viernes, 29 de mayo de 2015

EL AIRE DE TU CASA-MÚSICA DE ALANZA Y ADORACIÓN,


miércoles, 27 de mayo de 2015

Y VESTÍOS DEL NUEVO HOMBRE, CREADO SEGÚN DIOS EN LA JUSTICIA Y SANTIDAD DE LA VERDAD" (EFESIOS 4:24)

Debemos despojarnos del viejo hombre
y revestirnos del nuevo hombre.


Colosenses 3:7 dice: “En las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas”. Esas cosas se refieren a nuestra naturaleza terrenal, en la que andábamos en otro tiempo. Debemos creer que el Señor Jesús realizó toda Su obra en la tierra y fue crucificado por nosotros, y todas las cosas terrenales en las que anduvimos en otro tiempo ya fueron crucificadas con Él. Ahora, debemos hacer morir toda nuestra naturaleza terrenal.

Nosotros sabemos lo astuto que es Satanás y cómo trata de engañarnos por todos los medios. Él usa las cosas de la tierra para atraernos. El mundo está lleno de fornicación, de impureza, de pasiones desordenadas (lascivia), de deseos malignos y avaricia. La avaricia es codicia. El hombre siempre anhela tener más cosas para él. Sí, nosotros andábamos en todas esas cosas, pero la sangre preciosa del Señor ya nos limpió. Ahora hemos muerto junto con Cristo. Si esas cosas aún nos incomodan, debemos tomar la cruz para hacerlas morir.

El versículo 8 dice: “Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca”. Ya mencionamos que todas esas son cosas del alma, con la parte mala del alma. Esas cosas malas vienen del maligno y producen pecado en el cuerpo. Por eso necesitamos eliminarlas. Ellas no pueden estar más en nuestro medio. Siempre debemos tomar la cruz y hacerlas morir, pues nuestro viejo hombre ya fue crucificado con Cristo.

El versículo 9 dice: “No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos”. Los hechos del viejo hombre son las obras de nuestros miembros terrenales y las cosas de nuestra alma caída. Entonces, nosotros que somos el nuevo hombre, debemos resolver esos asuntos. Si queremos vivir en la realidad del nuevo hombre, necesitamos buscar las cosas de arriba. Debemos poner el pensamiento en el cielo. No vamos a pensar en la filosofía terrenal, en las vanas sutilezas, en las tradiciones de los hombres, en los rudimentos del mundo. Debemos clavarlo todo en la cruz. Debemos despojarnos del viejo hombre con todos sus hechos.

Efesios y Colosenses son epístolas hermanas. Las dos proceden de Gálatas. Efesios habla de la iglesia y Colosenses habla de Cristo, el Cristo que es todo y en todos, y Efesios dice que la iglesia es el Cuerpo de Cristo. Tanto Efesios como Colosenses hablan del nuevo hombre (Ef 2:15; 4:24; Col 3:10). El nuevo hombre se opone al viejo hombre (Ro 6:6; Ef 4:22; Col 3:9). El viejo hombre es pecaminoso y poco a poco se corrompe, por el hecho de envejecer. Debemos despojarnos de él.

Cuando no nos despojamos del viejo hombre, nos induce a pecar. No siempre caemos instantáneamente, sino que lo hacemos gradualmente. Así como Lot decidió habitar en los valles del Jordán y fue armando sus tiendas hasta que llegó a Sodoma. Él no se mudó inmediatamente después de que se separó de su tío a Abraham, sino que fue armando poco a poco sus tiendas hasta que llegó a Sodoma (Gn 13:10-12). A veces un hermano cae en pecado, pero eso no ocurre instantáneamente. Él va siendo licencioso poco a poco, siguiendo en la dirección del pecado. Cuando se da cuenta, ya está en “Sodoma”. Lot es un buen ejemplo de dejarse llevar por el pecado. Finalmente él se corrompió completamente. Fue a vivir en Sodoma, un lugar que Dios había maldecido. 

Por eso debemos despojarnos del viejo hombre y ser renovados en la mente, en el entendimiento. ¿Por qué nos ocurren ciertas cosas indeseables? Porque aún vivimos en el viejo hombre, y las cosas del viejo hombre se corrompen.


BAUTISMO EN EL ESPÍRITU SANTO

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