Ahora veras si mi palabra se cumple o no. (Números 11:23)
Si no te arriesgas, no envidies la ganancia de los han ganado
Los israelitas estaban haciendo ladrillos en Egipto, y no es que eso tenga algo malo, es un trabajo digno, pero está mal cuando podrías hacer algo más. Dios quería levantarlos a ellos como conquistadores.
No está mal que seas un profesional universitario, pero estaría mal si podrías ser más. No está mal si eres un líder de célula, lo que está mal es que puedes ser líder de muchas células. Tienes que avanzar y apresurarte para alcanzar el éxito.No está mal que seas enfermera, lo malo es que podrías ser doctora.
No es nada malo que ganes un millón, lo malo es que puedes ganar otros cinco y te estás conformando con uno. Llenar tres servicios en la iglesia no es malo, pero ¿por qué no llenar cuatro? Salir en un programa en la televisión una vez a la semana no estaba mal para nuestro ministerio, pero lo que sí estaba mal era acomodarnos porque podíamos salir tres veces al día, todos los días de la semana.
A lo que quiero llegar con esto es que no estaba mal que los israelitas fueran ladrilleros en Egipto, lo malo era que ellos podían ser dueños de su propia tierra, pero la mente no los dejaba. Entre Egipto y la tierra prometida sólo estaba el desierto. Lo que estaba mal era seguir pensando como un ladrillero, porque pensando de esa manera, jamás serían millonarios en la tierra prometida.¿Quién es la persona que te debe dar permiso para triunfar? Tú mismo.
El primero que se tiene que dar permiso de triunfar eres tú. Si tu conciencia no es ministrada, te dice que no puedes hacerlo. No eres millonario porque crees que no puedes, y si piensas así, tienes razón, porque si no lo puedes creer, no lo vas a lograr. ¿Por qué no le dices a tu conciencia que te deje salir a delante? Es la conciencia la que te dice: “No puedes, no naciste para eso, mira el apellido que llevas, el barrio en que naciste, y el poco estudio que tienes.” Saca eso de ti. Ponle el nombre que quieras a ese triunfo o sueño que llevas dentro: puede ser buena familia, empresa o ministerio.
El que se da un mejor grado de vida, ministerio y empresa eres tú mismo. Pero si no te sientes bien siéndolo, tú mismo tienes que ministrar tu conciencia para merecerlo. Cuando empezamos a hacer este templo en el cual nos congregamos, yo mismo me decía: “¿Yo aquí?” Ahora me pregunto: ¡¿Yo aquí?!, pero para hacer otro mejor.Tú eres quien se da permiso para lograr el éxito. Pablo dijo: “Todo lo tengo por pérdida, por basura, por estiércol, para ganar”. Pero Pablo no pensaba en ganar sin perder.
El problema que tienes es que quieres que tu empresa crezca más, pero no quieres invertir más, ni contratar más personas. Corre y esfuérzate por tener una empresa grande, que te dé ingresos y tiempo para tu familia y tu servicio a Dios. El período de transición entre pequeño a grande es difícil, pero debes seguir adelante, porque si avanzas, vas a obtener lo mejor. Pero si te acomodas a ser pequeño, nunca lo vas a obtener.
¿Quién tiene más tiempo para su familia, el que tiene una tienda en la esquina del barrio, o el que tiene una cadena de supermercados? Por supuesto que el dueño de la cadena de supermercados, él puede viajar con su familia 15 días a Estados Unidos, porque tiene el tiempo y el dinero, él no debe ocuparse de todo. Mientras que el pequeño no puede hacer lo mismo, porque si no abre ese día, no tiene ingresos para comer.
La Biblia en Números 11:4-5 dice: “Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne! Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos”.¡Mira el recuerdo que los israelitas tenían de Egipto!, añoran los ajos y las cebollas. ¡Para bueno dijeran la langosta o el caviar!, en lugar de los ajos y pepinos. Dios no los quería más así, Él les decía: “Piensen en la leche y la miel que fluye en la tierra prometida”. Eran ellos los que decidían si volvían atrás, a los ajos, o seguían adelante hacia la leche y miel.
Tú decides para dónde miras. Vas a tener que dejar tu comodidad, tu seguridad por avanzar a la tierra de las promesas. Tu seguridad es un gran riesgo. Mientras te estés arriesgando a avanzar, te vas a mantener seguro. Mientras quieras estar seguro, vas a correr grandes riesgos.Y en el verso 6 dice: “Y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos”.¿Qué tiene que ver el alma con los pepinos, los ajos y los puerros? Tú no dices que sientes bien tu alma por un ajo que te comiste, ni dices que sientes florecer tu alma por comerte un pepino.
El maná no era el destino, sólo la provisión para llegar al destino. Cuando luchas por algo que Dios te ha dicho, pero en el camino encuentras muy poco, puedes decir: “Mi ingreso apenas me alcanza para un día”. Pero esa provisión, en lo que Dios está formando tu carácter, es lo que recibes mientras llegas a la tierra prometida.
Es decir, come del maná y avanza un día más, porque allá adelante hay algo mejor. Una cosa es lo que comes y lo que miras, y otra lo que vives y esperas.Aquellos tenían su alma aferrada a los ajos. ¿A qué se aferra tu alma? ¿Al salario mínimo? Déjalo ya, haz algo más productivo que eso, ¡avanza! El salario mínimo fue destinado para el que cree que no puede. La tierra de las promesas es para aquellos que sí creen. Haz algo mejor que eso, estudia, prepárate y avanza.
Si tu empresa te absorbe mucho tiempo, es porque todavía no eres grande. La única manera de salir de allí es expendiéndote a lo que está adelante. ¿Por qué ganas eso, si puedes ganar más? No es pecado tratar de ser mejor, no es pecado rechazar la miseria. Los israelitas estaban aferrados a Egipto, a su comodidad, a lo poco que tenían. Decían: “¿Para qué intentarlo? Muchos se han muerto en el desierto”. Por qué pensar así, si se puede ser mejor.Hay muchos millonarios de tu edad, y aun menores que tú.
Hay gente millonaria que probablemente nació más pobre que tú. ¿Te has preguntado por qué tú no eres uno de ellos? Averígualo y cambia.En Filipenses 2: 5 dice: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”. ¿Quieres tener la actitud de Jesucristo? En el verso 6 dice: “El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre”.Jesús lo logró porque no se aferró nunca a nada. ¿Sabes por qué no has logrado algo mejor? Porque estás aferrado a lo que tienes, quieres ganar sin perder. La Biblia dice que Jesús no estimó el ser igual a Dios para hacerse hombre y tener éxito.
¿Estás aferrado a muchas cosas? ¿Estás aferrado a la casa que te heredó tu abuelita y por eso no pones un negocio? Si tu abuelita viviera, ya te hubiera regañado por no hacerlo.¿Cuánta gente se ha aferrado a lo que tiene y cuando lo quiere vender, ya no lo puede hacer? Mientras tengamos cosas a qué aferrarnos, no vamos a tener más éxito.
La gente aferrada a sus creencias, piensa que las cosas no cambian, y el mundo ha dado vueltas más de lo que creen. Unos hombres tenían un negocio de venta de máquinas de escribir eléctricas, y pensaban que jamás se iban a dejar de vender. Cuando salieron al mercado las computadoras, les dijeron: “Dejen de vender máquinas eléctricas y vendan computadoras”.
Ellos se dijeron que ese era el negocio que sabían hacer y en el cual habían entrenado a sus empleados. Ahora su personal no tiene trabajo porque toda la gente compra computadoras.
Si tienes cosas que un día fueron ganancia y te aferras a ellas, puedes llegar a perder el éxito.No te aferres a tu cultura, educación o profesión, eso no te va a llevar al cielo. De lo único que tienes que aferrarte es de nuestro Señor Jesús. ¿A qué te estás aferrando para no seguir a Jesús? No te aferres a nada, agárrate de Jesús. Si tú quieres recibir a Jesús en tu corazón y obtener la salvación como un regalo del cielo, rompe con el miedo ahora, atrévete a orar.
Haz esta oración: “Señor Jesús, en este momento te abro mi corazón, perdona mis pecados y dame la vida eterna. Yo creo que eres mi Señor y mi Salvador y que desde hoy soy salvo por ti Señor Jesús”.
Con amor en CRISTO
Rodrigo Rojas Garzon
Evangelista