellos mismos sean tan santos como creen que los ministros han de serlo. Se ha pensado durante mucho tiempo que los minisros han de ser más santos que los demás. Se asombrarían si un ministro mostrara ligereza, o siguiera las modas o mostrara mal genio.

Se espera que ellos también se esfuercen para ser perfectos. Todo recién convertido debe aprender que si no tiene el propósito de vivir sin pecado, no ha empezado todavía a ser religioso. ¿Qué es la religión sino el amor supremo a Dios y el propósito supremo de escuchar a Dios y la disposición a obedecerle? Si no hay esto no hay religión. Si alguien dice que es perfecto todo lo que hay que decir es: "Que lo demuestre." Si lo es, lo mostrarán sus acciones.

24. Pero el deber de todos es el ser perfectos en motivos, y proponerse una obediencia entera, perpetua y universal a Dios. Debería ser su propósito constante el vivir totalmente para Dios y obedecer todos sus mandamientos. Deben vivir de tal modo que si pecan sea una excepción, un caso individual, en que han obrado contra el propósito y tenor fijo y general de sus vidas. No tendrían que pecar; tienen que ser santos y perfectos si esperan vivir con Dios, pues Dios es perfecto; a los jóvenes convertidos hay que enseñarles a seguir este camino rectamente, de otro modo nunca vivirán rectamente.

25. "No siempre vas a sentirte de la misma manera que ahora." Cuando un recién convertido se goza en su Salvador, y piensa en vivir para la gloria de Dios y el bien de la humanidad, cuántas veces se le dicen estas palabras. Con ello, se prepara su mente con la idea de hacerse atrás, y no hay que sorprenderse mucho si lo hace. Esto es, precisamente, lo que el diablo quiere que los nuevos convertidos oigan: "Tus sentimientos no van a durar, sino que, poco a poco, vas a sentirte tan frío como nosotros." Oír esto me hace sangrar el corazón. Cuando un recién convertido está vertiendo el fervor de su corazón sobre algún antiguo profeso, y espera la correspondencia cálida de un espíritu recíproco que responde al suyo, recibe esta ráfaga de viento helado: "No siempre te sentirás así." ¡Qué vergüenza! Luego, cuando bajo la influencia de esta instrucción que le das, se produzca lo que dices, no le causará ninguna sorpresa ni alarma, sino que lo considerará como cosa natural, porque esto es lo que les ocurre a todos los demás.

Esta doctrina es lo último que debería pensarse en decir a los recién convertidos. Hay que decirles que tan sólo han empezado la vida cristiana, y que su religión consiste en proseguir. Han de aprender a seguir adelante, en "crecer en la gracia" continuamente. No hay que enseñarles que su religión se irá extinguiendo, que se hará más y más pequeña hasta que sea sólo un punto. Dios dice: "La senda de los justos es como la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto" (Proverbios 4:18). Ahora bien, ¿de quién será la senda que va hacióndose más y más oscura hasta que se llegue a la perfecta noche? Lo que habría que decirles es que a las primeras indicaciones de mengua o celo espiritual, han de alarmarse y espolearse en el cumplimiento del deber. No hay que enseñar a los recién convertidos el camino para hacerse atrás. Y no dudo que esta misma doctrina: "No vais a tener los mismos sentimientos luego", es uno de los grandes descubrimientos de Satán para que se realice lo que está prediciendo.

26. La misma idea de ser cristiano, es renunciar al yo y consagrarse por completo a Dios. El cristiano no tiene más derecho a retener algo de Dios del que tiene a robar. En un sentido es también un robo. Insisto en decir que el hombre que retira de Dios algo, comete un crimen mayor que el que comete al robar contra su prójimo, puesto que Dios es el Dueño de todas las cosas, en un sentido mucho más alto del sentido en que el hombre las posee. Si Dios te llama a emplear algo que tienes, tu dinero, tu tiempo, o tus hijos, o dedicarte tú mismo a la propagación de su reino y rehúsas porque quieres hacer tu voluntad, o prefieres hacer otra cosa, haces un desfalco a Dios, como haría un empleado que defraudara a su patrón.

27. Los nuevos convertidos deberían aprender a hacer todos sus deberes. No deberían hacer componendas con el deber, ni decir: "Haré esto como compensación por haber descuidado aquello." Nunca deberían descansar satisfechos hasta que hayan hecho su deber de toda clase, en relación con sus familias, la Iglesia, la Escuela Dominical, las personas impenitentes que les rodean, el disponer de su propiedad, y la conversión del mundo. Que hagan su deber, como quieren hacerlo cuando sus corazones están llenos de fervor; y no intenten escoger cuál de los mandamientos de Dios van a cumplir y cuál no.

Hay que enseñarles que la religión no consiste en éxtasis ni trances ni emociones de gran altura. Es posible que haya todo esto cuando hay religión. Pero hay que entender que éstas, son emociones involuntarias y que pueden existir en pleno vigor cuando no hay religión. Pueden ser mera obra de la imaginación, sin ninguna afección verdaderamente religiosa. Las personas pueden tenerlas en tal grado que lleguen a desmayarse del éxtasis, incluso sobre cosas religiosas, sin tener religión. He conocido a personas llevadas a un estado de trance, por la mera contemplación de los atributos naturales de Dios, su poder y su sabiduría desplegados en el firmamento estrellado y, con todo, la persona no es religiosa. La religión es obediencia a Dios, la sumisión voluntaria del alma a su voluntad.

EL AVIVAMIENTO

Por

Charles G. Finney

Capítulo 15

SED LLENOS DEL ESPíRITU

"Sed llenos del Espíritu." (Efesios 5:18.)

Por qué muchos no tienen el Espíritu.

1. Es posible que se trate de una persona que sea un hipócrita. Que sus oraciones no sean sinceras, no sean genuinas. No sólo su religión es un mero espectáculo, sino que no hay sinceridad en su relación con otros.

2. Otros son tan frívolos y ligeros que el Espíritu no puede morar en ellos. El Espíritu de Dios es solemne, es serio, y no residará en aquellos que son descuidados y superficiales.

3. Otros son tan orgullosos que no pueden tener el Espíritu. Sólo piensan en vestir bien, buena vida, lujos, coches, modas, etc., no es de extrañar que no estén llenos del Espíritu.

4. Algunos están orientados hacia el mundo, aman las propiedades y procuran hacerse ricos con tanto afán que no pueden tener el Espíritu. Cómo puede vivir en ellos el Espíritu cuando todos sus pensamientos están en las cosas del mundo y todo su poder está absorbido para conseguir riquezas. Y cuando consiguen dinero, cuando se ven empujados por la conciencia a dar algo para la conversión de otros, sufren. Muestran hasta qué punto su amor al mundo les domina en su trato con otros. Las cosas más pequeñas lo muestran. Tratarán de sacar la última gota de sudor de un pobre que trabaja por ellos; y si operan en mayor escala tratarán de sacar ventaja de todo.

A un obrero que trabaja por ellos, le explotan, le harán ver que es casi un caso de conciencia, que no le pueden dar más por su trabajo o un encargo. Esta gente, en cambio, se avergonzarían de tener tratos de este tipo con gente de su rango, porque con ello perjudicarían su reputación; pero, Dios lo sabe, lo tiene todo escrito, que son codiciosos y que hacen tratos injustos para favorecer su propio interés. ¿Es posible que esta gente profese tener el Espíritu de Dios? ¡lmposible!

5. Otros son descuidados en el cumplimiento de un deber conocido, y ésta es la razón por la que no tienen el Espíritu. Los unos no oran en su familia, aunque saben que tienen el deber de hacerlo y, con todo, tratan de conseguir el espíritu de oración.

Si has descuidado algún deber conocido y por ello has perdido el espírtu de oración, debes ceder primero. Dios tiene una disputa contigo; tú has rehusado obedecerle y tienes que retractarte. Es posible que lo hayas olvidado, pero Dios no, y debes recordarlo en tu mente, y arrepentirte. Si yo tuviera un ojo omnisciente, podría decir los nombres de los individuos de esta congregación que han descuidado algún deber conocido (o cometido algún pecado, del que no se han arrepentido); y que están orando pidiendo el espíritu de oración, pero no pueden conseguirlo.

6. Si sabes lo que es, por alguna experiencia anterior, el tener comunión con Dios, y lo dulce que es rendirse en penitencia y ser lleno del Espíritu, no puedes sino desear un retorno a estos goces. Y puedes tú mismo orar con fervor pidiéndolo, y orar por un avivamiento religioso. Pero, en conjunto, no deseas que venga. Tienes demasiado que hacer y no puedes asistir. O te exigiría tantos sacrificios que no puedes ni pensarlo. Hay algunas cosas que no quieres ceder. Encuentras que si quieres que el Espíritu de Dios resida en ti has de vivir de modo diferente; has de renunciar al mundo; has de hacer sacrificios; has de romper con tus relaciones mundanas, has de confesar muchos pecados. Y por ello, en conjunto, no deseas que el Espíritu venga, a menos que El consienta en venir a ti y dejarte vivir como quieras. Pero esto no lo va a hacer nunca.

7. Tu culpa es tan grande, como la autoridad de Dios, que te manda: "Se lleno del Espíritu." Dios te lo manda, y es una desobediencia el no hacer caso, como lo sería el quebrantar cualquier otro de sus mandamientos. Piensa en esto. ¿No robarías, verdad? ¿No cometerías adulterio? Y con todo hay muchas personas que no se dan la culpa por no tener el Espíritu. Incluso se consideran cristianos piadosos, porque van a las reuniones de oración, participan del sacramento de la santa cena, y todo esto a pesar de que viven año tras año sin el Espíritu de Dios. Ahora bien, el mismo Dios que dice: "No os embriaguéis con vino", es el que dice: "Sed llenos del Espíritu."

Todos decís que si un hombre es un adúltero o un ladrón, no es cristiano. ¿Por qué? Porque vive en estado de desobediencia a Dios. Si blasfema no tiene caridad. No vais a consentir que os diga que su corazón es recto, y que las palabras no son nada; que Dios no se interesa mucho por las palabras. Esto lo consideraríis una enormidad y este hombre no podría pertenecer a la Iglesia. Y con todo, estáis en desobediencia ante Dios, pues viviís sin el espíritu de oración y sin la presencia de Dios.

Vuestra culpa iguala todo el bien que podríais hacer si poseyerais el Espíritu de Dios en la medida en que tenéis el deber de poseerlo y podéis poseerlo. Sois enteramente responsables ante la Iglesia y ante Dios de todo el bien que podríais hacer. Un hombre es responsable por todo el bien que puede hacer.

8. Algunos van a decir que sois excéntricos, y probablemente lo mereceréis. Probablemente seréis realmente excéntricos. Nunca vi a una persona llena del Espíritu que no fuera llamada excéntrica. Y la razón es porque estas personas son bastante distintas de las otras. Hay, pues, buenas razones para llamarlos excéntricos. Actúan bajo otras influencias, toman diferentes puntos de vista, son movidos por diferentes motivos, son dirigidos por un espíritu diferente. Habéis de esperar estos calificativos. Cuántas veces he oído este comentario respecto a algunos: "Es un buen hombre, pero es un poco excéntrico." He pedido detalles; ¿en qué consiste su excentricidad? Y oigo el catálogo de causas y todo ello se resume en una palabra; es espiritual. Decidid por vuestra cuenta si esto es ser excéntrico. Hay lo que se puede decir "excentricidad afectada". ¡Horrible! Pero hay algo que es el estar tan saturado del Espíritu de Dios que uno ha de aparecer y actuar de forma extraña y excéntrica a los que no pueden entender los motivos y razones de su conducta.

Pablo fue acusado de estar loco por aquellos que no entendían sus puntos de vista sobre las cosas y la forma en que actuaba. Sin duda, Festo creyó que estaba loco, y que "las muchas letras le estaban llevando a la locura". Pero Pablo contesta: "No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que pronuncio palabras de verdad y de cordura" (Hechos 24:24,25). Su conducta era tan rara, tan nueva, que Festo creyó que era locura. Pero, la verdad simple era que había visto las cosas de modo tan claro que se lanzaba con toda su alma a ellas. Tienes que decidir sobre esto, tanto más cuanto más elevado vivas con respecto al mundo y andes con Dios.

9. Este es uno de los males más prominentes y más deplorables de nuestros días. La piedad del ministerio, aunque real, es tan superficial, en muchos casos, que el pueblo espiritual de la Iglesia cree que los ministros no pueden simpatizar con ellos ni lo hacen. Su predicación no llena sus necesidades; no los alimenta. Los ministros no tienen profundidad suficiente de experiencia religiosa para saber cómo despertar a la Iglesia; cómo ayudar a los que son tentados, apoyar a los débiles y dirigir a los fuertes.

Cuando un ministro ha llegado con una iglesia hasta donde Ilega su experiencia en las cosas espirituales, se para; y hasta que ha renovado su experiencia, su corazón tiene nuevas reservas, y progresa en la vida divina y la experiencia cristiana, no puede hacer nada más. Puede predicar sana doctrina, y lo mismo puede hacer un ministro que no es convertido; pero, después de todo, su predicación carecerá de fuerza escudriñadora, de aplicación práctica, de la unción que sólo puede alcanzarse en el caso de un cristiano orientado espiritualmente. Es un hecho sobre la cual la Iglesia está gimiendo, que la piedad de los jóvenes sufre tanto en el curso de su educación, que cuando entran en el ministerio, a pesar de todo el equipo intelectual que poseen están en la infancia espiritual. Les faltan cuidados; necesitan que se les alimente, en vez de ser ellos quienes apacienten la Iglesia de Dios.

10. Si tienes en abundancia el Espíritu de Dios tienes que esperar mucha oposición, tanto en la Iglesia como en el mundo.

Muy probablemente los lideres de la Iglesia se te van a oponer. Siempre ha habido oposición en la Iglesia. La hubo en tiempo de Cristo. Si estás por encima de su estado de sentimiento, los miembros de la Iglesia se te opondrán. Si alguien quiere vivir piadosamente en Cristo Jesús ha de experimentar persecución (2 Timoteo 5:12). A menudo los ancianos y aun el pastor se te opondrán si estás lieno del Espíritu de Dios.

11. Has de esperar confiictos frecuentes y tenaces con Satán. Satan tiene pocos problemas con los cristianos que no son espirituales, sino tibios, tardos, mundanos. Y éstos no entienden lo que se dice sobre confiictos espirituales. Quizá sonrían cuando se les mencionan estas cosas. Y por ello, el diablo los deja en paz. No los molesta, ni ellos a él. Pero, los cristianos espirituales, Satán entiende muy bien que le dañan, y por ello tiene que emprenderla contra ellos. Estos cristianos tienen terribles y frecuentes conflictos. Son tentados como nunca antes; pensamientos blasfemos, ateísmo, sugerencias de cometer maldades, de destruir sus vidas y cosas semejantes. Si eres espiritual puedes esperar estos terribles conflictos.

12. Tendrás mayores confiictos contigo de Io que nunca habías pensado. Hallarís tus propias debilidades haciendo progresos contra el Espíritu. ¿Porque el deseo de la carne es contra el espíritu, y el del espíritu es contra la carne" (Gálatas 5:17). Estos cristianos (hasta que son totalmente santificados) se quedan consternados al ver el poder de sus propias corrupciones. Uno de los comodoros de la Marina de los Estados Unidos, según me han dicho, era un hombre espiritual; su pastor había visto al hombre yacer en el suelo gimiendo gran parte de la noche, en conflicto con sus propias corrupciones, clamando a Dios, en agonía, que rompiera el poder de la tentación. Parece como si el diablo estuviera decidido a destruirlo, y su propio corazón, durante este periodo, estaba casi en liga con el diablo.

13. Pero tendrás paz con Dios. Si la Iglesia y los pecadores y el diablo se te oponen, habrá Uno con el cual tendrás paz. Los que sois sometidos a estas pruebas y confiictos y tentaciones, que gemís, oráis, lloráis, sufrís, recordad esto: vuestra paz y vuestros sentimientos hacia Dios, serán profundos y apacibles como un río. Tendréis paz en la conciencia si sois guiados por el Espíritu. No seréis aguijoneados ni atormentados por una conciencia culpable. Vuestra conciencia será sosegada y quieta, en calma como un lago en verano.

14. Si estás lieno del Espíritu, serás útil. No podrás por menos que ser útil. Incluso si estás enfermo y eres incapaz de salir de tu habitación, de conversar o de ver a nadie, serás diez veces más útil que centenares de los cristianos de la clase corriente que no tienen espiritualidad. Un cristiano piadoso de la parte oeste del Estado estaba afectado de consunción. Era un hombre pobre, y hacía años que estaba enfermo. Un comerciante no convertido del lugar, de corazón compasivo, le mandaba algunas cosas, para sus necesidades, de vez en cuando, para él y para su familia. El enfermo estaba muy agradecido por su bondad, pero no podía recompensarle, aunque quería hacerlo. Al fin decidió hacer lo mejor que podía para devolver el bien, y empezó a orar por la salvación de aquel hombre. Así que empezó a orar, su alma se enfervorizó, y echó mano de Dios. No ocurría ningún avivamiento allí, pero, poco a poco, ante el asombro de todos, el comerciante se puso del lado de Dios. El fuego empezó a arder por todas partes; empezó un poderoso avivamiento, y hubo multitudes que se convirtieron.

15. Este pobre hombre continuó en su condición de enfermo durante varios años. Después de su muerte, visité el pueblo y la viuda puso en mis manos su diario. Entre las entradas, había lo siguiente: "He conocido a unos treinta pastores e iglesias." Seguía, luego, indicando que ponía aparte algunas horas cada día y cada semana para orar para cada uno de esos pastores y sus iglesias, y algunos períodos para orar por diferentes estaciones misioneras. Luego seguían, bajo diferentes fechas, datos como sigue: "Hoy he podido ofrecer lo que llamo una oración de fe para el derramamiento del Espíritu sobre la iglesia de... y espero en Dios que habrá pronto un avivamiento allí." En otra fecha escribe: "Hoy he podido ofrecer lo que llamo una oración de fe por la iglesia de... y espero que pronto habrá un avivamiento allí." De este modo había ido con gran número de iglesias, registrando el hecho de que había orado por ellas en fe, para que pudiera haber pronto un avivamiento en ellas.

Entre las estaciones misioneras, mencionaba especialmente una de Ceilán. Creo que el último lugar mencionado en su diario, por el que ofreció la oración de fe, era el lugar en que vivía. No mucho tiempo después, comenzó un avivamiento que abarcó toda la región, casi en el mismo orden de los lugares que mencionaba en su diario; y a su debido tiempo llegaron noticias de Ceilán de que había un avivamiento en aquella región. El avivamiento en su ciudad no comenzó hasta después de su muerte. Su comienzo tuvo lugar al tiempo en que su viuda puso en mis manos el documento a que me he referido. La viuda me dijo que se enfervorizaba tanto cn la oración, durante su enfermedad, que ella temía que iba a morir de tanto orar.

El avivamiento fue muy importante y poderoso en toda la región, y el hecho de que iba a ocurrir no había pasado inadvertido al siervo del Señor. Según su palabra: "El secreto de Jehová es para los que le temen y a ellos hará conocer su pacto" (Salmo 25:14). Así, este hombre tan débil en cuerpo que no podía salir de su casa, fue más útil al mundo y a la Iglesia de Dios, que todos los que profesan una religión fría y sin corazón en el país.

16. Si estás lieno del Espíritu, no te sentirás afligido, o amargado, o preocupado cuando los demás hablen en contra tuya. Cuando hallo a las personas irritadas y preocupadas por las cosas más pequeñas, estoy seguro que no están llenos del Espíritu de Cristo. Jesucristo no se trastornaba por nada de lo que decían de El, con malicia y calumniándole. Si quieres seguir manso bajo la persecución y ser un ejemplo del carácter del Salvador y un honor a la religión de esta manera, necesitas estar lieno del Espíritu.

Serás sabio si usas los medios de conversión de los pecadores. El Espíritu de Dios está en ti, y El te guiará en cuanto al uso de medios con prudencia, en una forma adaptada al fin, y para evitar daños.

17. Estarás en calma bajo la aflicción; no confuso y consternado al ver la tormenta que se te echa encima. La gente alrededor se asombrarán de tu calma y ánimo bajo pruebas tan severas, no conociendo el apoyo interior que poseen los que están llenos del Espíritu.

Si tú no tienes el Espíritu, es posible que tropieces ante los que lo poseen. Dudarás de que su conducta sea apropiada. 0uizá dudarás de su sinceridad cuando digan que tienen estos sentimientos. Dirás: "No sé qué pensar del hermano Fulano; parece muy piadoso, pero no le entiendo." Por esto los censurarás, con el propósito de justilcarte a ti mismo.

18. Si quieres tener el Espíritu, has de ser como un niño, cediendo a sus influencias, como cede el aire. Si te guía a la oración, debes dejarlo todo y ceder a su suave propulsión. No hay duda que tienes, a veces, un deseo de orar por algo, y lo has demorado y resistido hasta que Dios te ha dejado. Si quieres que El esté contigo, debes ceder a su dirección delicada, vigilar para averiguar lo que quiere de ti, y someterte a su guía.

19. Los cristianos deberían estar dispuestos a hacer toda clase de sacrificios para disfrutar de la presencia del Espíritu. Dijo una mujer de alta sociedad (que profesaba ser religioso): "He de dejar de escuchar a ministros como Finney cuando predican o he de abandonar mi alegre compañia." Esta mujer renunció a la predicación y no se acercó más. Cuán diferente de otro caso --el de una mujer del mismo estado social--, que oyó predicar al mismo ministro y se fue a su casa y decidió abandonar su manera de vivir alegre y mundana. Cambió todo su vestido, estilo de vivir y conducta; por lo que sus amigos pronto la dejaron ir a gozar de la comunión con Dios y ella se sintió libre para pasar su tiempo haciendo bienes.

Vemos de esto lo difícil que es para los que viven una vida de lujos ir al cielo. ¡Qué calamidad el pertenecer a estos circulos! ¿Quién puede gozar de la presencia de Dios en ellos?

"Por lo cual, hermanos, sed tanto más diligentes en afianzar vuestro llamamiento y vuestra elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque, de esta manera, os será otorgada amplia entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo." (2 Pedro 1:10,11.)