jueves, 12 de julio de 2007

Los legados perdurables del Avivamiento de la Calle Azusa

Ministerio Evangelistico Shekinah
¡Ahora veras si mi palabra se cumple o no.! (Números 11:23)



El cristianismo fue cambiado para siempre por el avivamiento de la Calle Azusa en Los Ángeles a principios del siglo pasado. Allí se celebraban cultos tres veces al día los siete días de la semana durante sus días gloriosos, desde 1906 hasta 1909. Las reuniones, dirigidas por William J. Seymour, pastor afroamericano, tenían lugar en el desvencijado edificio de una misión bajo el nombre de Fe Apostólica. Por imposible que en aquellos momentos pareciera, el avivamiento de la Calle Azusa estaba destinado a convertirse en un momento decisivo en la historia mundial del cristianismo.

Los humildes creyentes que se reunieron en la Calle Azusa en 1906 no se habrían podido imaginar siquiera los resultados históricos del avivamiento que ellos ayudaron a desatar en Los Ángeles. Hoy, el movimiento pentecostal mundial es el beneficiario de muchos legados duraderos, influyentes y de largo alcance, del avivamiento de la Calle Azusa.

El mensaje de la Calle Azusa


Bethel Bible College (Stone's Folly),
Topeka Kansas


Parham's Bethel Bible School,
Houston, Texas

El mensaje que atrajo multitudes a la Misión de la Calle Azusa era considerado nuevo, novedoso, y revolucionario. Los cristianos de la época actual podían recibir el bautismo en el Espíritu Santo como lo habían recibido los apóstoles en el día de Pentecostés, con la evidencia bíblica de las lenguas. El padre teológico de este mensaje fue Charles Fox Parham, antiguo pastor metodista que se había unido al Movimiento de Santidad. En la Escuela Bíblica Bethel (fundada en Topeka, Kansas, en 1898), los estudiantes de Parham sostenían que las lenguas eran la evidencia de esta bendición pentecostal. La primera persona que esperimentó este fenómeno en Bethel fue Agnes Ozman. Lo ocurrido allí en el día de Año Nuevo de 1901 se convirtió en el prototipo del pentecostalismo moderno.

En 1905, Parham sirvió de mentor a William J. Seymour en otra escuela bíblica de Houston, Texas. Entonces Seymour llevó el mensaje pentecostal a Los Ángeles cuando llegó para pastorear una pequeña iglesia negra de Santidad. Los miembros de la iglesia rechazaron de inmediato su mensaje. Después de un mes de reuniones de oración en una casa de la calle Bonnie Brae, Seymour y varios más hablaron en lenguas. Esto atrajo grandes multitudes a aquella pequeña casa. Mientras buscaban un edificio mayor en el centro de Los Ángeles, Seymour y su rebaño encontraron una iglesia episcopal metodista africana abandonada en la Calle Azusa. En abril de 1906 comenzaron los históricos cultos.1

El hombre de la Calle Azusa


The Apostolic Faith Mission

La figura central en la Calle Azusa era el afroamericano William Joseph Seymour. Seymour nació en Louisiana, y de niño había sido un bautista un tanto místico. Siendo joven, se mudó a Indianápolis, donde se unió a una iglesia metodista integrada mayormente por blancos. Más tarde se unió a la Iglesia de Dios (Anderson, Indiana), un grupo de Santidad conocido también como los Santos de la Luz del Atardecer. Seymour, hambriento de más conocimientos bíblicos, asistió primero a las clases que daba Martin Wells Knapp en la Escuela Bíblica de Dios de Cincinnati, y más tarde a la Escuela Bíblica Bethel, dirigida por Parham, en Houston, Texas.

A diferencia de lo que suelen indicar los estereotipos, Seymour era un pastor de habla sosegada, conocido en la iglesia afroamericana más como maestro que como dinámico predicador. Era un hombre profundamente espiritual que impresionaba a todos los que lo conocían.

William Durham decía que Seymour era "el hombre más manso que [hubía] conocido jamás", un hombre que mantenía una "dependencia indefensa en Dios", y un hombre que estaba "tan lleno de Dios, que se sentían el amor y el poder cada vez que se estaba cerca de él".

John G. Lake decía: "No creo que en los tiempos modernos ha habido hombre alguno que haya recibido en su vida un diluvio más maravilloso de parte de Dios, que el derramado por Él sobre este estimado hombre, y así, la gloria y el poder de un verdadero Pentecostés barrió el mundo entero".

En cuanto a su estilo como predicador, Arthur Osterberg decía que era "manso y hablaba con sencillez; no era orador. Hablaba en el lenguaje corriente de la clase sin estudios. Podía predicar durante tres cuartos de hora sin más emocionalismo que este poste. No agitaba los brazos para lanzar rayos y centellas, ni era posible imaginárselo así".

En contraste con los críticos que describen a Seymour como "sucio, sin cuello y sin estudios", fue eficaz como líder y como emprendedor del avivamiento. Sus artículos de Apostolic Faith , la publicación periódica de la Calle Azusa, revelan que se enfrentaba a los retos históricos y teológicos del Movimiento que se estaba desatando desde su iglesia. La revista Christian History incluye a Seymour en la lista de "los diez cristianos más influyentes del siglo XX".2

El mensajero de la Calle Azusa

Pocas personas reconocen el crítico papel desempeñado por Frank Bartleman. Sus artículos acerca de la Calle Azusa fueron publicados una y otra vez en la prensa de Santidad de sus tiempos. Sus centenares de entusiastas informes sobre los cultos de la Calle Azusa esparcieron las noticias del avivamiento por el mundo entero. Las dos publicaciones periódicas que tenían mayor influencia eran la llamada Way of Faith , de Columbia, Carolina del Sur, y God's Revivalist , de Cincinnati, Ohio. Los artículos que contenía Way of Faith eran leídos ávidamente en el sur de los Estados Unidos y ayudaron a explicar el hecho de que la primera parte del mundo donde el pentecostalismo echó raíces profundas fue precisamente esa región.

En How "Pentecost" Came to Los Angeles ["Cómo llegó Pentecostés a Los Ángeles"], Bartleman daba unos relatos sumamente gráficos como testigo presencial de las reuniones de Azusa. Sin el periodismo de Bartleman, es de dudar que el avivamiento de la Calle Azusa hubiera hecho el impacto que hizo en el mundo entero. El poder de la prensa religiosa es uno de los legados perdurables de la Calle Azusa.3

El movimiento

Uno de los legados perdurables e influyentes de la Calle Azusa es el movimiento pentecostal moderno, con su derivación, el movimiento carismático. En muchos sentidos, la Misión de la Calle Azusa fue el prototipo del pentecostalismo moderno. La mayoría de las noticias acerca del nuevo movimiento procedían de Los Ángeles, y no de Topeka. El registro histórico señala que a lo largo y ancho de los Estados Unidos, Europa, Asia, América Latina, y África, los primeros informes sobre el nuevo movimiento afirmaban que había comenzado en Los Ángeles, bajo un pastor afroamericano. Años después, líderes como J. Roswell Flower llamaron la atención hacia las raíces del movimiento en Topeka bajo Charles Parham.


El movimiento se extendió por el mundo entero bajo los emocionantes ministerios de los Peregrinos de la Calle Azusa que recibieron su experiencia pentecostal allí. Entre ellos estaban G. B. Cashwell (el sur de los Estados Unidos), C. H. Mason (la Iglesia de Dios en Cristo). William H. Durham (Chicago, el Medio Oeste de los Estados Unidos, y Canadá); Mary Rumsey (Corea), A. H. Argue (Canadá), y John G. Lake (Suráfrica). Más tarde, hubo personas que habían recibido de forma indirecta la influencia de la Calle Azusa, que llevaron el mensaje y la experiencia pentecostales al mundo entero. Entre ellos estaban Thomas Ball Barratt (Oeste de Europa y Gran Bretaña), Daniel Berg y Gunnar Vingren (Brasil), Luigi Francescon (Italia, Argentina y Brasil) e Iván Voronaev (Rusia y las naciones eslavas).

Las primeras denominaciones pentecostales estaban localizadas en el sur de los Estados Unidos, donde inicialmente el pentecostalismo tuvo una gran cantidad de seguidores en medio del pueblo. La mayoría de estas denominaciones se habían formado antes de 1900. Estaban integradas por iglesias que añadieron la experiencia pentecostal como una tercera bendición ; una adición a la salvación y a la santificación total. Entre ellas están la Iglesia de Dios en Cristo (Memphis, Tennessee), la Iglesia de Santidad Pentecostal (Carolina del Norte), la Iglesia de Dios (Cleveland, Tennessee), la Iglesia Santa Unida (Carolina del Norte), y la Iglesia Bautista Pentecostal Libre (Carolina del Norte).

Más tarde, entre las iglesias pentecostales estadounidenses de procedencia no wesleyana se encontrarían las Asambleas de Dios (Missouri), la Iglesia Pentecostal de Dios (Missouri), la Iglesia Internacional del Evangelio Cuadrangular (California), y las denominaciones de Unidad: Las Asambleas Pentecostales del Mundo (Indiana) y la Iglesia Pentecostal Unida (Missouri). Todos los movimientos pentecostales clásicos del mundo pueden remontar sus raíces espirituales, de forma directa o indirecta, a la humilde Misión de la Calle Azusa.

En 1960, el movimiento pentecostal entró al grupo de las principales iglesias protestantes, guiado por Dennis Bennett, pastor episcopal de Los Ángeles. Después, el movimiento hizo rápidos progresos en las tradiciones protestantes más importantes, bajo el nombre de renovación carismática . En 1967, el pentecostalismo progresó considerablemente en la Iglesia Católica Romana, creciendo hasta más de cien millones de participantes en el año 2000. En 2005, David Barrett, experto en estadísticas, calculaba que el número de pentecostales y carismáticos del mundo llegaba a unos seiscientos millones. Este gigantesco movimiento es el principal legado de la Calle Azusa.

Después de sólo un siglo, el movimiento pentecostal/carismático había crecido a un ritmo tan asombroso, que en el año 2000 sólo lo superaba la Iglesia Católica Romana como familia mundial de iglesias.4

Los legados perdurables de la Calle Azusa

Es posible que el legado más importante de la Calle Azusa sea la renovación de los carismas (dones del Espíritu) en la iglesia moderna. Durante siglos, las iglesias occidentales, tanto católicas romanas como protestantes, habían adoptado el punto de vista de que los dones del Espíritu habían cesado al terminar la Era Apostólica. Este concepto, conocido como la teoría de la cesación, se volvió especialmente dominante entre los fundamentalistas y algunos grupos de Santidad que rechazaban el pentecostalismo. Con la explosión de lenguas en la Calle Azusa, la atención de la Iglesia se dirigió también a los demás dones del Espíritu. Junto a la glosolalia , los dones de profecía y de sanidades adquirieron prominencia.

Los pentecostales fueron los primeros cristianos desde la iglesia antigua que asociaron las lenguas con el bautismo en el Espíritu Santo. Antes de 1901, miles de personas de los grupos de Santidad y de Keswick habían afirmado tener un bautismo en el Espíritu Santo con diversas evidencias que daban validez a su experiencia. Después de 1908, los pentecostales escogieron la expresión evidencia inicial para describir la forma en que entendían la experiencia pentecostal. Esto significaba que los otros dones del Espíritu también eran evidentes, aunque las lenguas eran el primero en manifestarse, como había sucedido en el libro de Hechos. Puesto que el principal texto usado para dar validez a la experiencia era Hechos 2, el movimiento recibió el nombre de pentecostal .

Después de 1960, el movimiento carismático proclamó que otros carismas, y con ellos el fruto del Espíritu, podían ser evidencia de la experiencia pentecostal. Citando pasajes de 1 Corintios, los nuevos pentecostales de las iglesias tradicionales prefirieron que se les llamara carismáticos , en vez de neopentecostales, como se les había llamado primero. Así, el nombre de carismáticos indicaba que todos los dones del Espíritu daban igualmente validez al bautismo en el Espíritu Santo.

LA RECONCILIACIÓN ENTRE ETNIAS

El rasgo más asombroso y poco usual de las reuniones en la Calle Azusa era la armonía entre etnias que prevaleció bajo el liderazgo de Seymour. Esto llevó a Bartleman a decir: "La frontera entre los colores fue borrada en la Sangre". Muchas personas estaban perplejas. En el período más racista de la historia de los Estados Unidos, miles de blancos llegaban a la Calle Azusa y se sometían a un liderazgo eclesiástico que al principio era básicamente afroamericano. Aunque los blancos se convirtieron pronto en mayoría, Seymour continuó como pastor, y ejercía su autoridad pastoral y espiritual sobre las reuniones. Cuando se imponían manos afroamericanas sobre las cabezas de los blancos que buscaban a Dios, éstos recibían el bautismo en el Espíritu Santo. También veían en Seymour su maestro y su padre espiritual.

Aunque el movimiento comenzó entre blancos en Topeka bajo Parham, muchos historiadores creen en la actualidad que se convirtió en un fenómeno mundial con los afroamericanos de la Calle Azusa. Los estilos afroamericanos de adoración se extendieron al mundo entero desde allí. Los cultos sin un orden escrito y dirigidos por el Espíritu se convirtieron en el modelo para los primeros pentecostales. Otras prácticas de la Calle Azusa, como los mensajes en lenguas con interpretación, devinieron norma de los cultos pentecostales en el mundo entero. Otra práctica de la Calle Azusa, la de cantar en el Espíritu, conocida también como "el coro celestial", se extendió por todo el mundo. La oración por los enfermos, aunque muy practicada antes de 1900 por los evangelistas de la Santidad, se convirtió en algo tan importante como las lenguas en la mayoría de los cultos pentecostales.

El pentecostalismo se extendió ampliamente entre los afroamericanos después de 1906, en especial bajo C. H. Mason y la Iglesia de Dios en Cristo. A partir del movimiento de Santidad negro que comenzó en la Iglesia Metodista Episcopal Africana de Filadelfia en 1878, la mayoría de las iglesias santificadas terminaron por convertirse en pentecostales. En el año 2000, la Iglesia de Dios en Cristo era ya la mayor denominación pentecostal de los Estados Unidos, con cerca de seis millones de miembros.

Aunque la separación de etnias volvió a aparecer entre los pentecostales después del año 1910, el sueño se mantuvo vivo. Esto quedó demostrado en 1994 con el Milagro de Memphis, cuando la Confraternidad Pentecostal de América del Norte, totalmente blanca, fue sucedida por las Iglesias Pentecostales/Carismáticas de América del Norte, un grupo interracial e intercultural.5

Las mujeres en el ministerio

El avivamiento de la Calle Azusa también puso en primer plano el ministerio de las mujeres. Una de las damas más influyentes en la Calle Azusa fue Jennie Evans Moore, quien se casó con William Seymour en 1908. Trabajó fielmente a su lado durante los días del gran avivamiento, y con frecuencia ocupó el púlpito mientras su esposo estaba ausente. Después de la muerte de éste en 1922, pastoreó la iglesia hasta 1931. Falleció en 1936. Otras damas afroamericanas que desempeñaron papeles de liderazgo fueron Lucy Farrow y Julia Hutchins. Lucy Farrow, la guerrera de oración de Seymour, oró con centenares de personas que andaban buscando al Señor para que recibieran la experiencia de las lenguas. Más tarde dirigió un grupo misionero que fue a Liberia, donde fundó iglesias pentecostales. Julia Hutchins, quien había cerrado con candado a Seymour la puerta de su iglesia, pronto se hizo pentecostal y ayudó a dirigir la Misión.

Otras damas importantes de la Calle Azusa fueron Florence Crawford y Clara Lum. Estas damas blancas formaron parte del personal de la Misión y ayudaron en la administración de la iglesia. Cuando Seymour comenzó su publicación Apostolic Faith en 1906, ambas fueron las principales correctoras y promotoras del periódico. En su momento de mayor circulación, se enviaba Apostolic Faith gratuitamente a cincuenta mil suscriptores. Lum era importante porque había trabajado antes como secretaria privada de Phineas Bresee, el fundador de la Iglesia del Nazareno.

En 1909, Crawford y Lum se mudaron a Portland, Oregón, donde fundaron una congregación usando el mismo nombre que la iglesia madre de Los Ángeles: Misión de Fe Apostólica. Cuando Lum se mudó, se llevó la lista de suscriptores de Apostolic Faith con la aprobación inicial de Seymour y continuó publicando el periódico desde Portland. Esto aisló a Seymour de sus seguidores y causó finalmente la decadencia de la Misión de la Calle Azusa.

Jennie Moore, Lucy Farrow, Julia Hutchins, Clara Lum, y Florence Crawford se convirtieron en las primeras de muchas mujeres en el ministerio pentecostal que propagaron el mensaje por el mundo entero. Las mujeres predicadoras habían florecido en los círculos de Santidad durante décadas antes de 1900, siendo Marie Woodworth-Etter la más conocida de todas. Después de la Calle Azusa, Ida Robinson, Aimee Semple McPherson y Kathryn Kuhlman continuaron la tradición. En realidad, Crawford, McPherson, y Robinson fundaron denominaciones enteras.

Una de las razones de que las mujeres florecieran en el movimiento pentecostal fue el uso ungido de los dones del Espíritu. Utilizando como guía al profeta Joel, las mujeres pentecostales se incluían entre los "hijos e hijas" que profetizarían y los "siervos y siervas" sobre los cuales se derramaría el Espíritu al final de los tiempos (Joel 2:28; Hechos 2:17, 18). Al mirar al pasado, comprendemos que la Calle Azusa significó un importante avance para la causa de las mujeres en el ministerio.6

Los pobres

Los historiadores y los sociólogos consideran ahora que las reuniones de la Calle Azusa eran en esencia un fenómeno del Tercer Mundo. En cierto sentido, Seymour representaba a la gente pobre, marginada y desheredada del mundo. Puesto que cerca de ochenta por ciento de la población mundial cae hoy dentro de esta categoría, la Calle Azusa simboliza el amor de Dios por los muchos que tienen poco en cuanto a bienes o estima del mundo. Hay quienes han dicho que el pentecostalismo "es el refugio de las masas". Otros han dicho que es la religión favorita del Tercer Mundo.

Después de la Calle Azusa, la principal cualidad necesaria para el ministerio no era el tener estudios o respetabilidad, sino la unción el Espíritu Santo para ministrar con eficacia. No todas las personas que había en la Calle Azusa eran pobres y sin estudios. Los informes mencionan con frecuencia personas que estaban en las reuniones y que eran refinadas, iban bien vestidas, y con estudios. Pero la mayoría eran personas poco favorecidas de las clases más bajas, que se marcharon para establecer movimientos pentecostales masivos en el mundo entero.

Una de las razones del inmenso crecimiento del pentecostalismo es la aceptación de lo milagroso. La mayoría de los habitantes del mundo creen en la existencia de espíritus, tanto buenos como malos. Para millones de personas que viven en ambientes paganos, el nuevo creyente no necesita cambiar sus paradigmas para convertirse en un cristiano pentecostal. En gran parte del mundo, las fuerzas demoníacas son echadas fuera de los que buscan liberación y salvación. Mientras gran parte del mundo cristiano sostiene la cosmovisión científica del Occidente, que niega la existencia de los demonios, los pentecostales saben que los demonios son seres malignos poderosos, y los echan fuera.

Los que se convierten en cristianos consagrados rompen el poder del pecado en su vida, se vuelven ciudadanos honrados y trabajadores, y comienzan a prosperar. Los pentecostales experimentan lo que Donald McGavran llamaba "redención y ascenso", que los saca de la pobreza para llevarlos a una prosperidad relativa. No obstante, la mayoría de los pentecostales no tenían planes de seguir siendo pobres, y muchas veces se sintieron atraídos por enseñanzas relacionadas con la riqueza y la prosperidad.

Como ha mostrado Grant Wacker en Heaven Below ["El cielo aquí abajo"], muchos de los hijos de la Calle Azusa eran personas de gran inteligencia natural, las cuales, a pesar de sus desventajas económicas, usaron esa inteligencia natural y sus habilidades empresariales para edificar grandes iglesias y ministerios.7

La MÚsica

Un legado de la Calle Azusa que ha tenido largo alcance, y sin embargo, ha sido notado raras veces, es el nuevo estilo de música de adoración que ha terminado por extenderse en el mundo entero. Puesto que en la Calle Azusa había una mezcla de estilos de adoración tanto blancos como negros de Santidad, era inevitable que el genio musical del pentecostalismo negro tuviera una influencia cada vez mayor entre los pentecostales. Aunque los adoradores de la Calle Azusa cantaban los antiguos himnos metodistas y de Santidad, como "The Comforter has Come" ["Ha llegado el Consolador"], favorito de Azusa, gradualmente la creatividad musical negra se fue extendiendo y terminó por influir en las iglesias de blancos. El hecho de que Elvis Presley creciera en una iglesia pentecostal ayuda a explicar el desarrollo de los estilos actuales de la música popular, en la cual se refleja la influencia de la música "country", así como el ritmo y los "blues".

En el mundo de hoy, las iglesias de muy diversas tradiciones están cantando cantos de adoración inspirados por el movimiento pentecostal y el carismático. Junto con la música se ven también los estilos pentecostales de adoración, como el de levantar las manos, o cantar en el Espíritu, presentar palabras proféticas, y orar por los enfermos.

El Evangelismo

Es posible que el legado de la Calle Azusa que haya tenido un alcance mayor sea su enseñanza y práctica del poder dado por el Espíritu Santo para el evangelismo. Por encima de todo lo demás, la Calle Azusa fue un movimiento misionero. Eran muchos los misioneros que iban y venían durante el avivamiento. Pocos meses después que comenzaran las reuniones, Apostolic Faith informaba sobre avivamientos pentecostales en Nueva York, Londres, Oslo, Estocolmo, y la India.

Nunca desde los tiempos de la iglesia antigua se había extendido un movimiento de avivamiento tan lejos y con tanta rapidez. La fascinación de las lenguas, las sanidades, y los exorcismos atrajo a multitudes, y sin el uso de los medios de publicidad. Durante todos los días de gloria, la Calle Azusa nunca se anunció en los periódicos locales, ni con cartelones. La noticia del avivamiento se esparcía localmente de forma oral. Los periódicos de Los Ángeles escribían artículos difamatorios y racistas, pero esto sólo servía para atraer muchedumbres mayores.

Al final, los peregrinos de la Calle Azusa propagaron la noticia por el mundo entero, se fundaron miles de iglesias, y se convirtieron millones de personas. Hoy se calcula que la mayor parte de las conversiones procedentes del paganismo se producen gracias a esfuerzos pentecostales y carismáticos.

Un siglo después de haber comenzado los cultos de la Calle Azusa, hay más de seiscientos millones de pentecostales y carismáticos en el mundo. Esto da testimonio del buen éxito evangelístico del Movimiento.8

ConclusiÓn

El pequeño grupo de adoradores que se reunieron en la Calle Azusa en 1906 nunca habrían podido imaginar siquiera los históricos resultados del avivamiento que ellos ayudaron a desatar en Los Ángeles. Nunca pertenecieron a una gran denominación. Ninguna de las grandes denominaciones pentecostales de hoy, como las Asambleas de Dios o la Iglesia de Dios en Cristo, se puede arrogar la exclusividad en cuanto a esta Misión.

La Calle Azusa pertenece a todo el cuerpo de Cristo. No son sólo los afroamericanos los que pueden reclamar como suyo a Seymour, ni tampoco los pentecostales solamente; él pertenece a todo el cuerpo de Cristo, en todas las naciones, etnias y pueblos. Y el bautismo en el Espíritu Santo, con los dones y las gracias que le acompañan, no pertenece solo a los pentecostales, sino que es de todo el cuerpo de Cristo.

miércoles, 11 de julio de 2007

El Fuego del Señor

Ministerio Evangelistico Shekinah
¡Ahora veras si mi palabra se cumple o no.! (Números 11:23)

Un Dios de Fuego

“¿Quién de nosotros morará con el fuego consumidor?
¿Quién de nosotros habitará con la llamas eternas?”
(Isaías 33:14)

El profeta Ezequiel por ejemplo, utiliza con frecuencia palabras relacionadas al fuego para referirse a Dios. “Por tanto, derramé sobre ellos mi ira; con el ardor de mi ira los consumí; hice volver el camino de ellos sobre su propia cabeza, dice Jehová el Señor” (Ezequiel 22:31).

¿Es acaso su Dios así? El único Dios verdadero es un Dios de Fuego. Nuestro Dios es como un fuego forestal y no como un témpano de hielo. A Él nunca se le asocia con la luz fría de la luna, sino con la luz radiante del sol. Su morada es la fuente de luz de los soles nacientes. Las obras que Él hace, las realiza con un deseo muy intenso y con un propósito apasionado. Él no puede habitar en vasos tibios. No existe nada sin color o sin brillo en su presencia. Así es nuestro Dios. ¿Puede usted aceptar este hecho? Isaías pregunta, “¿Quién de nosotros morará con el fuego consumidor?” (Isaías 33:14). Efectivamente, ¿Quién?

Elías nos presenta un verdadero reto: “Invocad luego vosotros el nombre de vuestros dioses, y yo invocaré el nombre de Jehová; y el Dios que respondiere por medio del fuego, ése sea Dios...” (1ra de Reyes 18:24). Ciertamente, si usted desea ser como Elías, usted debe servir al Dios que responde con fuego. ¿Está usted de acuerdo con este tipo de religión – una cristiandad ardiente, un Evangelio encendido, una fe de “fuego en los huesos”? O prefiere un Dios que sea más casual e indiferente. El Dios de Elías y de Isaías nunca hace las cosas a medias, él es un Dios de un ánimo incansable y una entrega total. ¡Él es un Dios apasionado! Todo cuanto Él hace, lo hace con mucha intensidad: “El celo de Jehová de los ejércitos hará esto” (2da de Reyes 19:31).

El capítulo 33 de Isaías habla de la ira consumidora de Dios con respecto a la maldad. Para los enemigos de Israel, Dios era un fuego devastador. Los efectos de este fuego eran muy intensos: ”Los pecadores se asombraron en Sión, espanto sobrecogió a los hipócritas. ¿Quién de nosotros morará con el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros habitará con la llamas eternas?” (Isaías 33:14). Ya sea dentro o fuera de Sión, Dios es un fuego consumidor.


Fuego – Una Promesa no una Amenaza


Dios es el mismo Dios para todos por igual, tanto para las personas que están en la iglesia como para las que están en el mundo. El Dios que a diario siente ira por los pecados, es el mismo Dios que nos ama. ¡Él nunca cambia! Una verdadera unión con Dios implica estar encendidos en su fuego. El Dios de fuego no disfruta de la compañía de personas frías. Él no se siente complacido con las personas tibias, frías y perezosas que no tienen disciplina y que laboran a tientas y a ciegas; personas que son indecisas. Dios no se adapta a nosotros; nosotros siempre tenemos que adaptarnos a Él. ¿Considera usted que Dios es un Dios demasiado exigente? ¿Un Dios demasiado apasionado e incesante en sus obras?

Tanto los pastores como los líderes de las iglesias representamos a Dios; al Dios de Fuego. El propósito de nuestros ministerios es revelar a Dios a las personas que aún no lo han conocido. Encendiendo de esa manera el fuego en sus corazones.

De acuerdo a Mateo 3:11-12 y Lucas 3:16-17, Jesús bautiza con fuego. Juan el Bautista dijo, “Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará”.

Algunas de las personas que se dedican a estudiar la Biblia, ponen en tela de juicio la veracidad de las palabras de Juan el Bautista y cuestionan si verdaderamente Jesús hizo lo que Juan indicó. Algunos dicen que cuando Juan dijo que Jesús bautizaría en Espíritu Santo y Fuego, él en realidad se refería a que Jesús limpiaría y juzgaría a Israel. Yo estoy seguro de que los expertos están equivocados. Cuando Juan habló del bautismo en el Espíritu y en Fuego, estaba dando una promesa y no una amenaza. Este era un aviso acerca de las cosas que habrían de suceder.

A través de las Escrituras, el Fuego de Dios es enviado tanto para purificar como para bendecir. Dios no nos envía su Fuego para hacernos sentir cómodos sino para consagrarnos y estimularnos. Cuando Moisés vio que la zarza ardía, Dios le advirtió que el lugar donde estaba parado era tierra santa. Más adelante, Dios le informó a Moisés el grandioso evento que estaba próximo a realizar. Él iba a liberar al pueblo de Israel del yugo de Faraón (Éxodo 3). Cuando el templo donde se encontraba Isaías fue lleno de la presencia de Dios, Isaías reconoció sus faltas. Esto ocurrió antes de que Dios equipara a Isaías para que se convirtiera en uno de sus mensajeros (profetas) .

Si el Dios de Fuego toma control, todos aquellos que están sentados cómodamente en Sión, no tendrán una experiencia muy agradable. El propósito por el cual Dios nos llena de su Espíritu no es para que recibamos emociones agradables ni tengamos servicios preciosos en las iglesias, sino para que nos prepararnos para servirle. Al otorgarnos poder, Jesús establece claramente su propósito. “... y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8). Ser una persona ungida es algo maravilloso, pero el objetivo no es sólo tener servicios bonitos sino servir a Dios.

Una Vida sin Fuego


¿Podemos vivir sin fuego? No mientras estemos sobre esta tierra. El universo está lleno de fuego. El sol es una inmensa esfera ardiente. Cada estrella brilla con su propio fuego. Incluso, en el centro de nuestro planeta hay fuego – hierro derretido. Los volcanes son una ilustración viva del carácter de Dios. Él es un Vesubio de bondad, vida y energía.

Algunas personas piensan que Dios está extinto y han escrito libros que según ellos, afirman demostrar este hecho. En lugar de preguntarse, ¿qué le sucedió a Dios?, estas personas deberían preguntarse qué le ha sucedido a las estrellas. Si hoy día no las podemos ver, es debido a la contaminación ambiental. Ese es el precio que pagamos en nuestras ciudades – muchas luces pero pocas estrella. De haber vivido en esta época, a los Magos de Oriente se les hubiese hecho muy difícil encontrar la estrella que los habría de guiar hasta llegar a Belén. ¡Esta es una parábola moderna! Las personas no están encontrando el camino a Jesús debido a la contaminación. Aunque es imposible ver a Dios a través de un velo contaminado con dudas y pecado, Él se encuentra ahí, brillando eternamente.

En el Día de Pentecostés no sólo hubo fuego sino también viento. El viento dispersa la neblina y la bruma. Así como el fuego calienta la atmósfera, el viento la esclarece. Aún después de que Jesús había resucitado, los discípulos tenían muchas dudas. Leemos cómo Jesús se les apareció a once de sus discípulos mientras ellos se encontraban comiendo. Algunos de los discípulos que no habían estado presentes cuando Jesús se les apareció a los once, creyeron los testimonios de sus compañeros. En cambio otros, dudaron. Jesús reprendió a los incrédulos por tener los corazones endurecidos. Sin embargo, cuando la ráfaga de Dios rompió el velo de los cielos y entró en el Aposento Alto, no quedaron dudas. El torbellino y las lenguas de fuego repartidas sobre cada cabeza no fueron alucinaciones. Tal y como les había señalado, Jesús había obtenido el poder más importante del universo. ¡Él había cumplido su promesa!

La Importancia de Pentecostés


Jesús hizo todas estas cosas luego de haber ascendido al cielo. ¡Qué Jesús! ¿Muerto? ¿Olvidado? ¿Acaso puede un hombre muerto bautizar en fuego a 120 personas a la misma vez – y a primera hora de la mañana? Jesús no bajó a la tierra, se paró entre medio de ellos y dijo: “Reciban al Espíritu Santo”. Usted pensaría que para un evento histórico de tal importancia, Él hubiese supervisado el evento personalmente. Pero no fue así. El Espíritu Santo vino en su lugar – el Otro Consolador. Él podía ser y hacer todo cuanto Jesús había sido y hecho. En realidad, todo cuanto Jesús hizo, lo hizo por medio del Espíritu.

Esta es la importancia de Pentecostés. El Día de Pentecostés no fue un evento pequeño e insignificante. Jesús nació en Belén, la llegada del Consolador tomó lugar en Jerusalén, y el bautismo en el Espíritu Santo ocurre en cada uno de nosotros de una manera muy personal. Es como si el mismo Jesús volviese a la tierra y nosotros fuésemos sus discípulos. El Día de Pentecostés no fue un evento que los discípulos recordaron con nostalgia y anhelo. Ese día se convirtió en una parte muy importante del resto de sus vidas. En el recuento del Día de Pentecostés, la Biblia relata algunas de las experiencias que los discípulos vivieron. Sin embargo, no es hasta que leemos el libro de los Hechos en su totalidad que podemos conocer la historia completa – y aún así, no culmina ahí. El fuego de Dios no disminuye a medida que pasa el tiempo. El origen de este fuego es eterno, inagotable.

Para el mismo tiempo en que ocurrió el Día de Pentecostés en Jerusalén, en Roma existían unos acueductos que transportaban agua desde las colinas hasta la ciudad. Hoy día, lo único que permanece de esa increíble estructura arquitectónica son las ruinas. Los arcos han sido destruidos y los canales están secos. ¿Ocurrió acaso lo mismo con el Día de Pentecostés? ¿Pertenece el Día de Pentecostés a una época antigua, 20 siglos antes de la era moderna? ¿Habrán desaparecido el Aposento Alto, el viento recio y el fuego? ¿Es acaso un idealizado recuerdo en mosaicos el único remanente que tiene la iglesia de lo que en un tiempo fue su vitalidad?

Leamos lo que el mismo Jesús dijo: “¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11: 11-13).

Observe bien lo que dijo Jesús. Si un hijo pide pan, pescado y huevos – en otras palabras, las necesidades básicas de la vida. Jesús no habló de caviar, camisones de seda, vinos caros, oro, diamantes, y otros lujos; sino de pan, pescado y huevos. El Espíritu Santo es también una necesidad – él es un regalo que forma parte de las necesidades básicas de nuestras vidas. Dios constantemente nos da pan, pescados y huevos y lo ha hecho así por miles de años. Él también nos da al Espíritu Santo. Yo podría vivir sin pescado, pan y huevos; pero, ¿por qué habría de vivir así? ¡No quisiera ni tan siquiera intentarlo! Yo podría vivir sin chocolates y muchas otras cosas; pero, ¿por qué habría de hacerlo? De manera que, ¿por qué tengo que resignarme a vivir sin el Espíritu Santo?


El Fuego del Señor - II

¡Muchos Pasan por Alto el Evento Más Importante!


En 1ra de Corintios 15:6, Pablo dice que en esa ocasión, Jesús se les apareció a más de 500 hermanos a la vez. Este evento ocurrió antes del Día de Pentecostés. Entonces, yo me pregunto, ¿Dónde estaban esos hermanos en ese histórico Día de Pentecostés cuando el Señor bautizó en el Espíritu Santo y Fuego a los 120 que se encontraban presentes en el Aposento Alto? En aquellos tiempos, en el Día de Pentecostés los judíos hacían una fiesta en el templo y todas aquellas personas que vivían a unas 20 millas de Jerusalén estaban en la obligación de asistir. De manera que, esos quinientos hermanos, pudieron haber estado presentes en el Aposento Alto pero no lo hicieron. Hoy día, muchos cristianos pasan por alto el “Día de Pentecostés” – quizás porque están muy ocupados en otros asuntos. Para muchas personas, el hablar en otras lenguas es tan excitante como tomar aceite de hígado de bacalao. En mi opinión, nadie tiene el derecho de despreciar los dones del Espíritu Santo. El Espíritu Santo imparte sus dones de acuerdo a su voluntad y no a nuestros deseos. Quizás esos primeros hermanos en la fe tenían la leve sospecha de que en el Aposento Alto iban a ser repartidas lenguas de fuego y decidieron permanecer en el Templo, entre ritos sencillos y familiares. Quizás el Dios del fuego no es apropiado para todas las personas. Sin embargo, de ser así, estas personas tienen un gran problema ya que les guste o no, no existe ningún otro Dios.

Del mismo modo en que el Señor encendió el fuego en los altares de Israel, es El Señor quien enciende el verdadero fuego en nuestros corazones. Levíticos 9:24 describe el primer altar que hizo Moisés. El fuego de ese altar, no se encendió frotando madera con madera, como era la costumbre en aquellos días. La Palabra dice, “Y salió fuego de delante de Jehová, y consumió el holocausto con las grosuras sobre el altar; y viéndolo todo el pueblo, alabaron, y se postraron sobre sus rostros”. Años más tarde cuando Salomón inauguró el primer templo en Jerusalén, dice la Biblia en 2da de Crónicas 7:1-3, que él oró y el fuego descendió. “Cuando Salomón acabó de orar, descendió fuego de los cielos, y consumió el holocausto y las víctimas; y la gloria de Jehová llenó la casa. Y no podían entrar los sacerdotes en la casa de Jehová, porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová. Cuando vieron todos los hijos de Israel descender el fuego y la gloria de Jehová sobre la casa, se postraron sobre sus rostros en el pavimento y adoraron, y alabaron a Jehová, diciendo: Porque él es bueno, y su misericordia es para siempre”.

La religión de Israel tenía fuego y gloria. Era responsabilidad de los sacerdotes el evitar que el fuego original se apagara. El fuego se encontraba en el centro del Templo. Cuando Salomón oró y el fuego y la gloria de Dios descendieron, nadie se opuso. La multitud allí reunida respondió con una gran expresión de asombro y alabaron a Dios. Nadie dijo: “En esos servicios hay mucha conmoción; mejor voy a un lugar que sea más tranquilo”. De haber sido así, el lugar ideal hubiese sido el cementerio.

De hecho, una fe sin fuego es una fe muerta. Una fe sin fuego iría en contra de la naturaleza de Dios. Dios es fuego consumidor, y yo no puedo imaginarme cómo sería nuestra fe si Dios no fuera tal y como Él es. Yo no puedo visualizar a Dios como un Dios frío. Dios es como el sol del medio día, caliente, siempre en la cúspide. Si mi experiencia religiosa no tiene sentimientos, ni pasión, ni me consume por dentro, y si no tiene fuerza para empujarme, entones todo cuanto poseo es la húmeda oscuridad de un sepulcro. ¡El sólo hecho de pensar en esto me da escalofríos! Cuando usted disminuye la intensidad del fuego, desanima a Dios y entristece al Espíritu Santo. Algunas personas dicen que Dios no tiene pasión pero sí compasión. Yo no estoy de acuerdo con esto. Él es una fuente eterna de pasión. Ciertamente, Dios no demuestra su pasión del mismo modo que nosotros. De ser así, como dijo Malaquías, su pasión nos consumiría.

Fuego Extraño


Sin embargo, existe otro lado de la moneda. De acuerdo con Levítico 10:1-3, “Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño que él nunca les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová. Entonces dijo Moisés a Aarón: Esto es lo que habló Jehová, diciendo: En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado”.

Nosotros ni queremos un fuego extraño ni tampoco lo necesitamos. Aunque Nadab y Abiú pudieron haber tomado el fuego del altar de Dios, ellos decidieron hacer el suyo propio. El fuego de Dios es único. El fuego creado por el hombre tiene emoción pero no tiene pasión. En el caso de Nadab y Abiú, ellos desafiaron la ley de Dios ya que entraron al altar juntos cuando la ley claramente establecía que en el altar sólo podía haber un sacerdote a la vez. Aunque estemos en compañía de otros, jamás tendremos seguridad si encendemos fuegos extraños.

Antes de que usted pueda recibir el fuego del Espíritu, usted debe anhelarlo. Quizás esa fue la razón por la cual solamente 120 personas se reunieron en el Aposento Alto. “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”. (Mateo 5:6)

Enfrentando la Realidad


Ahora bien, vamos a ver la realidad. El fuego es un símbolo del Espíritu Santo y no únicamente una de sus cualidades. El Espíritu no es solamente gozo. Él tiene otras características – él es una paloma, el agua celestial, nuestro consejero, el que fue enviado en lugar de Jesús para que estuviese con nosotros; él es el viento celestial y el aceite de ungir. Por lo tanto, su obra debe apreciarse dentro del contexto de todo cuanto él representa. Las facetas del Espíritu Santo son manifestadas a través de nosotros a media que somos llenos y nos movemos por el Espíritu. Es importante mencionar que toda obra cristiana depende del Espíritu. El punto que estoy tratando de establecer es que toda obra del Espíritu viene acompañada del fuego de Dios.

Si usted desea salvar las almas de una manera discreta, amable y sin emociones, al Espíritu Santo se le va a ser difícil cooperar con usted. Algunas personas quieren obtener una experiencia Pentecostal manteniendo la compostura, sin embargo, por lo general, el obtener una experiencia Pentecostal viene acompañado de estar “borracho” en el Espíritu. El poder del Espíritu de Dios es más fuerte que nuestros frágiles cuerpos. Cuando el fuego de Dios cayó en el Templo todos los allí presentes cayeron al suelo.

Lo que quiero decir es lo siguiente – usted no puede mantenerse calmado cuando el fuego del Espíritu cae sobre usted. En realidad, luego de una experiencia como ésta, usted nunca será igual. Cuando el rey Saúl recibió un toque del Espíritu, se convirtió en otro hombre. Si usted no desea ser diferente, no busque este fuego. Ya que si usted recibe este fuego dentro de la iglesia, también lo tendrá fuera de la iglesia. Usted será diferente, tan diferente como un cardenal en medio de gorriones. Y eso es precisamente lo que el mundo necesita – personas diferentes. Personas que brillen como luceros “en medio de una generación maligna y perversa”. (Filipenses 2:15) Moisés vio cuando la zarza ardía y dijo, “...Iré yo ahora y veré esta grande visión...” (Éxodo 3:3). ¡Qué extraño! ¡Sí, divinamente extraño! ¿Cómo podremos impactar a las personas si somos iguales a ellas? Nosotros debemos ser hombres y mujeres cuyos corazones estén encendidos – lo cual no es necesariamente algo placentero. En una ocasión, Pablo se rasuró el cabello de la cabeza para mostrar que había hecho una promesa. (Hechos 18:18) Las personas se fijan en ese tipo de cosas – ¿Un apóstol sin cabello? Vale la pena mencionar que Pablo no sentía vergüenza de verse así. A través de este acto, Pablo les mostró a todos que él era un hombre de mucha devoción que le había ofrecido una promesa a Dios. ¿Qué impide el que los creyentes que han sido bautizados en fuego hagan lo mismo?

Usualmente, el ser Llenos del Espíritu es un Evento Público


Los discípulos salieron del Aposento Alto transformados. Pedro obtuvo la atención de todos cuando dijo: “Todos somos testigos” (Hechos 2:32). En otras palabras, “Somos testigos de que Jesús vive - sólo basta con mirarnos a nosotros mismos”. ¿Cómo se ven las personas cuando salen de las iglesias los domingos en la mañana? Supongamos que el fuego del Señor se derrame en Westminster Abbey y todos salgan “emborrachados” en el Espíritu. Cuando una persona es llena del Espíritu no lo puede ocultar. Usualmente, el ser llenos del Espíritu es un evento público. Dios no nos otorga su Espíritu con el propósito de proporcionarnos certeza y consuelo. De hecho, puede que lo que nos provoque sea disgustos. El Espíritu Santo no nos es dado para que nos acomodemos sino para que salgamos de esa pequeña guarida donde nos encontramos y nos lancemos al crudo mundo en que vivimos. Una vez bautizado, usted tendrá un propósito en la vida – “pescar” seres humanos que se encuentran en aguas turbulentas.

El Espíritu de Dios no es una sensación o un poder, sino una Persona; la Persona del Espíritu Santo. Así como usted no puede repartir a su esposa(o) o a su hija(o), ningún predicador o evangelista puede impartir el Espíritu de Dios. El Santo Espíritu de Dios es una Persona. Él no es impartido con el fin de crear efectos asombrosos en los escenarios, como si fuese un acto de magia. Su verdadero propósito es revelar a Jesús. Elimine a Jesús, y estará eliminando también al Espíritu Santo. Si eso ocurre, usted se quedará solo.

Levántese, Hable y No permanezca Callado


Deseamos una iglesia bautizada en fuego. Ya es tiempo de que nos levantemos, hablemos y jamás callemos. Dejemos que el Espíritu Santo ponga el fuego en nuestras bocas. En la antigüedad, muchos cristianos fueron quemados vivos para que iluminaran los jardines de Nerón. Nosotros debemos brillar como llamas Divinas en la oscuridad de este mundo incrédulo en el que vivimos. Un hombre que está “encendido” en el fuego del Señor, no tiene miedo de lo que los hombres le puedan hacer. Nosotros conocemos a Aquél que es verdadero; vamos a hablar mostrando que lo conocemos. El fuego tan sólo puede hacer aquello que le permitimos. El Espíritu Santo sólo llevará bendiciones donde nosotros vayamos.

Debemos encender el fuego aunque sea a base de argumentos. Sí, seremos figuras controversiales pero también seremos la causa de que la maldad sea expuesta. Señalando así, que la maldad es digna de desprecio. La incredulidad y el rechazo a Cristo producen todo tipo de perversidad y maldad a su paso. ¡El mundo está loco! Es una verdadera locura el dudar de Dios, de la resurrección de Cristo y de la Palabra de Dios. Si las personas resplandecieran y las iglesias ardieran con el fuego del avivamiento, ese fuego se esparciría como un fuego en un bosque forestal. El avivamiento es fuego. Todo avivamiento está compuesto por personas que han sido llenas del verdadero fuego de Dios y que están ardiendo delante de todos los hombres. El avivamiento nunca llegará mientras usted permanezca cómodamente dentro de su casa pidiéndole a Dios que actúe. Una vez Dios lo bautice en Fuego, lo enviará al mundo de la misma manera en que Sansón envió a las zorras con antorchas en sus colas. (Jueces 15:4-5)

martes, 10 de julio de 2007

El Bautismo en el Espíritu Santo - I

La Señal de Cristo


¿Cuál fue el primer comentario que se hizo acerca de Jesús? Fue esta asombrosa profecía: que Él bautizaría en el Espíritu Santo y fuego (Mateo 3:11. Lucas 3:16). Juan el Bautista fue enviado por Dios para anunciar que Jesús vendría y para mostrarnos cómo habríamos de reconocerlo. Existen muchas religiones, pero un sólo Cristo. Antes de que Cristo comenzara su ministerio, las personas habían sido informadas de que El habría de ser reconocido como El que bautizaría en el Espíritu Santo.

Nosotros tenemos el derecho de saber con quién estamos tratando. Existen muchos espíritus, muchas religiones y muchas experiencias. ¿Qué garantía tenemos de que estamos en la verdad? ¿Cómo podemos estar seguros de que estamos estableciendo una relación con el verdadero Cristo y no con un impostor? La señal del Verdadero Hijo de Dios es que Él bautiza en el Espíritu Santo. Pídale a Jesús que le dé el Espíritu Santo y usted no recibirá un escorpión - eso es una promesa.

Es muy interesante observar que Jesús nunca bautizó cuando estaba aquí en la tierra, sino luego de haber ascendido al cielo. El propósito del bautismo en el Espíritu era que pudiésemos reconocer las señales de la presencia de Jesús luego de que Él hubiese partido al cielo. Este Bautismo no les fue dado por señal a los discípulos mientras Jesús estuvo entre ellos. Ni tampoco fue una señal que ocurrió en el pasado y que ya no ocurre. Este bautismo era y aún es la señal de la identidad de Cristo. Una señal que nunca ha cambiado ni ha sido eliminada. Este bautismo sería la señal que representaría a Jesús a través de toda la era Cristiana.

¿Qué es el Bautismo?

Hoy día, la palabra "bautismo" nos parece un poco extraña. Sin embargo, en el idioma griego esta es una palabra muy común cuyo significado es "bañado" o "sumergido". Esta era una palabra que se utilizaba especialmente cuando se teñían las telas. ¡Qué imagen tan maravillosa! La tela estaba en el tinte y el tinte estaba en la tela. A medida que la tela se saturaba del colorante asimilaba el color del mismo. El bautismo por lo tanto está estrechamente vinculado con la acción de absorber las características del elemento en el cual un objeto es sumergido. Juan el Bautista bautizó en las aguas heladas del Río Jordán, pero Cristo bautizaría con el Espíritu Santo y fuego.

La Biblia nos enseña que el carácter de Dios es fuego consumidor. En las Escrituras, la palabra fuego tiene varios significados, y no todos son negativos. Por ejemplo, Lucas 3:17-18 dice: "Su aventador está en su mano, y limpiará su era, y recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará. Con estas y otras muchas exhortaciones anunciaba las buenas nuevas al pueblo".

El Fuego transforma los huesos secos

En la historia bíblica donde Ezequiel le profetizó al valle de los huesos secos, los huesos se unieron y se convirtieron en un ejército de seres humanos. Dios les impartió un soplo de vida a esos huesos sin vida. Existe también otra manera de transformar los huesos secos - sometiéndolos al fuego. Quizás usted tiene una vajilla de porcelana en su hogar. Es una vajilla de platos tan finos que suenan como una campana cuando los toca con una cuchara. Las vajillas de porcelana, se hacen con huesos que han sido triturados hasta ser convertidos en polvo. Ese polvo de huesos se mezcla con barro blanco, luego se vierte en moldes, se decora y finalmente se hornea. El fuego transforma la mezcla de huesos y barro en unos platos blancos preciosos listos para adornar nuestras mesas.

Existen cristianos de huesos secos - o por mejor decir, cristianos secos hasta los huesos. Pero cuando estos esqueletos espirituales sin vida son bautizados en el Espíritu Santo y reciben el fuego del Señor en sus huesos, se convierten en instrumentos de Dios listos para hacer su obra. Este proceso produce una señal pura, inconfundible y maravillosa. Dios hace uso del fuego en sus obras del mismo modo en que el alfarero utiliza el horno para crear sus platos. "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras..." (Efesios 2:10). Nosotros somos su creación, creados para producir buenas obras.

Dejemos los sentimientos a un lado

El bautismo en el Espíritu produce un poder permanente pero no una sensación permanente de poder. Desafortunadamente, nosotros medimos el poder espiritual en base a lo que sentimos o vemos. Los cables que conducen electricidad son idénticos no importando si están siendo utilizados para llevar electricidad o no. De la misma manera, no podemos juzgar nuestra condición muscular basándonos en lo que sentimos, sino más bien utilizando los músculos. Los hombres fornidos no sienten su fuerza. Ellos no se sientan a disfrutar de su poder. Sin embargo, cuando se les pide que levanten un objeto pesado, ellos están conscientes de su poder y lo levantan.

De acuerdo al apóstol Pablo en 2da de Corintios 4:7, Dios deposita su poder en "vasijas de barro". Cuando nosotros nos sentamos a descansar o cuando estamos ocupados haciendo alguna tarea, no sentimos que estemos llenos de poder. En todo caso, nos sentimos completamente normales; no estamos conscientes del poder de Dios en nosotros. Muchas de las oraciones que se hacen para recibir poder se hacen mayormente para sentir la sensación del poder de Dios, para sentir ese latido o palpitación. Esto sin embargo, es un gran error. El poder se hace evidente cuando se utiliza. Cuando un hombre levanta pesas, éste muestra su fortaleza. El poder espiritual es una fuerza que se encuentra latente en nuestro espíritu. Este poder está listo para ser utilizado siempre que las circunstancias lo ameriten. De surgir una situación donde sea necesario utilizar el poder de Dios, éste comienza a fluir de inmediato a través de nosotros y se ajusta a la necesidad de la circunstancia.

Algunas personas no laboran dentro del Reino de Dios porque "sienten" que no tienen ni el poder ni la autoridad para hacerlo. Ellos le piden al Señor que les dé poder para luego salir a realizar sus obras. Debido al hecho de que estas personas sienten que no tienen poder, continúan orando por algo que probablemente ya poseen. ¡Qué perdida de tiempo y esfuerzo! Si ellos verdaderamente conocieran al Señor, entenderían que el poder está a nuestra disposición cuando lo necesitamos. Los millonarios no llevan consigo millones de dólares. Ellos pueden recurrir a sus fortunas cuando así lo deseen sin tener que llevar los bolsillos repletos de dinero. Nosotros no tenemos que estar temblando bajo el poder de Dios desde el desayuno hasta la cena para demostrar que tenemos poder. En todo caso, eso es algo que no depende de nosotros. Las obras que hacemos son posibles porque Dios es quien tiene todo el poder y eso es lo que importa.

¿Es a caso la fortaleza física lo que impulsa a los hombres fornidos a trabajar con mucho esfuerzo y entusiasmo? Estos hombres pueden ser fuertes pero al mismo tiempo perezosos. Quizás nunca hacen otra cosa con su tiempo que no sea desarrollar sus músculos. Muchas personas oran a Dios para que Él les conceda un poder que los impulse y les dé ánimo para poder testificar y laborar. Un poder que los obligue a vencer su pereza, o sus miedos y desganos. Ellos quieren que Dios los empuje de tal manera que se vean obligados a salir a testificar y a servirle. Eso es una petición absurda. Nunca sucederá. Dios nunca nos va a obligar a hacer algo que no queramos hacer.

Usualmente, el siguiente pensamiento yace detrás de las oraciones de avivamiento: "Renuévame Señor, dame fuerzas, tómame y envíame" Esta es una oración que no tiene mucho sentido. La realidad es que podemos encontrar muchos incentivos, y recibir variedad de exhortaciones y estímulos, pero no existe ninguna fuerza que nos pueda levantar de la silla donde nos encontramos y nos empuje a la calle. El levantarnos de la silla y salir afuera es nuestra responsabilidad. Dios está esperando a que nosotros tomemos ese paso. Él pregunta, "¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?" (Isaías 6:8). En el Reino de Dios la participación es voluntaria, no compulsoria. Una cosa es cierta: una vez comenzamos a enfrentar al diablo, podemos estar seguros de que el Espíritu de Dios estará con nosotros.

Un continuo fluir
Los primeros capítulos del libro de los Hechos nos dicen que en el día de Pentecostés, los discípulos fueron llenos del Espíritu Santo. Los restantes capítulos del libro muestran cómo los discípulos continuaron llenándose del Espíritu día a día y sin interrupciones. Jesús describe esta plenitud del Espíritu Santo como un río (vea Juan 7:38).

Permítame usar una ilustración. Piense en una batería de auto. La batería de un auto solamente necesita ser conectada a un cargador cuando el auto no está en movimiento. Mientras usted está manejando el auto, la batería se carga automáticamente. El motor genera su propia electricidad a medida que el auto está en movimiento. El motor mueve el alternador y el alternador a su vez envía la corriente al motor. Si nos mantenemos sirviendo a Dios y haciendo su voluntad, siempre estaremos llenos del poder del Espíritu Santo.


En California, durante el invierno del 2001, hubo una crisis de energía eléctrica. Las grandes compañías de electricidad sufrieron dificultades económicas. Millones de personas se quedaron sin electricidad. El poder de Dios no nos abandona aunque existan problemas económicos. No importa si somos ricos o pobres, la promesa del poder de Dios es nuestra. Lo que es mejor aún, el poder de Dios no se puede comprar. El bautismo del Espíritu Santo no nos es dado como señal de la cantidad de dinero que hemos donado a una buena causa.

En ocasiones, las plantas generadoras de electricidad, no pueden suplir la demanda de la población. El poder de Dios sin embargo, nunca escasea. Para Dios no existen apagones. Usted nunca podrá consumir en su totalidad el poder del Espíritu Santo, no importa cuánto lo utilice. Las Escrituras dicen en Deuteronomio 33:25, "...Y como tus días serán tus fuerzas". Nosotros debemos entender que Dios no comparte su poder con nosotros basándose en nuestros méritos. Él no mide la cantidad de poder en base a los méritos sino en base a la obra que ha de ser realizada.

Hoy día existen la misma cantidad de poder y bendiciones que hubo durante la época en que el apóstol Pablo comenzó sus viajes misioneros. Esta semana tenemos la misma cantidad de poder que la semana anterior. Este año la misma cantidad de poder que el año pasado o el año que viene. Existe la misma cantidad de poder en todos los lugares, países y servicios. El poder de Dios es interminable, potente, poderoso y de un amperaje perfecto. Dios nunca suple la mitad de su poder en unas ocasiones y más de la mitad en otras. El poder de Dios no tiene un punto máximo ya que siempre está en lo máximo. Usted puede que se tome un día de vacaciones, pero Dios nunca se toma uno. El poder de Dios no está basado en nuestras emociones. Si usted se siente débil, no se preocupe ya que de acuerdo a 2da de Corintios 12:9, su poder se perfecciona en nuestras debilidades.

Cuando Dios envió a Moisés a liberar al pueblo de Israel, Moisés se asustó. "¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?", le preguntó Moisés a Dios (Exodo 3:11). La actitud de Moisés no tomó a Dios por sorpresa ya que Él sabía quien era Moisés. El punto importante aquí es que había sido Dios quien había enviando a Moisés a realizar la obra. "Yo soy el que soy," dijo Dios; y eso era suficiente (Exodo 3:14). Lo importante no es quiénes somos sino quién nos ha equipado y enviado.

El bautismo no es una doctrina fría


El poder espiritual es renovado a medida que lo necesitamos

De acuerdo al libro de Efesios 1:18-20, Pablo oró a Dios por los cristianos de Efeso de la siguiente manera "...alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fortaleza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales."

El significado de la palabra griega que Pablo utiliza aquí para describir la grandeza del poder que tenemos disponible, es megethos. Cuando los científicos estaban desarrollando la bomba nuclear, querían encontrar una palabra que pudiera medir la mayor explosión de poder conocida; megethos fue la palabra que utilizaron. La fuerza de las armas nucleares se mide en base a megatones de poder. Sin embargo, Pablo va más allá cuando habla de "hyper" megethos - grandeza suprema. Esta palabra equivale a lo que hoy día llamaríamos "súper grandioso". Así es como deberíamos medir la eficacia de nuestro servicio al Señor. El poder de Dios es un recurso que está disponible para todos los cristianos. No se equivoque: este poder es tan inmenso y potente que es capaz de resucitar a los muertos.

Algunos cristianos aún comienzan los servicios o reuniones reprendiendo a los demonios que se puedan encontrar en ese lugar. Cuando en realidad, ese sería uno de los lugares donde menos se encontrarían. Debemos entender que aunque las personas sí se reúnen en el nombre de Jesús, los demonios definitivamente no. De hecho, si los demonios tuvieran algún tipo de sentido común, se irían lo más lejos posible de ese lugar. A mí me parece muy extraño que cuando nos reunimos en el nombre de Jesús muchas veces le damos al diablo crédito por estar entre nosotros. Sin embargo, existe alguien que siempre está presente cuando las personas se reúnen en el nombre de Cristo - el Espíritu Santo. Él se presenta con todo su poder. Él no sólo se encuentra entre nosotros cuando estamos en un servicio de la iglesia; él nunca está ausente.


Cuando el Espíritu de Dios se encuentra presente, cualquier cosa es posible. Sólo los corazones secos y pasivos pueden impedir los milagros. Los milagros son una constante posibilidad cuando el Espíritu de Dios está presente. Él siempre se encuentra presente dondequiera que existan situaciones que glorifiquen a Dios. Si usted no labora para Dios, usted no necesita de su poder y por lo tanto, no lo recibirá. Una vez usted haya sido bautizado en el Espíritu Santo las posibilidades serán interminables.

El poder de Dios ES Dios

El poder de Dios no es un poder impersonal que pueda desaparecer. El poder del Espíritu Santo es la persona del Espíritu Santo y no es un poder que se evapora, se desaparece, o se filtra. En el Reino de Dios, no existe tal cosa como desgaste debido al uso. Si usted fuere lleno del Espíritu Santo hoy, de aquí a medio siglo, o de aquí a mil años, usted aún permanecería lleno. Después de todo, para Dios mil años es como un día.

Pablo les dijo a los romanos uno o dos años por adelantado, que "llegaré con abundancia de la bendición del evangelio de Cristo" y que "...deseo veros, para comunicaros algún don espiritual" (beneficio) a la iglesia (no a los individuos) cuando fuera a visitarlos (Romanos 15:29 y 1:11). Pablo sabía que el fluir del Espíritu de Dios era constante y permanente. La única ocasión cuando los cristianos necesitan volver a ser llenos del poder de Dios es cuando han dejado de obedecer a Dios y su comunicación con Dios se ha enfriado. En ese caso, ellos tienen que arreglar sus vidas y comenzar a caminar con Él nuevamente.

Un amigo mío estaba limpiando su garaje y tiró un pedazo de metal hacia una esquina donde había lo que parecía ser una montaña de basura. Cuando el pedazo de metal cayó, produjo chispas. Mi amigo fue a investigar y se dio cuenta de que en medio de la basura había una batería de auto usada. El pedazo de metal que él había tirado, había caído sobre los terminales de la batería y había ocasionado un corto circuito. Al darse cuenta de que la batería aún tenía carga, mi amigo decidió guardarla por si la necesitaba en un futuro.

Para algunas personas, esta ilustración puede servirles de parábola - usted se ha dado por vencido, y piensa que ha perdido el poder. El poder nunca desaparece. Despeje el camino, y se dará cuenta de que Dios no es tan fácil de apagar.

El bautismo no es una doctrina fría

El bautismo en el Espíritu Santo no es una doctrina fría. Juan el Bautista bautizó a las personas en las aguas frías del Río Jordán pero Cristo bautizaría en un río de fuego. Esta imagen muestra la diferencia entre la frialdad de los sistemas religiosos y la realidad de Dios quien es "fuego consumidor". En el altar del Templo ardía un fuego, pero Cristo encendería un fuego divino en los corazones humanos.


De acuerdo a la historia, Jesús ciertamente cumplió todas esas expectativas. Sus seguidores fueron contagiados con una fe que ardía. "Y ellos saliendo, predicaron en todas parte, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que le seguían" (Marcos 16:20). Ellos encendieron el oscuro y frío mundo pagano en el que vivían. Derritieron el Imperio de Hierro y conquistaron a los conquistadores. Los emperadores doblaron sus rodillas delante del que habían crucificado como a un criminal. Sólo el poder de Dios, pudo haber obrado tantas maravillas. El secreto se encontraba en las personas que habían sido bautizadas en el bautismo de fuego y estaban ardiendo por Dios.

Así fue que sucedieron los eventos. Sin embargo, a través de los siglos las cosas han cambiado. ¿Sería posible que las personas de épocas pasadas tuviesen fuego pero que ahora sólo tengamos velas? ¿Es esto acaso una sucesión apostólica? Si nosotros somos parte de ese linaje que comenzó con los apóstoles, de seguro debe de haber otra cosa aparte de las túnicas que muestre nuestras semejanzas. Nosotros necesitamos el verdadero manto apostólico, pero algunas personas le temen a este manto como si fuera un hechizo. ¿Cuántas personas hoy día asocian a los cristianos con el fuego? Son más las personas que van a las iglesias para asistir a funerales que las que van para obtener vida. Muchas iglesias, no son más que un círculo social o un centro cultural con unas cuantas ceremonias religiosas.

No obstante, existe algo que me hace feliz – las cosas secas y muertas se encienden fácilmente. ¡Eso es lo que yo quiero ver! Nosotros debemos ser como brazas enviadas a calentar las calles heladas y a traer luz a las personas que están viviendo vidas en la oscuridad. El apóstol Pedro dijo, “Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que estén lejos…” (Hechos 2:39). Nosotros calificamos; nosotros estamos lejos.

Como ya había dicho, Jesús nunca bautizó a nadie con fuego mientras estuvo en la tierra. Él dijo que lo haría luego de que hubiese subido al Padre. Y así lo hizo. En el Día de Pentecostés tal y como está escrito en Hechos capítulo dos, el Señor comenzó a bautizar en el Espíritu Santo. Ese periodo al que Jesús se refería: “luego de haber subido al Padre”, aún está vigente. El plan no ha cambiado. Jesús continúa bautizando en el Espíritu Santo. Él ni se ha retirado ni ha cambiado su misión. ¿Cómo podría Él hacer algo así cuando su promesa es para las personas que se “encuentran lejos”?

Permítame contarle la maravillosa historia de Cristo el conquistador durante épocas pasadas. Mientras el Imperio Romano existió, el Evangelio fue predicado solamente a los judíos y a los gentiles que habitaban en el área del Mar Mediterráneo ya que los grupos bárbaros del norte no se consideraban como candidatos para posible conversión. Sin embargo, de alguna manera el fuego comenzó a encenderse en el norte. Tan rápido como se convirtió Roma, se comenzaron a convertir las tribus del norte (los alemanes, los anglosajones, los vikingos y los escoceses). Estas tribus fueron a saquear las tierras cristianas y en el proceso fueron conquistados por la fe de sus víctimas. Una vez convertidos, estos grupos llevaron el fuego más allá del mundo que los romanos conocían. "Ellos llegaron al Oriente y “hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8).

¿Y qué ha pasado hoy día? Hoy día se está escribiendo un nuevo capítulo de los Hechos de los Apóstoles. Hace noventa y seis años, un grupo de personas, se sentaron en tablones de madera en un área pobre de una ciudad en Estados Unidos. Ellos habían leído que la Palabra de Dios prometía que el poder estaba disponible para todos a través del bautismo en el Espíritu Santo. Estos individuos se convirtieron en una chispa muy pequeña, pero causaron una explosión espiritual cuyas ondas alcanzaron muchas naciones. Actualmente, una de cada diez personas en el mundo, ha sido alcanzada. En otras palabras, aproximadamente 600 millones en un mundo de 6 billones. El esfuerzo se torna más poderoso cada día. Hoy día, el bautismo en el Espíritu Santo aviva a cientos de miles de nuevos convertidos. A pesar de que muchas de estas personas nunca han entrado a una iglesia, han recibido el fuego del Espíritu a través de otras personas.

La importancia de la enseñanza

A medida que se comenzó a enseñar acerca del bautismo en el Espíritu Santo, se descubrió una importante verdad acerca del Espíritu. En el pasado, se hablaba del Espíritu Santo como una presencia que estaba esparcida, que operaba amablemente, que era invisible y que no había sido realizada. De acuerdo con las palabras de un antiguo himno, "el viene a impartir su dulce influencia, suave como la brisa de la noche". Yo estoy seguro de que el Espíritu Santo está en todas partes y que logra sus propósitos aún cuando nosotros no estamos conscientes de su presencia. Pero esa no es la forma en que las Escrituras describen al Espíritu. Usualmente, el Espíritu se destaca por su actividad. Él viene a los creyentes (no al mundo) y los creyentes están bien conscientes de esto. De todas las manifestaciones del Espíritu de Dios, la más impresionante es el bautismo en el Espíritu Santo.

Algunas personas sienten una extraña animosidad por las cosas sobrenaturales y por el hablar en lenguas. Yo no entiendo el por qué de esa forma de pensar. ¿Por qué razón una persona rechaza un regalo de Dios que claramente es fomentado a través de las Escrituras? Yo jamás rechazaría un regalo de un ser querido. Ni tan siquiera podría rechazar una margarita silvestre que uno de mis nietos haya arrancado del césped. Si nosotros amamos a Dios, ¿cómo podemos despreciar el don de lenguas?

Otras personas rechazan el milagro de Pentecostés basándose en estudios que ellos alegan han realizado. Estas personas se contaminan a sí mismos con incredulidad. Las teorías que utilizan para rechazar el movimiento Pentecostés de hoy día, no son respaldadas por la Biblia. Ellos hablan de "analizar correctamente la Palabra de Dios" cuando en realidad, lo que hacen es despedazarla. Ellos omiten versículos como si no existieran y echan muchas de las promesas en el sepulcro de la incredulidad. Ellos se convencen a sí mismos con sus interpretaciones y rechazan lo que los Apóstoles recibieron. ¡Ellos no quieren ser incluidos; yo no quiero ser excluido! Una cosa sí va más allá de toda controversia - de acuerdo a la Biblia, siempre que ha existido una dispensación del poder del Espíritu, la misma ha estado acompañada de señales y prodigios físicos. ¿Nosotros queremos una religión basada en lo que dice la Biblia o una religión templada y sin poder?

Hablar en Lenguas

El bautismo en el Espíritu Santo con la evidencia de hablar en otras lenguas es la última Reforma. Este bautismo, afirma todas las doctrinas bíblicas y provee una nueva dimensión para las enseñanzas cristianas. El hablar en lenguas es la manifestación física de una verdad espiritual.

Las doctrinas bíblicas, siempre han estado compuestas de dos partes: la física y la espiritual. Desde el principio de los tiempos, el Espíritu ha operado tanto en el mundo físico como en el espiritual. El bautismo en el Espíritu tipifica a la persona del Espíritu Santo. Me explico, el bautismo en el Espíritu afecta tanto al cuerpo como al alma porque el Espíritu siempre ha obrado con las cosas físicas al igual que con las espirituales. Marcos 16:20 dice, "...ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que les seguían". Una de esas señales era el hablar en lenguas.

Permítame mostrarle lo que quiero decir comenzando por el Antiguo Testamento. Los profetas del Antiguo Testamento no habían sido bautizados en el Espíritu Santo, ni tenían al Espíritu Santo morando en ellos. Ellos se movían cuando el Espíritu se posaba sobre ellos. Esta era una de las señales que distinguían a los apóstoles. Otra de las señales, eran los milagros que en ocasiones ocurrían por medio de los profetas. Durante esos tiempos, cuando ocurrían actos sobrenaturales se les atribuían al "soplo de Dios". En hebreo, la palabra "soplo" y la palabra "espíritu" tienen el mismo significado - ruwach. Cuando Dios tocó al Rey Saúl, las personas decían que el soplo, o el Espíritu de Dios había venido sobre él.

El Espíritu de los profetas

El bautismo en el Espíritu Santo enviste a los creyentes con el Espíritu de los profetas. Cuando los profetas experimentaban la presencia supernatural de Dios, lo llamaban "el Espíritu de los profetas". Joel 2:28 promete que el mismo Espíritu de los profetas sería derramado sobre toda carne y todo tipo de personas profetizarían. El Espíritu ya no vendría sobre unas pocas personas. Además, el poder del Espíritu ya no sería otorgado para realizar obras especificas sino como un regalo permanente de Cristo para todos los creyentes.

Esto no quiere decir que todos los que han sido bautizados en el bautismo de los profetas harán las mismas obras que Elías o Isaías hicieron. 1ra de Corintios 12:29 pregunta, "¿Somos todos profetas?" El Evangelio tiene una naturaleza profética la cual no pude ser alterada. Si nosotros decidimos compartir el Evangelio con otras personas, necesitamos el Espíritu de profecía para que nos revele el mensaje del Evangelio con validez profética.

El pueblo de Israel creía que Dios siempre se encontraba presente y obrando tras bastidores. Aunque el Salmista le pidió a Dios que saliera de los lugares donde se escondía, él sabía que Dios estaba presente. Cuando David se lanzó a la guerra con Israel, él lo hizo por medio de su Espíritu. Cuando el viento dividió las aguas del Mar Rojo, fue por causa de "Al soplo de tu aliento se amontonaron las aguas;" (Éxodo 15:8). Cuando los profetas profetizaban, era Dios el que obraba, pero Dios como el Espíritu del Señor. Pedro también utilizó ese mismo concepto cuando escribió, "Toda la Escritura es inspirada por Dios..." (2da Timoteo 3:16).


En el primer día de Pentecostés, "...de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se le aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos" (Hechos 2:2-3). Todos hablaron en otras lenguas, "las maravillas de Dios" (Hechos 2:11). En su discurso, Pedro señaló: "Mas esto es lo dicho por el profeta Joel..." (Hechos 2:16). La profecía de Joel decía que los jóvenes y los viejos profetizarían. Al leer el discurso de Pedro en su totalidad, no cabe duda de que Pedro consideraba que las lenguas y las profecías eran semejantes. Básicamente, profetizar es hablar estando bajo el poder de Dios.

La Experiencia de Cristo con el Espíritu de Dios

Cristo recibió una experiencia humana de parte de Dios para demostrar cómo debía ser la experiencia perfecta. Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas describen el momento cuando el Espíritu Santo se posó sobre Jesús. El cuarto evangelio, el libro de Juan, narra el evento con más detalles. Juan el Bautista, el precursor de Jesús, declaró, "...vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma y permaneció sobre él" (Juan 1:32). Jesús mismo dijo, "El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas..." (Lucas 4:18). El apóstol Pedro dijo, "...Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret" (Hechos 10:38).

Juan el Bautista añade algo de suma importancia: "...el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo" (Juan 1:33). Jesús fue el primero entre muchos. El primer hombre que recibió el bautismo en el Espíritu Santo. Juan 3:34 dice "...pues Dios no da el Espíritu por medida" y Juan 1:16 declara "...de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia". Ésta es la maravillosa realidad - lo que Jesús recibió era para nosotros. Él fue lleno del Espíritu para que a su vez, nosotros pudiésemos ser llenos de la plenitud infinita de Dios.

Jesús se identificó con nosotros. Él dijo que necesitaba el bautismo en el Espíritu porque "así conviene que cumplamos toda justicia" (Mateo 3:15). Jesús y Juan establecieron un patrón, el cual permanecería a través de los siglos. Todo cuanto Jesús hizo fue para nosotros. Él nació por nosotros. Vivió por nosotros. Fue bautizado en agua y en el Espíritu por nosotros. Ministró, murió, y ascendió al Padre por nosotros. Y ha de venir por nosotros. ¡Aleluya! ¡Qué Salvador!

Jesús escogió el papel de ser hombre y de padecer todas las necesidades humanas: "Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos..." (Hebreos 2:17). Esto quiere decir que nosotros debemos ser como él. Como ser humano, Jesús reconoció su necesidad por el Espíritu Santo. Si Jesús necesitaba del Espíritu Santo, ¿cuánto más lo necesitamos nosotros? Esa "justicia" a la que Jesús se refería no era simplemente someterse al bautismo en las aguas, sino también al bautismo en el Espíritu.


Aunque Jesús era el Hijo de Dios, él se encontraba al mismo nivel que todos los seres humanos. Por esta razón, el día llegó cuando él fue ungido con el Espíritu de Dios. No fue una conversión, ni un nuevo nacimiento. El hijo de Dios nunca necesito esto. Por medio de su ejemplo, Jesús demostró que el bautismo en el Espíritu no debía ser confundido con el volver a nacer o con algún otro acontecimiento espiritual. Él recibió una experiencia única y exclusiva del Espíritu para su ministerio. Eso es lo que debe ocurrir con nosotros.


Jesús no fue un hombre extraño o raro. Él fue un hombre perfecto. En otras palabras, el modelo ejemplar para todos nosotros. Aunque Jesús era Dios encarnado y nosotros no, aún así todos los que siguen sus pasos saben que Dios mora en ellos.

Una experiencia positiva

El bautismo en el Espíritu Santo es una experiencia positiva. Es una bendición que no debe ser confundida con la experiencia de recibir dones espirituales. El bautismo en el Espíritu, no está relacionado con los presentimientos, sueños o visiones religiosas; ni tan poco con los niveles espirituales o el crecimiento espiritual. Ésta es una experiencia sencilla que tiene por señal el hablar en otras lenguas. El bautismo en el Espíritu, enciende el fuego en nuestras almas, nos llena de poder y nos incita a continuar la obra de Dios.

El Nuevo Testamento nos habla de personas que aunque conocían a Dios y habían tenido experiencias con el Espíritu Santo, recibieron el bautismo del Espíritu. Una de estas personas fue María la madre de Jesús. Aproximadamente treinta años antes de María haber sido bautizada en el Espíritu, el ángel Gabriel le dijo a ella que era muy favorecida: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra;..." (Lucas 1:35). María se convirtió en la madre de Jesús luego de que el Espíritu Santo la cubriera. Mientras María estuvo en estado de embarazo, ella cantó en el Espíritu esas maravillosas palabras que hoy día conocemos como el "Magnificat" (Lucas 1:46-56). Aún así, María fue una de las ciento veinte personas que fueron bautizadas en el Espíritu y que hablaron en otras lenguas el Día de Pentecostés. Muchos de los discípulos habían reprendido demonios y sanado enfermos cuando Jesús estaba entre ellos. Sin embargo, ellos también se encontraban presentes en el Aposento Alto aguardando al Consolador. Si todos ellos necesitaron el bautismo en el Espíritu, nosotros también lo necesitamos.

El Espíritu Santo y sus dones

El Espíritu Santo no debe ser confundido con sus dones ni con sus obras. El hablar en lenguas es similar a una bandera majestuosa que se eleva en un palacio para indicar que el rey está en su morada. Así como el rey no entra al palacio con el único propósito de que eleven la bandera, el Espíritu Santo no entra a morar en nosotros únicamente para que hablemos en otras lenguas. Sin embargo, una vez él mora en nosotros, las lenguas (al igual que la bandera en el palacio) son una señal de su presencia.
Una novia no se casa con su prometido por la sortija que éste le va a entregar, sino por lo que él significa para ella. El propósito de Dios va más allá del que las personas queden perplejas y atónitas ante sus maravillas. Dios no es un dios arrogante. Su objetivo principal es amarnos y establecer una relación personal con nosotros. Él desea estar con nosotros y que nosotros estemos con él en profunda comunión.
El Espíritu Santo es mayor que las obras que él realiza. Su presencia en nuestras vidas es más importante que sus dones. Él obra en nosotros, a través de nosotros y con nosotros. Él es nuestra fortaleza y el fuego que no se puede apagar en nuestras almas. Él nos brinda dones espirituales, frutos espirituales, unidad, aplica la sangre de Cristo para borrar la mancha de nuestros pecados, nos incita a nacer de nuevo, y mucha otras cosas más. Pero…aparte de las obras que él realiza, el Espíritu viene a nosotros tal como él es, por lo que él es: nuestro gran regalo.

El deseo de estar junto a Dios, no las señales y los prodigios, es lo que hace a una persona verdaderamente Pentecostal. Ser Pentecostal envuelve mucho más que simplemente tener dones o ser “carismático”. Nosotros deberíamos estar “Pentecostalizados”. Pablo escribe en 1ra de Corintios 12 al 14 acerca de los dones impartidos por el Espíritu Santo y utiliza dos palabras, pneumatikon y charismaton. Pneumatikon se refiere a dones espirituales. Charismaton a dones relacionados con la gracia. Los dones son señales de algo mayor – ellos expresan que el Espíritu Santo está morando en nosotros. Los dones son importante, sin embrago, es al Espíritu Santo a quien anhelamos.

Un puente entre el cielo y la tierra

El bautismo en el Espíritu es nuestro puente personal entre el cielo y la tierra. Miqueas 5:7 dice que Jehová descenderá “como las lluvias sobre la hierva“ – lluvia celestial sobre la tierra. Si usted ha estado en el campo en un día de tormenta, puede que haya podido divisar la lluvia a la distancia. El cielo se nubla y se torna morado. En los lugares donde está lloviendo, parece como si hubiese una pared oscura (lluvia) entre el cielo y la tierra. El cielo y la tierra dan la impresión de ser uno; como si estuviesen unidos.
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Cuando somos llenos del Espíritu, podemos hablar con certeza de “las lluvias tardías”. El Espíritu Santo siempre ha sido quien nos ha traído la obra de Dios. Él es el eslabón entre el cielo y la tierra. Él es quien trae el cielo a la tierra. Una vez somos bautizados en el Espíritu, recibimos una muestra de la realidad espiritual que vamos a conocer en el cielo. El Espíritu Santo del cielo es el mismo Espíritu Santo de la tierra. Él es Dios manifestado de una manera sobrenatural, tanto divina como física.

El bautismo sobrenatural del Espíritu Santo muestra realidades espirituales a personas que viven en una dimensión carnal y que han estado muertas ante las maravillas espirituales. Es así como Él trae el Evangelio a “los hijos de la tierra”, a nosotros los seres humanos. Al entrar en las nubes celestiales que contienen las lluvias tardías, nuestros espíritus quedan saturados y recibimos revelaciones que no podemos ni tan siquiera expresar.

Quizás usted ha manejado un auto bajo una tempestad y se ha dado cuenta de que todos los autos que vienen en dirección opuesta a usted traen las luces encendidas. Los autos y los camiones no sólo están mojados sino que al traer las luces encendidas muestran que han estado en un lugar donde era necesario encender los focos del auto para poder manejar. Usted no tiene que ser un detective para saber que cinco minutos antes, estas personas habían estado manejando bajo fuertes lluvias. Por medio del bautismo en el Espíritu, nosotros participamos de una lluvia celestial. El Señor se derrama sobre nosotros como la lluvia sobre la hierva. Luego de haber sido saturados, dondequiera que vayamos, debemos llevar con nosotros señales y evidencias de que estuvimos bajo esa lluvia celestial. Dios estará con nosotros. Será difícil ocultar las señales. Nuestras luces brillarán a medida que encontremos personas en el camino. No estaremos solos ya que otros que vienen tras nosotros llevarán las mismas señales celestiales. Para que sus luces brillen delante de los hombres, usted debe entrar en la lluvia celestial.

Un obsequio, no un logro

El Bautismo en el Espíritu es un obsequio, no el resultado de un logro. Una persona no es superior a otra por haber sido bautizada por Dios en el Espíritu. No podemos dividir a los cristianos en dos grupos, aquellos que han sido bautizados y los que aún no han recibido el bautismo. El don es para todos por igual, inclusive para los que aún no lo han reclamado. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestial en Cristo” (Efesios 1:3). No importa cuantos hijos tenga un hombre rico, todos se sientan en la mesa por igual.


Sin embargo, se nos exhorta a tomar ventaja de lo que tenemos a nuestra disposición. Jesús dijo que debíamos pedir, buscar y llamar para poder obtener el Espíritu Santo (Mateo 7:7), mientras que el apóstol Pablo nos exhorta a que “sed llenos del Espíritu” (Efesios 5:18). A mí me gusta mucho lo que dice Hechos 1:2-4: Jesús les dijo a sus apóstoles que “esperasen la promesa del Padre”. Si continuamos leyendo, llegamos a Hechos 1:15 donde encontramos a 120 creyentes que se reunieron y fueron llenos del Espíritu Santo. ¡Todos ellos decidieron participar de la promesa! Pedro no protestó como lo hizo Josué cuando algunas personas recibieron el Espíritu Santo en el campamento de Moisés, sino que por el contrario dijo, “Porque para vosotros es la promesa (esta promesa es el Espíritu Santo), y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare” (Hechos 2:39).

Eliseo

En el Antiguo Testamento solamente se menciona a un hombre que buscaba el Espíritu de Dios. Ese hombre fue Eliseo. La historia de lo que le sucedió a Eliseo representa en sí un estudio bíblico. Eliseo no tenía poder ni podía hacer milagros. Elías era el hombre de Dios durante ese periodo. Dios le había dicho a Elías que ungiera a Eliseo para que continuara su ministerio, pero Elías no lo hizo. Dios había dicho que Elías sería levantado. Fue por esta razón que Elías le preguntó a Eliseo qué cosa deseaba que él le dejara. A lo que Eliseo respondió “una doble porción de su espíritu” – esto no significaba que Eliseo iba a recibir una doble cantidad del espíritu que había en Elías sino que recibiría la porción que correspondía en herencia a todo hijo primogénito. En otras palabras, Eliseo quería continuar la obra donde Elías había terminado.

No obstante, Elías le dijo a Eliseo que eso era algo muy difícil de conceder. De hecho, esa fue una manera sutil de Elías decirle a Eliseo que era imposible para él otorgarle ese poder. En 1ra de Reyes 19:19, Elías había echado su manto sobre Eliseo como símbolo de haber sido escogido, pero esta acción no produjo ningún poder en la vida de Eliseo.

No es sino hasta que llegamos al segundo libro de los Reyes que Eliseo comienza a obrar con autoridad divina. Elías y Eliseo estaban en Gilgal y Elías le dijo a Eliseo, “Quédate ahora aquí, porque Jehová me ha enviado a Bet-el” (2 Reyes 2:2). Pero Eliseo no estaba dispuesto a dejar a Elías solo y por esta razón lo siguió primero a Bet-el, luego a Jericó y finalmente al otro lado del Jordán.

Gilgal era el lugar donde el pueblo de Israel renovaba el pacto con Dios y donde eran circuncidados. Este era el lugar donde los israelitas re-dedicaban sus vidas a Dios. Es en Gilgal donde comienza nuestra experiencia espiritual. El Espíritu Santo nos es dado cuando nos encontramos débiles. Sin embargo, éste no es un obsequio casual o indiferente otorgado a aquellos cuyo único deseo es tener una experiencia nueva. El bautismo es maravilloso pero no es para aquellos que lo único que desean es pasar un buen rato. Para Dios el bautismo en el Espíritu Santo es un asunto de mucha seriedad.

Una vez salieron de Gilgal, Elías y Eliseo llegaron a Bet-el. Bet-el había sido el lugar donde Dios se le había aparecido a Jacob y donde comenzó la ordenar su vida. Este evento no dependió en lo absoluto de Jacob – quien solamente intentaba descansar. Este evento fue orquestado por Dios. El crédito de todo cuanto Jacob tenía que era digno de admiración, pertenecía al Señor. Los sucesos que ocurrieron en la vida de Jacob fueron una señal de la gracia de Dios. El Espíritu Santo nos es dado a nosotros bajo esas mismas condiciones – para que nos transforme. Nosotros no podemos usarlo a él, pero su intención es poder utilizarnos a nosotros.

Luego llegaron a Jericó – el lugar donde la fe había vencido. Ya para ahora, es claro que la travesía de Elías y Eliseo a través de la nación de Israel representaba una secuencia espiritual. Una preparación que culminaría en un momento especial. El Espíritu Santo se encuentra obrando.

Finalmente llegaron al Río Jordán. Cuando el pueblo de Israel cruzó el Jordán fue un momento decisivo para su futuro. Ellos dejaron atrás su pasado para reclamar una vida nueva en una tierra nueva, ya no había vuelta atrás. Jesús tomó un paso similar en el Río Jordán cuando fue bautizado en sus aguas y ungido con el Espíritu Santo. Una vez somos bautizados en el Espíritu Santo, ya no hay vuelta atrás. No podemos negar nuestra experiencia. Nuestras vidas quedan marcadas para siempre y nada puede cambiar este hecho. No existen bautismos temporeros. El Espíritu nos es dado para toda la vida con el propósito de que sirvamos a Dios toda la vida.

¿Qué les sucedió a Elías y a Eliseo cuando llegaron al Jordán? Primero que nada, Elías golpeó las aguas con su manto y éstas se abrieron para que ambos hombres pudiesen cruzar al otro lado del río. Entonces, Eliseo le pidió a Elías ser su sucesor. Luego, Elías fue llevado al cielo en un torbellino y su manto cayó al suelo. Eliseo quien anteriormente había sufrido una experiencia negativa con un manto pudo haber pensado que no valía la pena recoger el manto de Elías. Sin embargo, lo recogió. Todos nosotros deberíamos hacer algo similar a esto – dar un paso de fe a pesar de las experiencias pasadas. Entonces, Eliseo hizo lo que Elías había hecho – golpeó las aguas del Jordán. ¿Y adivine lo que ocurrió? Las aguas hicieron por Eliseo lo mismo que habían hecho por Elías - se abrieron. El Dios de Elías se convirtió en el Dios de Eliseo.

El Dios de Elías se convierte en su Dios cuando usted sigue el camino trazado, recoge el manto en fe y dice: “¿Dónde está Jehová ,el Dios de Elías?” (2 Reyes 2:14). ¡El está con usted! Siga el camino trazado por Eliseo. Desde la dedicación en Gilgal hasta Bet-el donde Dios comienza la obra en usted. Luego a Jericó donde usted gana la batalla de fe y por último al Jordán donde usted debe decidir si desea servir a Dios para siempre o si prefiere volver atrás. Finalmente, reclame su herencia en Cristo.

¡Eso es todo! ¡Así de fácil! Sin esfuerzos complicados ni condiciones inventadas. Simplemente siga estos pasos: visión, oración, fe y dedicación. Entonces, una vez haya sido lleno del Espíritu – actúe de esa manera. ¡Utilice su manto de autoridad!

Actualmente, existen intelectuales que se hallan muy ocupados escudriñando cada palabra referente al bautismo en el Espíritu que se encuentra en la Biblia. Ellos se rompen la cabeza tratando de investigar la manera en que los autores del Nuevo Testamento hacen referencia al bautismo en el Espíritu. Estos intelectuales se encuentran debatiendo lo que la palabra “testigo” significa en el evangelio de Lucas y en el libro de los Hechos. Personalmente, yo no creo que Lucas haya sido tan minucioso. Lo cierto es que las personas que han sido bautizadas en el Espíritu se convierten en “testigos de estas cosas” (Lucas 24:48, Hechos 5:32). Esto es, testigos de la Resurrección. No, estas personas no se encontraban presentes cuando Jesús resucitó pero tan poco estuvieron presentes Pedro y los demás. No obstante, ellos fueron testigos en todo cuanto hicieron a medida que transcurrieron sus vida. Lo demostraron con sus propias vidas. Estas personas fueron impactadas por el poder de la Resurrección – el Espíritu Santo. Eso es todo cuanto Dios desea y todo cuanto nosotros necesitamos. Este es el propósito primordial y la mayor satisfacción de toda vida humana.

Sea lleno del Espíritu – lo demás vendrá por añadidura.