Una mañana, hablando con un hombre de Dios, le hablé del precio que debíamos pagar para servir en el reino. Me miró muy extrañado como si fuera la primera vez que alguien le decía eso. “¿Precio?”, - me dijo -, “¿Qué precio? ¡Si ya está todo pago! ¡Jesús ya pagó todos los precios en la cruz!”.
(1 Pedro 2: 8-9)= Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.
Así como en el mundo antiguo los esclavos podían ser rescatados (Liberados), pagando el precio correspondiente, así nosotros lo fuimos mediante la sangre de Cristo, precio máximo que Dios pagó por la expiación de nuestros pecados.
(Apocalipsis 12: 11)= Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.
“Y ellos le han vencido”…apropiándose de la victoria alcanzada por Cristo, por la confesión pública de su fe y su espera paciente aún de cara al martirio. La firme postura de la iglesia, bajo la autoridad de la victoria obtenida en la cruz por medio de la sangre del cordero y su fidelidad a la promesa y la autoridad de la Palabra de Dios, - la palabra del testimonio de ellos -, es la clave de su victoria.
LA PALABRA
LA PALABRA
(Santiago 1: 23-25)= Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida como era. Más el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.
Aquel QUE meramente escucha la palabra, rápidamente la olvida; sólo aquel que actúa según la palabra será bienaventurado en lo que hace. La Palabra de Dios es la perfecta ley, la de la libertad. No nos somete a las ataduras del legalismo, sino que nos libera para que guardemos sus preceptos por compulsión interna.
LA ADORACIÓN
(Juan 4: 24)= Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que le adoren.
La adoración tiene que tener, - para ser tal y no religiosidad ritualista -, un ingrediente vital: Verdad.
(Apocalipsis 14: 7)= …Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.
Ungir significa frotar. En el Antiguo Testamento significaba una parte de todo el ritual. En el Nuevo Testamento, Jesús es el ungido por excelencia, es el Mesías, ungido por el Espíritu Santo el día de su bautismo con agua. Desde entonces lo hizo todo en su carácter de Ungido y no de segunda persona de la Trinidad. Obvio, el mismo Espíritu Santo unge hoy a los creyentes que se deciden por fe a pagar el precio; que no es alto, que no es imposible, que está a la vista y es altamente factible, pero que necesita de un ingrediente que ya ha sido visto y leído: En Espíritu y en Verdad.
(1 Juan 2: 20 y 27)= Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.
Dios no verá el mañana; el mañana lo verá a Él. Yo, en Cristo, me preparo para el Cielo; Cristo, en mí, me prepara para la tierra. Yo, en Cristo, empiezo a conocer al Padre; Cristo, en mí, me enseña a batallar contra el diablo.
3 comentarios:
Bendiciones Hno Rojas, ha sido una bendicion refrescar mi espiritu en esta Palabra, Que la Uncion del Santo lo siga guiando!Paz Pastora Sara,www.casafamiliadedios.blogspot.com
La paz sea con ustedes,Pastora Sara. El señor es Maravilloso y que bueno es atender su voz, muchas bendiciones y que la gloria de Dios descienda sobre su ministerio.
Que Dios la bendiga ricamente.
Es muy cierto tenemos que pagar el precio de la santidad, pero nosotros queremos todo menos pagar el precio de la consagración, hermosa palabra de Dios la cual nos llama a los pies del Amado Cordero de la Cruz de Jesús.
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